Capítulo 1

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El cuarto oscuro se llenó de respiraciones calientes y jadeos acelerados. La cama chirriaba con cada movimiento, opacando en ocasiones los gemidos de los dos. Una luz leve entraba por la rendija de la ventana cerrada.

—Mickey, voy a... —murmuró Emil, apretando con más fuerza sus penes, que comenzaban a chorrear sobre ellos. Su rostro estaba mojado de sudor, sentía el cuerpo ardiente y percibió un estremecimiento recorriendo su espalda por lo que se avecinaba.

Mickey también estaba a punto de venirse, suspirando entre cortado. Emil lo miró a los ojos, encantado por la expresión de placer que su amigo estaba haciendo. Saber que él era el que lo provocaba lo excitaba todavía más.

Hizo el amague de inclinarse para darle un beso, pero Michele se dio cuenta y giró el rostro. Sus labios chocaron con la mejilla húmeda por el sudor.

—Concéntrate, idiota —dijo Michele, moviendo con rapidez sus dedos. Oprimió la base del miembro de Emil, haciendo que gimiera alto.

Emil suspiró decepcionado y apuró su movimiento para que ambos se corrieran al mismo tiempo. Sus dos manos eran ahora las que se movían, Michele estaba levemente apoyado en él, soltando escuetos gemidos. Cuando por fin lo hicieron, Michele emitió un gruñido gutural, recargando su frente en el pecho de Emil,

—Eso fue... genial —susurró Michele, separándose de Emil para comenzar a limpiarse con pañuelos.

Emil se miró las manos, observando cómo su semen y el de su amigo se entremezclaban. Su camisa también estaba un poco manchada de los líquidos, así como su rostro mojado por el sudor.

Michele encendió una lámpara para iluminar el lugar. Comenzaba a atardecer, aunque en el cuarto de Mickey siempre estaba oscuro por las cortinas y ventanas cerradas.

—Ve a lavarte, tonto —dijo Michele, incorporándose de la cama para dirigirse al baño.

—Ah sí, ya voy.

Ambos entraron en el baño, enjuagándose las manos en silencio. Michele regresó a la cama para organizarla mientras Emil se encargaba de restregar su camisa con jabón para quitar los residuos de lo que habían hecho contados minutos.

Emil se contempló en el espejo por unos segundos. Sus mejillas estaban sonrosadas y sus ojos brillosos. Era la expresión de alguien enamorado, él lo podía ver con claridad.

Menos el chico que tenía a unos cuantos metros.

Suspiró entonces y salió del baño. Michele estaba ahora sentado en la cama con un cojín encima y el celular en la mano, escribiendo un mensaje con el ceño fruncido.

Emil supo de inmediato para quién era el mensaje.

—¿Sara está con Seung-gil? —preguntó apoyándose en el borde de la cama.

Michele arrugó más su ceño, refunfuñando.

—Sí, dice que no podrá visitarme porque tiene una cita con su "lindo novio" —contestó, arrojando el celular a un lado de la cama con enojo.

Emil sonrió, recargando el mentón en su mano.

—Vamos, Seung-gil es un buen chico, estoy seguro que la quiere bastante —dijo.

Michele cerró los ojos con fuerza, apoyando su cabeza en la pared.

—Sabes muy bien que aunque eso sea cierto, aún me preocupo —murmuró.

Y Emil claro que lo sabía. Estaba consciente de que lo que sentía Michele por su hermana Sara iba más allá de un cariño fraternal. Desde pequeños los gemelos habían sido muy unidos, incluso aunque él estuviera presente. Iban para todos lados agarrados de las manos y compartían entre sí sus cosas. Dejaron de hacerlo cuando Sara entró a la secundaria, más por petición de ella.

Enmendando un corazón |EmilxMickey|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora