Capítulo XLVI: La boda.

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―¿Los tienes? ―preguntó Adrienna con desesperación, caminó hasta el escritorio de la castaña y comenzó a buscar entre todas sus cosas―. ¿En donde están?

―Tranquila enana, aquí están ―mostró una hoja enrollada y comenzó moverla de un lado a otro

―Dime que no los has visto ―le quitó el rollo.

―No, aunque me da mucha curiosidad por saber qué es lo que dice ―sonrió.

―Pues que lastima, no puedo decirte aunque quisiera.

―¿Como te sientes? ―la castaña de gafas colocó sus pies sobre el escritorio, se llevó las manos hacía la nuca y la miró―. Mañana es el gran día.

―Lo sé, me siento demasiado nerviosa ―Adrienna se sentó en una silla―. Nunca pensé que llegaría este día.

―¿Por qué decidiste hacer algo pequeño?

―Hanji, nos conoces muy bien, sabes perfectamente que no me gustan ese tipo de cosas.

―¿Me dirás lo que hay en ese papel? ―preguntó después de una pausa. Adrienna miró apenada el rollo, quitó el listón que lo ataba y lo desenrrolló.

―¿Alguien más sabe de esto? ―preguntó sin dejar de mirar el papel.

―Te han visto entrar y salir de mi oficina cada semana, no creo que sospechen algo malo.

―Hanji, no le digas a nadie que me diste esto. Por favor ―guardó el papeles en su chaqueta―. Si pregunta mi padre, le dirás que los resultados no han llegado ―se levantó de la silla y caminó a la salida―. Si Levi pregunta, le dirás que todo está en orden.

―¿Al menos podrías decirme que pasa?

―Si te lo digo se lo dirás a Erwin y no quiero eso.

―Pe-Pero...

―Hanji, por favor. 

Adrienna salió de la oficina de Hanji y caminó hasta hasta las caballerizas, donde una carroza esperaba por ella. Se subió sin decir nada y cerraron la puerta.

Miró por la ventana, los árboles comenzaron a pasar y a pasar, sacó el papel que había guardado previamente y lo leyó con calma

―Tengo que decírselo lo antes posible... ―susurro. 

Se quedó en silenció el resto del camino, cuando llegaron a la tienda de vestido bajó de prisa y entró. Una de las nietas de Helen le entregó el vestido, y con un tierna sonrisa se despidieron. Volvió a subir.

Cuando llegó al cuartel se encerró en su habitación, colgó el vestido en el armario y se echó en la cama. Abrazó la almohada que le pertenecía a Levi.

―Tal vez mañana... ―cerró los ojos―. Antes de la boda... ―se quedó en silencio un momento, después de un rato se dió cuenta de lo que había dicho, se sentó y sacó la hoja. Se puso de pie y la guardó en uno de sus cajones.

―¿Que haces? ―la puerta se abrió y Levi entró.

―Estaba buscando un cambio de ropa limpio.

―Tch, están en el cajón de abajo ―Adrienna cerró el cajón y abrió el otro. Sacó una playera sin mangas y un pantalón holgado.

―¿Y tu despedida de soltero? ―preguntó Adrienna mientras se aquitaba la ropa.

―Tch, no asistí. ¿Y la tuya?

―Ellas están mejor sin mí, aparte fui por el vestido y... ―se interrumpió a si misma al sentirse mareada, se sentó rápidamente en la cama y cerró los ojos.

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