No pienso rendirme: Parte II de "Uvas, alcohol y cosquillas"

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Su cabeza era un completo caos, Cepeda y ella llevaban dos días sin ni siquiera mirarse. Cada vez que estaba cerca su corazón iba a mil por hora y crecía un sentimiento en su pecho que no podía controlar.

Estar cerca de él le confundía y le volvía loca, lo ocurrido en nochevieja se repetía en su cabeza una y otra vez.

Cepeda no estaba mejor, el tenía claro lo que sentía por Aitana, ese beso y el haber visto a Graciela en Navidad y no sentir nada había aclarado muchas cosas. La catalana llevaba dos días huyendo de él ni siquiera le miraba. 

Después de dormir juntos en nochevieja había puesto una distancia entre ambos que le estaba matando. La sensación de sus labios sobre los suyos, de su cuerpo pegado al suyo, no podía olvidarla. Ya no era atracción, se estaba enamorando y hasta las trancas.

Tenía que hacer algo, no podía permitir que Aitana siguiera ignorándole, tenía que saber qué sentía. La buscó por toda la academia y la encontró en la cocina comiendo miel con una cuchara. Sonrió, era tan típico de ella, se podía alimentar sólo de miel si le dejaban.

- Aitana.

La morena se sobresaltó al oír aquella voz.

- Luis. Hola.- dijo con voz nerviosa. El corazón le latía a mil por hora.

- Tenemos que hablar.- dijo el gallego acercándose un paso hacia ella.

- Ahora no puedo, tengo que ensayar mi canción. Más tarde ¿vale?- dijo ella chocándose con la encimera al intentar dar un paso atrás. 

Se disponía a huir de allí cuando Cepeda la agarró del brazo y la estampó contra su pecho. Tenía miedo de mirarle, si lo hacía podría perder el control y las cámaras lo grabarían todo.

El gallego apartó un mechón de su pelo y le susurró al oído para que no lo oyeran los micros:

- Por favor Aitana, por favor. No sigas evitándome así, háblame.- la voz del gallego temblaba.

Ella cerró los ojos conteniendo las lágrimas y arrastró al gallego hasta las duchas cerrando la puerta tras ellos.

- ¿Quieres hablar? Pues habla.- dijo la morena con un nudo en la garganta.

- ¿Por qué llevas dos días evitándome Aitana?

- Yo no te evito. Sólo he estado ocupada con mi canción de esta semana.

- Ah, ¿si? No me mientas. Dímelo. Es posible que me vaya la semana que viene y llevas dos putos días sin hablarme y yo no puedo más con esto, necesito saber qué pasa- dijo el gallego enfadado acercándose a ella.

La catalana rompió a llorar y con furia le respondió:

- ¿Que qué pasa? Vamos Cepeda, no te hagas el tonto sabes perfectamente qué es lo que pasa.

- Dilo, necesito oírlo de tu boca.- dijo Luis desafiante acercándose más a ella.

Aitana intentó serenarse, la cercanía del gallego no le dejaba pensar. Se limpió las lágrimas y dio un paso atrás.

- No significó nada.- dijo con toda la seguridad que pudo.- Yo quiero a Vicente, fue un arrebato por culpa del alcohol y cuando antes lo sepas mejor.

Aitana nunca pensó que jamás le iba doler tanto decir algo como le había dolido esto. Sus ojos castaños la miraban rotos y decepcionados. Le había mentido, ella estaba perdidamente enamorada de él pero tenía que hacer esto por ambos. No saldría bien, era muy complicado, se llevaban 10 años y había dos personas entre ellos a las que podían dañar fuertemente.

A Cepeda se le congeló el corazón y se quedó sin aire. Sintió como se rompía en mil pedazos y podría jurar que oyó como se quebraba. Se le formó un nudo en la garganta y su cuerpo le pesara una tonelada. Estaba jodido y roto porque una niña de 18 años no le quería. Nunca pensó que podría estar así, sentirse tan mal.

Vio como la morena se dirigía a la puerta para irse y un sentimiento de valentía inundó su pecho. No pensaba rendirse.

- No te creo.- dijo acercándose a ella poco a poco.- Y no pienso rendirme, porque tú Aitana Ocaña, una chica de 18 años has hecho que pierda la cabeza, el control y que me olvide de todo lo que no seas tú, incluso de mí mismo. Estoy jodidamente enamorado de ti y sé que tú también sientes algo. Así que no pienso rendirme.

La agarró de las mejillas y juntó sus labios con los suyos. Este beso fue diferente, más dulce y amable pero cargado de deseo. Ella sabía a miel y olía a su champú de siempre.

Se separaron y a Aitana le temblaban las rodillas, se había quedado muda.

Cepeda besó su flequillo y se fue de las duchas dejando a una Aitana inmóvil y sin habla allí.

Sabía que ella sentía algo sino no le habría respondido al beso. Iba a luchar por ella tardara lo que tardara, le costara lo que le costara, rendirse no era una opción.




Hola chicxs, aquí la segunda parte de un shot que hice hace poco, si queréis otra parte de este decídmelo en los comentarios. Estoy trabajando ya en una sugerencia que me hicieron y en cuanto acabe la subiré, si tenéis alguna sugerencia decidme y como dije en el capítulo anterior intentaré escribirla. Espero que os guste y os ayude a aliviar el vacío del 24h, un beso enorme para todos :D


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