Capítulo I: Año 824-832 Los Restauradores de Eldia

1.3K 77 11
                                    

A la edad de 18 años un joven de nombre Grisha recibió a Grice en el hospital que había heredado de su padre, un hombre que decía pertenecer a "Los restauradores de Eldia" y aseguraba saber la verdad sobre la muerte de su hermana menor, Faye.

―Faye... ―murmuró para sí mismo―. ¿Que fue lo que pasó?

―La seguridad pública fue quien la mató ―respondió este, su voz era firme y tenebrosa. Grisha apretó los puños―. Lo siento.

―¿Qué es lo que quieres? ―el pecho le dolía, su pequeña hermana había muerto devorada por bestias. Miró los ojos color miel de aquel hombre, su mirada estaba perdida en la lejanía, así como sus pensamientos.

―Te preguntaría lo mismo. ¿Qué es lo que quieres? Ella no merecía morir así ―Grisha se quedó en silencio. Miles de pensamientos horribles invadía su cabeza, de una u otra forma tenía que vengar la muerte de su hermana menor.

―¿Qué es lo que tengo que hacer? ―contestó decidido.

Grisha decidió unirse a la resistencia, juró vengar la muerte de su hermana pequeña y vengarse de Marley. Grisha se sumergió en el propósito de la resistencia, leyó viejos manuscritos y, a pesar de no comprender del todo, pudo determinar que aquellas acciones de Ymir Fritz habían sido buenas; contrariando lo que mostraba Marley. Pasados los días escuchó hablar de un espía apodado "El Búho" quien se encargaba de filtrar información y buscar más reclutas. «¿Y si Grice es él?» era una pregunta que siempre vagaba por su mente y una idea que no descartaba, nadie había visto su rostro, no sabían si era un hombre o mujer; si era joven o viejo. Una nueva recluta había llegado, una hermosa mujer de cabellos rubios y hermosa mirada, Dina Fritz, la última de su linaje en ese lugar, quien aseguraba que los demás miembros se resguardaban en la isla de Paradis.

Grisha y Dina formaron un lazo amistoso que con el tiempo se volvió más fuerte. Un año después se casaron y tuvieron a su primer hijo, tres años después tuvieron a su segunda hija.

―El rey Fritz declaró la guerra ―musitó Dina, quien caminaba de un lado a otro con un bebé en brazos―. No creo que sea bueno...

―Dina ― Grisha caminó hasta ella y tomó en brazos al bebé y le besó la frente―, serán fuertes y devolverán lo que alguna vez nos perteneció ―miró a su pequeño hijo de pie en la sala, este corrió hasta su madre y lo cargó en brazos―. Serán unos guerreros magníficos, lo sé. Y cuando tengamos aquel poder en nuestras manos, daremos el siguiente paso.

A él no le importaba sacrificar a sus propios hijos, al contrario, él pensaba que era un completo orgullo, sabía que era una causa noble y si uno de ellos era capaz de obtener un poder de titán, no dudaría en recuperar el poder del Titán Fundador. Así, Grisha Jaeger, entregó a su hijo de cinco años para que se entrenara y se volviera fuerte. «Hazme sentir orgulloso de tí, Zeke» le dijo al pequeño antes de que se lo llevaran.

A la edad de siete años, el mayor de sus hijos, los entregó a las Autoridades de Seguridad Pública, los cuales torturaron y mutilaron a varios de los miembros de la rebelión.

―¿Quien es el Búho? ―preguntó un soldado, Grisha tenía la mirada perdida, le dolía todo el cuerpo y sentía desfallecer.

―Se los he dicho ―habló con miedo―, no sé quién es, nadie sabe quien es... ―sus palabras quedaron flotando, le volvieron a dar un fuerte golpe en el rostro.

―¿Cómo fue que te contactaron?

―Un chico llegó al hospital, él me pidió que me uniera... Jamás vi o hablé con el Búho.

―Pues que mal, ahora su destino será peor ―los soldados comenzaron a salir de la habitación―. ¿Dónde está mi esposa y mi hija? ―ellos no respondieron―. Si les han hecho algo... ―a lo lejos pudo escuchar los gritos desesperados de su esposa o tal vez su hija―. ¡No las toquen! ―a su mente llegaron unas imágenes desgarradoras. Feye, su hermana pequeña, tendida sobre la hierba, su cuerpo lleno de gusanos y moscas, un olor a putrefacción y un par de ojos sin vida.



Todos fueron llevados a la frontera, iban por pequeños grupos, la pequeña estaba asustada, no tenía la culpa de lo que había hecho su hermano mayor, era buena y lo quería demostrar, los ataron con las muñecas detrás, los hincaron en el límite de la frontera. Por los dos lados pudieron ver cómo iban uno por uno, la nuca era el lugar donde aplicaron la inyección.

―Cariño ―sollozó Dina―, no llores, hazlo por mamá ― miró a la pequeña a su lado, la cual no paraba de llorar. Le llenaba de rabia la simple idea de que su propio hermano los hubiera traicionado, le dolía. Pero algo era seguro, regresaría por él y lo mataría con sus propias manos. Sus castaños cabellos se pegaban a su rostro por culpa de la sangre que brotaba de su cabeza y el fuerte viento que los azotaba en ese momento.

―Tienes que ser fuerte ―habló su padre, la niña lo miró. Se veía resignado o tal vez se hacía el fuerte para que ellas no vieran el miedo que sentía―. Tienes que ser fuerte, Adrienna, tienes que serlo, por mí y por tu madre ―la pequeña miró a su padre, su rostro estaba ensangrentado y la parte trasera de sus ropas también. Tenía frío y miedo.

―Dina Jaeger ―habló un militar detrás de ella―, eres condenada a vagar por el desierto ―preparó la jeringa, sacaron una botella de vidrio con un líquido transparente, enterraron la aguja y comenzaron a llenarla de este. El soldado apretó la parte de arriba y expulso un pequeño chorro, se acercó más a la mujer y la enterró en su nuca. Ella abrió los ojos.

―Grisha, los encontraré ―susurró―. Pase lo que pase, estaré a su lado ―el guardia le dio una patada en la espalda provocando su caída.

―¡Mamá! ―gritó la pequeña, un gran destello blanco la deslumbró―. ¡Mamá! ―sus gritos eran desgarradores.

―Ahora tu, mocosa ―Adrienna comenzó a temblar del miedo. ¿Cómo era posible? Ella era solo una niña, solo una víctima. El soldado se acercó a ella, la tomó bruscamente del brazo y la puso de pie, la giró y apretó sus mejillas―. Que desperdicio, tan linda que eres ―sonrió amargamente, acercando la aguja a su cuello. Un hombre le dio una patada en el costado derecho haciendo que cayeran, Grisha tomó a su pequeña hija y la cargó. 

Aquel día, aquella niña de tres años se juró a sí misma vengar el daño que les habían hecho y la traición de su hermano. Aquel día, en el que su vida cambió, al igual que ella.



«Oscuridad, frío y dolor, era lo único para mí. Calor, mucho calor, me esta quemando.

Me quema.

Padre. 

¿Por que hay sangre? 

¿Quién era ese hombre? 

Quiero salir de aquí, por favor... 

Quiero irme de aquí. 

Te han vuelto a crecer los dedos... 

¿Qué es eso? 

Me estoy cansando... 

Tengo sueño... 

¿Que es esa cosa? 

Es muy grande... 

Se parece mucho a ti, solo que él es más grande.»

🔰 Shinzou Wo Sasageyo🔰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora