Accidente en la O.A.

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  • Dedicado a Miguel Espitia
                                    

*Base Militar Thorp*

Eduardo corrió a toda velocidad hacia la oficina del comandante, donde lo encontró fumándose un puro de espaldas, observando la bella vista que tiene desde su lugar de trabajo, el ventanal ocupa toda la pared, y se puede ver claramente el desierto en su máximo esplendor.

— ¡Comandante Miguel! —dijo agitado.

El hombre que segundos antes, estaba en completo estado de serenidad, se espanta al escuchar el estruendo de la puerta y el grito de Eduardo, ahora está alarmado e inquieto por saber, que es lo que provocó que un joven tan educado interrumpiera tan abruptamente en su oficina, sin previo aviso.

— ¿Qué sucede?

—Tenemos reportes de que un asteroide se aproxima a alta velocidad, lleva una trayectoria que amenaza impactar con la O.A —respondió Eduardo aún alarmado.

— ¿Qué esperan para activar el D.O.A (Defensa de Ozono Artificial) inmediatamente?

—Ya lo hicimos señor, no funcionó, el asteroide parece emitir una frecuencia que interfiere con la nuestra, no podemos establecer contacto con la base espacial, ni el D.O.A, estamos incomunicados.

— ¡Esto no es posible!

El comandante salió a toda prisa en dirección a la sala de control.

— ¿Que ha pasado aquí?

Al llegar a la sala de control, lo que encuentra es un completo caos, todos están desesperados buscándole solución al problema que representa la proximidad del asteroide.

—Pásenme un micrófono —ordenó, e inmediatamente obtuvo lo que pidió.

—Sala de control a base espacial, respondan... sala de control a base espacial... —la única respuesta que recibió fue un ruido de interferencia, y un pitido ensordecedor.

— ¡Demonios! —da un golpe de desesperación en una de las mesas del lugar.

—Comandante, oremos para que el asteroide cambie su trayectoria —dijo Eduardo.

—Debe haber algo que podamos hacer.

—Confiar en que el programa de emergencia de la O.A se active.

—Que Dios nos salve.

*Casa de Roger*

Roger se encuentra en el jardín de su casa, revisando las hojas del Diario de Federico cuando algo en el cielo le llama la atención.

— ¿Qué rayos es eso? —dijo.

— ¡Roger, cuidado con ese vocabulario! —gritó su madre desde la cocina.

«¿Cómo me escuchó?» se preguntó.

— ¡Mamá ven a ver esto! —gritó aún con la vista fija en el cielo.

«Parece que es un asteroide, ¿por qué la O.A no ha activado sus defensas? Está demasiado cerca».

El asteroide es demasiado grande, cada vez está mas cerca, lo que aumenta la preocupación de Roger. El peligro es inminente.

—Roger, ¿qué haces? —dijo su madre al llegar al jardín—. Ven a ayudarme en la cocina —ella levanta la cabeza, y se queda paralizada mirando el asteroide, cuelga los brazos y abre la boca, Roger la observa y su preocupación parece llegar al tope.

— ¡Mamá! ¡¿Qué te sucede?! ¡Respóndeme! —gritó agarrando a su madre de los hombros, y agitándola desesperadamente, en ese instante su madre bajó la cabeza y sus ojos ya no eran avellana, ahora eran blancos. Roger la soltó espantado.

—Roger, mira al cielo Roger, hazme caso hijo mio —su voz sonaba diferente, ahora tenía un extraño eco.

—No —le dijo Roger determinado—. ¡No! tu no eres mi madre.

—Pero que cosas dices Roger, yo soy tu madre —su piel empezó a ponerse pálida y se veían sus venas—. ¡Mira al cielo Roger! —ahora estaba irreconocible, su piel era muy pálida, sus ojos blancos, y su voz, su voz era grave y aterradora, ya no era dulce y tierna.

— ¡Aléjate de mí! —Roger se alejó corriendo a toda prisa, por la carretera.

—Vuelve acá —ella empezó a perseguirlo corriendo más rápido de lo normal.

Él giró en un callejón, y se escondió detrás de un contenedor de basura. Su madre, Virginia, pasó de largo y así se salvó de la situación.

Suspiró aliviado, pero había algo que lo impulsaba a mirar al cielo, una fuerza extraña, luchó con todas sus fuerzas para no mirar, pero no pudo evitar hacerlo. El asteroide se acercaba a gran velocidad, además era de un extraño color azúl, estaba tan cerca y en segundos, ocurrió la catástrofe.

*Base Militar Thorp*

Todos en la sala estaban en silencio, un silencio aterrador, un silencio de preocupación, todos observaban en la gran pantalla el desastre, una gran explosión, fuego, proyectiles por todos lados, gritos, miedo, caos. El asteroide impactó contra la O.A era irónico que, la ciudad donde todos los avances y soluciones a los problemas del mundo comenzaron, ahora era la ciudad con el problema más grande del mundo, el gran asteroide estalló al impactar con la O.A generando una lluvia de meteoritos, la ciudad estaba en llamas, el asteroide era más grande de lo que creyeron.

—Comandante —dijo alguien en el fondo de la sala. Una mujer.

— ¡Valla! Valery, ¿qué te trae por aquí? —Dijo el comandante Miguel, con fingida cortesía.

—Déjate de hipocresías, Miguel. Sabes perfectamente porque estoy aquí. —Valery se acercó lentamente, saliendo de las sombras del lugar, lleva un falda negra y una camisa blanca que definían su curvilínea figura, sus tacones sonaban mientras caminaba, era el único ruido en la habitación, todos estaban expectantes.

— ¿Ah sí? Pues tendrás que decírmelo porque no encuentro ninguna razón —ella dejó de caminar al llegar junto a él.

—Pensé que eras más inteligente —levantó una ceja—. Ya no estás al mando, Miguel —dijo su nombre con repulsión—. Sólo tenías una misión, cuidar de la O.A y no has cumplido con ella, y además te has llevado con tu irresponsabilidad, la vida de muchas personas.

—Hicimos todo lo que pudimos, pero hubo una interferencia, no había nada que pudiéramos hacer —dijo indignado.

—Lo siento, pero yo no di la orden —ella lo miró levantando una ceja y sonriendo fríamente—. ¡Guardias! —los guardias lo agarraron de los brazos.

— ¡¿Qué?! —Gritó, ella se acercó y le quitó las insignias—. ¡No puedes hacerme esto!

—Lo siento —hizo una mueca de compasión—. Pero ya está hecho, ¡Llévenselo!

— ¡Eres una bruja! —gritó mientras se lo llevaban.

«Peores cosas me han dicho» pensó Valery.

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