Capítulo SEIS

259 47 7
                                    

El cantar de los ángeles no podría llegar a ser más hermoso como el sonido de su voz. Es tan varonil, tan sensual. Tiene un peculiar acento, ¿será de la ciudad o es extranjero? Debo hacerlo hablar más para averiguarlo. Al fin me ha visto y se atrevió a hacer lo que yo todo este trayecto he estado intentando. Aprovecharé la oportunidad. Bien dicen que las oportunidades no llaman a la puerta dos veces. No quiero comprobarlo.

— Lamento haberte interrumpido...

— No lo hiciste. Discúlpame tú a mí, ¿Qué vas a pensar de mí? Seguro que soy una persona mal educada. Y... con respecto a tu pregunta... no conozco el nombre de la próxima estación pero faltan dos para la terminal.

— ¿En serio? Lo bueno que me he despertado a tiempo.

— No tenías de qué preocuparte. No pensaba dejar que te siguieras de largo. Me ha pasado y no es nada agradable...

— Qué considerado.

La piel se me enchina y el cuerpo se me estremece a oírlo hablar. Si el destino quisiera que yo muriera en estos momentos no tendría ningún inconveniente, ahora, he escuchado lo más bonito que jamás llegue a escuchar. Ha dejado de hablar... parece un poco ansioso o tal vez... ¿incomodo? Seguro es porque estoy escribiendo. Lo estoy arruinando, debo reivindicarme ¡ja, ja! ¡Ahora!

— No me digas que... ¿te has pasado? No bajas en la última estación, ¿verdad?

— ¡Oh no! Quiero decir: sí. Sí bajo en la última estación. Tuve un día complicado y el sueño me venció. No suelo dormirme en el metro pero lo necesitaba y en verdad me ha servido. Es como si hubiera dormido por años.

— Velé tus sueños...

— ¿Disculpa?

— Oh... No. No dije nada. A veces suelo decir lo que pienso.

— Es bueno saberlo. Yo a veces suelo ser muy mal educado por ejemplo ahora, no te he dicho mi nombre. Soy Estéfano.

Que nombre tan más hermoso. ¿Puede ser esto aún más perfecto? ¡Si lo puede! Me está ofreciendo su mano para estrecharla y yo debo dejar de escribir para ofrecerle la mía.

— Es un verdadero gusto conocerte, Estéfano. Mi nombre es Axel.

Ahora sé lo que significa "derretirse como mantequilla". Lo descubrí cuando pude sentir sus largos dedos en mi mano. Su piel es suave y cálida. No, no... No tengas esa clase de pensamientos ahora pero... es inevitable imaginarme lo que sus manos podrían hacer en mi cuerpo cuando se dispongan a hacerme el amor y es que con él podría ser tan pervertido como tierno.

— Un placer conocerte, Axel. Está muy tranquilo el viaje, ¿no?

— Eso es porque venias dormido...

— ¿A qué te refieres? ¿Pasó algo mientras dormía?

— Pues digamos que... un par de veces las cosas se pusieron tensas cuando por alguna extraña razón la gente comenzaba a discutir. Un par de chicos estuvieron a punto de agarrarse a golpes, de no ser porque otros tipos los sacaron a empujones...

— Qué horror... ahora no me arrepiento de haberlo hecho.

— Estéfano... te... Yo ¿te puedo hacer una pregunta?

— Sí, claro... La que sea.

Llegamos a la penúltima estación del recorrido. Sentí un poco de nerviosismo al imaginarme que, de nueva cuenta, el andén se llenaría. Respiré aliviado cuando eso no sucedió. Es mi momento y no quiero echarlo a perder... le diré lo que todo el camino he estado sintiendo... debo ser valiente. ¿Qué puede pasar? Lo peor que puede suceder es que se ofenda, se levante indignado para cambiarse de lugar. Será que... ¿nuestra historia finalice antes del beso de amor? Soy valiente. ¡Confío en mí! Las puertas se han cerrado y el metro continúa su curso. ¡Es ahora o nunca! ¡Joder, dile que lo amas pero ya!

— ¿Cuál es el nombre del libro que estabas leyendo antes de quedarte dormido?

— Elegidos, ¿la conoces?

No la conozco y, tampoco era la pregunta que quería hacerte. Lo siento, me acobardé en el último momento. He perdido mi única oportunidad de confesarte que desde el momento en el que entraste al vagón me enamoré de ti. Nunca lo sabrás y yo viviré toda mi vida preguntándome qué hubiera pasado si te lo hubiera confesado. 

SERÉ BREVE: ME ENAMORÉ DE TÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora