Cuarenta y tres

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Después de eso, nos dirigimos al aula. Ya que mi preciado recreo lo gasté con el chico nuevo. En el trayecto de ida sentí una clase de espíritu maligno que nos observaba.

—Maldito, no te cansas —susurré para no ser escuchada haciendo una mueca de furia.

—¿Sila te sucede algo? —cuestionó Mark con una expresión preocupada.

Yo niego con mis manos y me detengo.

—No, no qué va. Solo es una “Molesta cucaracha” que me ha estado incomodando —respondo con ironía, para que la alimaña escuché y creo que lo logré.

Rechazado por mí [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora