Un silencio sepulcral era el único compañero de aquella gran construcción, algo alterado gracias a las pisadas del líder del lugar. Sus botas militares retumbaban entre las paredes, generando eco, sonando hasta difuminarse por el vacío. Caminaba erguido, y con la vista hacia el frente, con la idea de llegar a una habitación específica.
Minutos, tras minutos... El tiempo corría, y su sed de ese algo se intensificaba con cada milisegundo que pasaba, matándolo por dentro y prudiendo cada vez más lo que alguna vez fue un corazón con buenos sentimientos. Aquello había desaparecido, siendo reemplazado por el odio y desprecio de un jóven sociópata y traumado con la vida.
Frente a él, se presentó una gran puerta, sabía lo que había tras ella. Una sonrisa decoró su rostro, era tan bella... Que lograba disimular perfectamente cada rastro de enfermedad en su ser.
La abrió lentamente, con cierta emocion dentro de sí. Al hacerlo, un chico se encontraba allí.
Éste levantó la vista, y al notar su presencia, comenzó a temblar, lágrimas amenazaron con salir, y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Intentó retroceder, pero ya estaba pegado a la pared bastante, así que el temor fue lo que le inundó, costándole respirar. Su brazo dolía, sus piernas estaban heridas, y la mayor parte de su superficie contenía sangre seca. La garganta le ardía, costándole hablar.
—Tom—habló firme—levántate.
Él sabía que el británico no podía, sabía y se aprovecharía de eso hasta la última gota. Le haría gritar hasta que sus cuerdas vocales se desgarraran, quebraría hasta el último hueso, dañaría su mente lo que fuese necesario, incluso lograr que cayera inconsciente gracias al dolor. Liberaría sus demonios en aquél chico indefenso.
—Dije levántate—repitió, con un tono de molestia. Avanzó un paso. El menor comenzó a sollozar incontrolablemente, costándole aún más mantener una respiración continua.
—N—No puedo...—dijo, con un hilo de voz, y con un tartamudeo. Tenía miedo, y se sentía enormemente desprotegido.
Soltó un grito desgarrador al sentir como le tomaban del cabello, levantandolo al aire, sin dejar de derramar lágrimas.
—No fue una pregunta...—su voz fue ronca, pero intimidó profundamente al ojinegro, quien soltaba quejidos y sollozos. El mayor le soltó del cabello repentinamente, haciéndole caer directo al piso, ya que tenía una fractura en el tobillo izquierdo, haciéndole perder el equilibrio, sonando por la pequeña habitación un golpe en seco.
Quedó recostado en el piso, ya que no podía moverse. Le dolía cada centímetro de su cuerpo, y todo le daba vueltas. Hace días no comía, ya que cualquier cosa que ingería terminaba devolviéndose al exterior.
—¿Quién es el patético ahora, Tommie?—escuchó, pero no levantó la vista, intentaba respirar.
—Es muy temprano todavía—pensó el noruego. Observó unos momentos más a quien se encontraba —literalmente— a sus pies, para luego salir de allí, en silencio.
Tommie.
Aquél apodo le recordaba a cuando eran niños, Tord le llamaba así. Cuando tenían una relación amistosa, se llevaban bien, y el único dolor que debían soportar eran las rodillas rasmilladas y las caídas de los dientes.
He conocido a alguien
y creo que le quiero
tanto como te quise a tí
tanto como cuando te sufrí.Me da demasiada pereza crear bien una forma en la que Tom terminara en la armada esclavizado, así que lo dejé así
Espero les éste gustando lo poquito que llevo♥