•MI NOMBRE ES JOANNE•
Después de lo ocurrido con el pelirrojo, hace aproximadamente tres días, Hermione decidió adelantar su viaje quería mantener la cabeza "ocupada" en sus padres. Harry quería convencerla de quedarse un poco más, pero la castaña ya tenia su decisión tomada.
–Ya te lo dije Harry, en cuanto más rápido, mejor– suspiro mientras comenzaba a guardar sus pertenecías en su pequeño bolso de cuencas.
–Pero Mione, aún es muy pronto para que emprendas el viaje– siguió insistiendo.
Granger dejo de hacer lo que estaba haciendo y se acercó a su amigo –Harry, sabes que te quiero mucho– el azabache asintió –eres mi mejor amigo, pero también eres el de Ron. Tú fuiste, eres y seguirás siendo la persona que une este trio de amigos. Pero debes de entender en que algún día nos separaremos, el famoso Trio de Oro se quedará sin integrantes, tú estarás ocupado siendo un gran Auror y felizmente casado con una mujer hermosa, al igual que Ronald– decir lo último, le causó un gran dolor –y cuando eso pase, ustedes se olvidarán de mi, de todo lo que hemos pasado y yo no quiero ser un estorbo. Dolerá mucho cuando eso suceda, por eso mismo quiero viajar sola para irme acostumbrado a estar sin ninguno de los dos– explicó.
Harry tomó la mano de Hermione –En primer lugar eso no pasará, tú Herms eres mi mejor amiga, mi hermana mejor dicho– acarició la mejilla de la chica con ternura –siempre estaremos allí para ti, como tú lo has estado con nosotros–.
Se quedaron unos minutos en silencio, cada uno estaba inmerso en sus pensamientos. El reloj sonó ya eran las 12:00 en punto, la Gryffindor tomó su bolso de cuencas y con una gran sonrisa se despidió de su amigo y con mucho pesar éste, la dejo ir. Puso su mano encima del traslador que la llevaría a un lugar realmente bello.
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~Hermione~
Me aparecí en un callejón poco transitado de Melbourne, Australia. Había investigado todo sobre este lugar y por su gran belleza y atracción turística sabia que mis padres se encontrarían aquí, ya que por lo general a ellos les gustaba visitar lugares parecidos a éste. Suspire y con paso seguro, me adentre a las calles de la ciudad.
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Una semana después...
Estaba desesperada, sabía que no iba a ser fácil encontrarlos pero tenía una ligera esperanza de que esto fuera más ¿rápido?. Ya era de noche y tenia que llegar rápidamente al pequeño departamento que rente, el camino era largo pero me encantaba observar la tan majestuosa vista que Australia me daba.
¿Cómo estarán los chicos? Un pequeño grito interrumpió mis pensamientos, segundos después dos hombres salían corriendo de una calle desolada, sosteniendo algo entre sus brazos. Saque mi varita rápidamente y apunte a uno de ellos.
–Petrificus Totalus– el hombre más alto y de cuerpo regordete, calló de seco en el suelo. Su compañero se giro, miro a su amigo y luego posó su mirada en mi, totalmente asustados y sacó lo que parecía ser un arma muggle.
–Desmaius– exclamé antes de que me lastimara. Me acerque a ellos y observe que lo que llevaban era un pequeño bolso, parecido al mío pero un poco más grande y más elegante, pero lo que me llamaba más la atención era que uno de ellos tenía una varita en su mano, ¿acaso serían magos? Cual sea el caso, decidí no correr el riesgo de ser descubierta por lo que les lancé un contrahechizo y después un Obliviate. Un nuevo gemido de dolor me puso alerta. Con paso sigiloso y con varita en mano, me adentre a esa solitaria calle y cuál fue mi sorpresa al ver la silueta de una chica tirada en el piso, con una mano posada en su vientre tratando de evitar que más sangre saliera de éste. Me acerque rápidamente, su cabello negro azabache parecido al de mi amigo, tapaba su rostro.
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★Y tú, ¿Crees en la magia?★
Fantasy"Mi único amor nacido de mi único odio, pronto le he visto y tarde lo conozco, prodigioso nacimiento del amor, que me hace amar a mi propio enemigo." -Ilógico, ¿no?- pregunto la castaña. -¿El qué, Hermione?- -Me he enamorado de la persona que jamás...