Capítulo 3

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Despierto de la misma manera que hace dos días, esto ya se esta volviendo rutinario. Mis ojos pesan y estoy negado a levantarme, dormì muy poco gracias a los ojos de Louis, que siguen siendo un misterio para mí. El resto del día es la misma rutina, viene la psicóloga Allie y hablamos de varias cosas, comienza a agradarme. Cuando termino mi almuerzo y mi madre termina de contarme sobre todo lo que había hecho David el día de ayer, -sí, pasó todo el día observándolo-, decido ir a caminar un poco, ya que estas cuatro paredes blancas comienzan a agobiarme. Camino por los pasillos cruzándome todo tipo de miradas; extrañas, de confusión, de locura, vacías, etc. Mi paso frena instintivamente al encontrarme con esa puerta, la habitación 23. Mi mirada se clava en ella, como esperando que Louis saliera de esta despreocupado sin esconderme sus ojos. Con pasos inseguros me acerco a ella y doy pequeños golpecitos esperando que los escuchara.

-Pase –Escucho su voz detrás de la puerta, haciendo que por un motivo desconocido mi corazón se acelere. Abro la puerta despacio, cómo si temiera que si me apresurara este me la cerraría en la cara. Al entrar me encuentro a Louis cruzado de piernas, con unos anteojos oscuros que ocultaban sus ojos. La habitación no esta toda oscura cómo creía, la ventana tiene la cortina apenas abierta, dejando entrar un rayo de luz y bañando la habiaciòn en un amarillento casi anaranjado. Aunque sus ojos siguen siendo un misterio para mí, puedo ver el resto de su rostro y cuerpo. Sus labios son finos y rosados. Su nariz es respingada y sus pómulos y clavículas estan bien definidos. Me quedo unos segundos parado contemplándolo, hasta que su voz me saca de mi trance

-¿Qué haces aquí? –Pregunta en un tono seco, haciendo que algo en mi interior duela. Enserio le afectaron mis preguntas de ayer al parecer

-Sólo pasaba por aquí y pensé en saludarte. Puedo irme si es molestia –digo preparado para darme la vuelta y marcharme

-No, no me molesta –Dice finalmente. No puedo evitar que una pequeña sonrisa se forme en mis labios, marcando mis hoyuelos. Me acerco hacia él sin saber muy bien qué hacer hasta que me indica con un gesto que me siente en la silla al lado de su cama. Le echo un vistazo a su escritorio y puedo ver diversos cuadernos esparcidos por este, y en una punta una cartuchera con lo que parecían ser pinturas

-¿Dibujas? –Pregunta. Este asiente tornando su cabeza hacía el escritorio

-Puedo mostrarte algunos si quieres –Asiento ansioso y emocionado por la idea de que este confiara en mi para mostrármelos. De pronto borro mi sonrisa y trato de volver a mi postura, sé que me vería como un tonto si sólo me emocionaba por unos dibujos. Tomo el cuaderno que más llama mi atención y lo abro en la primera página. Este muestra un amplio bosque, en blanco y negro, con una cabaña en medio. Muchos árboles de distintos tamaños y tipos estan esparcidos por la hoja. Me quedo impresionado por su forma de dibujar, es realmente bueno. Paso a la siguiente hoja y me sorprendo al ver un rostro, es de una mujer, también en blanco y negro. La mujer tiene una mirada càlida y sus labios estan curvados en una pequeña sonrisa. Tengo la intriga de preguntarle quién es pero me contengo, no quiero hacerlo enojar otra vez. En la siguiente página hay un bosque dibujado, pero esta vez es colorido y muestra un lago con patos nadando sobre él y flores por todos lados.

-Me gusta este –Le comento. Una pequeña sonrisa se posa en su rostro haciendo que mi corazón se acelere, tiene una sonrisa hermosa. -¿Te gustan mucho los bosques? -Pregunto con intriga. La sonrisa se borra de su rostro y me arrepiento de haber preguntado aquello al instante. Me quita el cuaderno de las manos y lo deposita de vuelta en el escritorio. Un incómodo silencio se forma, se puede sentir la tensión en el aire.

-Lo siento, yo no quería...

-Está bien –Dice simplemente. El silencio vuelve a llenar la habitación y decido romperlo

Habitación 23 -Larry StylinsonWhere stories live. Discover now