Treinta y cuatro

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Y no es que yo era muy experta en eso. Bailar no era lo mío. Por lo menos Lox si era un experto y me hacía relucir con elegancia el vals que se escuchaba. Mi cuerpo solo se concentro en seguirlo y él solo en moverlo. Ambos disfrutamos de aquel baile y al parecer el público presente también lo hizo, ya que al finalizar recibimos muchas ovaciones.

Por suerte para nosotros, esa noche no hubo ningún tipo de disturbios o peleas, sino que en vez de eso observé un par de miradas que irradiaban el más puro y siniestro sentimiento.

Celos.

Rechazado por mí [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora