Capítulo 1.- Nadie como tu

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No soy una santa y no es culpa mía.

Mis padres me criaron con la idea de que el dinero es felicidad; me decían que todos los pobres estaban por debajo de nosotros y que era nuestro deber pisotear los para que no se les olvidara lo insignificantes que son y lo fácil que sus derechos pueden ser anulados por personas como nosotros. Me enseñaron a ser mala con todo aquel que no tuviera un gran nivel de ingresos.

Nunca asumí sus palabras o enseñanzas como algo que fuese cierto , pero conseguí aparentar que si lo hacía.

Cuando mi padre hizo una mala inversión y nuestra familia cayo en bancarrota, nadie quiso ayudarnos. Todos los amigos de mis padres los odiaban a muerte por como se comportaban con ellos, siempre mirar a todos por debajo del hombro les trajo consecuencias.

Creí que a pesar de todo eramos una familia y que no tener dinero nos volvería mas unidos, pero me equivoque.

Me querían vender a un viejo depravado para poder recuperar su estatus social y vengarse de quienes les dieron la espalda.

Se que soy su hija y que tal vez debía sacrificarme para que fueran felices, ya que me llenaron de lujos por 15 años.

Pero no podía, mejor dicho no quería hacerlo. Por que más que dinero lo que yo siempre quise de ellos era recibir aunque sea un poco de amor pero eso es lo único que jamas me brindaron.

Así que me escape, los denuncie por tráfico de menores y solicite mi emancipación.

Ahora luego de varios juicios, palabras hirientes, miradas de decepción, embargos y mudanzas me encuentro viviendo con mi tía Clarisa.

- Amanda sal del baño que llevas ahí una hora y el recibo del agua va a llegar súper alto - Su voz suele sonar mas amarga por las mañanas en especial cuando me grita.

Oh como extraño no tener que preocuparme por el dinero, desearía poder tomar un baño de dos horas diariamente. Ahora solo puedo tomar una ducha cada tres días y según la tacaña de mi tía debe durar cinco miseros minutos.

Ser pobre es ser miserable, y aunque tener dinero no te hace feliz si te brinda comodidad. Acaso debí casarme con el viejo depravado. No, no y no. Tome la decisión correcta al no casarme, ser pobre es mejor que ser la esclava sexual de un viejo.

- Amanda si no sales del maldito baño, rompo la puerta -

Es tan gruñona, pero la perdonó por que probablemente sean las hormonas del embarazo, eso y que su novio la dejara sola con el paquete.

- Ya voy Clarisa, solo me estoy vistiendo. Dios que desesperada eres mujer -

Le dije mientras me vestía, justo ahora suena como una loca que golpea la puerta del baño con intenciones de hacerla trizas.

- Bien entonces te veo en el comedor en medio minuto mocosa, ni un segundo mas tarde entiendes -

Me dijo antes de marcharse. Por suerte ya estoy vestida y puedo salir corriendo hasta el comedor.

La veo sirviendo las porciones de comida; no me molesta que su plato este tan lleno de comida chatarra al grado de estar a punto de desbordarse pero Dios, de verdad a mi solo piensa darme ensalada para desayunar.

- Que significa esto -

Le dije molesta señalando mi plato y luego el suyo.

- Bueno pensé que si no eres guapa por dentro al menos debías ser lo por fuera, así que desde hoy estas a dieta -

Me dijo con una maldita sonrisa burlona en su rechoncha cara.

- No me interesa ser guapa de ninguna forma. Dicho eso demando un poco de tus papas fritas mujer embarazada que debería comer sano -

 ! Soy solo un tal vez !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora