Capítulo V: Erwin Smith.

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―¡Capitán! ―gritó un soldado cerca un árbol caído―. Aquí hay algo... ―tomó con una varilla una especie de correa, lo jaló hacia él y sacó el equipo de maniobras del fango.

―Creo que ya no lo necesitaba ―habló un hombre de cabellos castaños y piel canela―. Revisalo. No creo que esté muy lejos, que rodeen el bosque, que los de la Policía Militar se desplieguen. Erwin, encárgate de aquel túnel, yo iré por este ―ordenó el comandante de la Legión de Reconocimiento.

―Como ordene capitán ―los dos se separaron. 

Erwin bajó los escalones y se internó en el túnel con una antorcha en mano, al parecer no había nada raro allí. Logró escuchar unos pasos sobre agua, el rubio alentó sus pasos, en el fondo del túnel pudo ver una pequeña figura contraída en una esquina sin salida, alumbro aquella figura notando a primera estancia que sus pies estaban descalzos.

―No te haré daño ―se acercó lentamente―. ¿Puedes voltearte? ―aquella pequeña figura dudó, lentamente se dio la vuelta con las manos arriba a la altura de los ojos, miró a Erwin asustada―¿Puedes quitarte la capucha? ―sus ojos bajaron, su mano derecha se aceercó a su cabeza y bajó la capucha ―su rostro estaba lleno de barro y sangre seca, su cabello había sido totalmente cortado―. ¿Como te llamas? ―su gruesa voz resonó en el túnel.

―No lo sé ―respondió ella, pasó la mano por su cabeza revolviendo los mechones mal cortados, los pocos mechones largos se movieron descubriendo espacios sin cabello. Erwin hizo una mueca preocupada.

―¿Como que no lo sabes? ―Erwin se hincó frente a ella para tratar de tomarle el brazo pero ella retrocedió asustada contrayendo sus brazos contra su cuerpo―. Tranquila, no te haré daño ―la niña se acercó a él con miedo, estiró una mano y Erwin se la tomó―. Me llamo Erwin, Erwin Smith.

―Adrienna ―miró la gran mano del hombre que la tocaba, con su dedo pulgar la acariciaba y le sonreía. Por una extraña razón ella se sentía tranquila con él―, solo Adrienna...

―Bien, solo Adrienna ¿sabes por que te estamos buscando? ―Adrienna bajó la mirada, comenzó a sollozar y con la mano libre talló sus ojos llenos de lágrimas.

―Asesine a un hombre y dejé inconsciente a un policía ―Erwin sintió compasión por ella, deseaba no entregarla y ayudarla a escapar. Adrienna lo miró con los ojos cristalinos.

―Necesito que me hagas un favor...

―¿Me vas a entregar? ―subió la voz. Trató de soltarse pero él la sostuvo con fuerza.

―Haré todo lo posible para que no te lastimen ―tomó su rostro entre sus grandes manos, secó las lágrimas de su rostro. Los dos comenzaron a caminar

―Espera... ―Adrienna se detuvo, Erwin la miró―. Necesito esconder esto ―mostró el maletín―. Por favor, nadie puede ver lo que hay dentro ―Erwin hizo una mueca.

―Bien, la llevaré yo ―le quitó el maletín y se lo colgó a la espalda, para luego ocultarlo bajo su capa y seguir su camino.


―¿Una niña? ¿Todo esto por una niña?―habló un hombre de barba, estaba sentado en un gran estrado entre dos hombres delgados

―Mató a un hombre y dejó inconsciente a un miembro de la Policía Militar.

―Intentó violarme ―habló Adrienna en su defensa.

―Intentó violarte ―repitió el hombre con indulgencia―. Mereces ir a prisión o la muerte, atacaste dos miembros de la Policía Militar. Nadie va a querer hacerse cargo de ti, no quieres decirnos el nombre de tus padres. ¿Al menos tienes familia?

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