«Mi clave es la felicidad»

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Muy buenísimas mis amores, para cambiar un poco he decidido hacer la "nota de autor" por así decirlo, al principio el lugar de al final. Aquí tenéis algo nuevo, que espero que os guste muchísimo. Tengo bastantes ideas para esta novela y espero poder plasmarlas idénticas a como las tengo en mi cabeza. Y nada más, comentad lo que os gusta o lo que penséis sobre esta nueva novela y votad si os gusta.

Y con esto y... UN COMIENZO os dejo con el prólogo, esperando que os guste y deseando que seais muy felices en verano, VACACIONES*.*

Os quiadoro amores míos<3

"La inspiración es tuya y tu sólo sabes como dirigirla" -SpaceCat- 

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PRÓLOGO.

ALMA P.O.V.

A veces cuándo todo marcha bien, cuándo crees que estás rozando la felicidad, que la vida te sonríe y que ya no existe nada malo, nada que pueda hacerte sentir mal: llega lo malo. Cómo decía mi abuelo: "nada es permanente, ni la tristeza ni la felicidad, todo cambia, todo es temporal". Pero no había necesidad de estar mal, ¿por qué me pasaba esto a mí?

 Aquel día no se me olvidaría nunca, el día en que mi vida cambió por completo pero... no para bien. Recuerdo que todo me iba fabulosamente, era una chica de dieciséis años con una vida impecable. Mis padres eran unos de los escasos que estaban bien económicamente; estudiaba y sacaba unas notas impecables; tenía muchísimos amigos y hacía lo que me daba la gana. Solía salir muchísimo con mis amigas y tenía muchos pretendientes. En aquel entonces, sinceramente, era un poco creída, pero no mucho. No me gustaban las típicas personas que se creían perfectas y que nunca podían equivocarse. No me gustaban pero tampoco existían dichas personas. Bueno, a lo que iba: los cambios en mi vida.

Parece mentira que ahora esté así. No encuentro la expresión correcta para describirme bien. ¿Hundida? ¿Acabada? Algo así. No tenía ganas de salir, ni si quiera de respirar. No merecía la pena continuar con esto, pero tenía que seguir estudiando, ya que mis padres se habían esforzado mucho en pagarme los estudios y el transporte. No era una chica de pueblo, pero tampoco de ciudad. No sabría decir si el lugar en dónde vivía se podría llamar una de esas dos cosas: era más grande que un pueblo pero más pequeño que una ciudad. 

A mis dieciocho años, sólo tengo que cursar segundo de bachillerato y luego podré irme de todo esto. No me malinterpretéis, Andalucía es una mágnifica comunidad, es MI tierra, no puedo decir nada malo de ella. Solamente necesito cambiar de gente, cambiar de lugar de residencia: no quería seguir allí. Mi padre se mudó cerca de Madrid por trabajo y dentro de un mes también irán mi madre y mi hermana allí. Cuando ellos se muden, me quedaré con mi abuela hasta que acabe el curso y luego me iré de allí, no sé si iré a Madrid o a dónde.

Verano. Debería ser la mejor época del año. Vacaciones, playas, piscinas, relax... Pero no, para mí no. No quiero hacer nada, sólo ejercicio, perder peso para al menos, poder hacer que no me puedan insultar llamándome gorda. Sí, yo era "la gorda". A veces la gente no sabe el daño que hacen esas dos palabras. Me aventuraría a decir que hacen más daño que los golpes, a veces. Volvía a sonar mi móvil sacándome de mis pensamientos. Esta vez, contesté.

- ¿Diga?

- ¡Por fin contestas!

- ¿Qué quieres María? 

- Yo también me alegro de escucharte y eso eh... -hizo una pausa a lo que respondí un «y yo»- ¿Podremos quedar algún día?

- María no...

- ¡A las 6pm estoy en tu casa, te quiero, ciao! -dijo interrupiéndome y colgando al instante.

No pude escaquearme, tenía que salir aunque no quería. Eran las 2pm y mi abuela me llamaba para almorzar. De nuevo no tenía apetito, pero con mi abuela no se libraba de comer nadie, típico de las abuelas.

- ¡Alma, a comeeer! 

- ¡Ya voy abuela! -respondí bajando las escaleras.

Después de almorzar me metí a la ducha. Estuve una hora, pensando debajo del agua. Iba alternando fría, caliente, fría, caliente. Al terminar me sentí liberada, con algo más de ganas de salir, aunque no demasiadas. Abrí mi armario y automáticamente pensé «¿Dónde quedó la chica a la que le apasionaba la ropa?». Mi subconsciente me respondía cuando le daba la gana, pero hoy parecía que se había quedado dormido.

Encontré unos pantalones largos rojos, una sudadera con la bandera de UK, unas zapatillas negras que no me gustaban demasiado, pero era lo único que tenía. Lo combiné con unas gafas de sol negras y pinté mis labios de rojo. (Os dejo una foto para que veáis mejor el conjunto) 

Al mirarme al espejo veía a una Alma distinta pero que en el fondo de sus ojos reconocía a la antigua chica feliz de siempre. Faltaba a penas media hora para que llegase y arreglé mi pelo. Cuándo miré el reloj ya era la hora pero se retrasaba, como de costumbre. Sonó el timbre.

- ¡Qué guapa estás Alma! -dijo mi mejor amiga, María, al verme. Me dió un abrazo.

- ¡Lo mismo digo! ¿Quieres pasar?

- ¿Qué? ¿No vamos a salir?

- Pues...

- ¡Venga, anda! Salgamos un rato, no te vendrá mal -al decir eso, mi abuela apareció y saludó a mi amiga.

- ¡Eso, llévatela fuera un rato! Que está siempre aquí encerrada.

- Abuela...

- ¡Ni abuela ni leches! -típica frase de mi queridísima abuela.

- Vale... hasta luego -le dí un beso y me fui con María.

Algo me decía que hoy pasaría algo, lo que no sabía era si era algo bueno o algo malo... ¿quién sabe?

Mi clave es la felicidad. (Fanfic Rubius)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora