Solo un guiño.

309 51 15
                                    


Día 3: Futuro.

La madrugada había entrado desde hace un par de horas, el sueño placido que tenía el de cabello bicolor lo hacía sonreír torpemente mientras, sin intención, jalaba las sabanas para envolverse un poco mejor. Sin embargo, y abruptamente, un estruendoso llanto le sacó de su letargo, abrió los ojos de inmediato, estaba mareado y su cerebro aún no entendía lo que estaba ocurriendo. A pesar de esto, sintió como el peso sobre la cama junto a él se aligeraba, y los pasos apresurados hacía el exterior de la habitación desaparecieron tan rápido como llegaron.

Se sentó a la orilla de la cama, no muy seguro de que hacer. Miro el reloj, eran las 3:48 AM, frotó sus parpados en un intento fallido por acostumbrar sus ojos a la tenue luz que ahora provenía del pasillo. Se impulsó para levantarse de donde momentos antes había estado reposando, se colocó las zapatillas y emprendió su viaje.

Para cuando llegó a la habitación contigua, el llanto ya había cesado. Miró a la figura maternal arrullar a lo que sería su primogénito de tan solo 6 días entre sus brazos. Aún su visión borrosa le daba una primicia a su corazón para latir aún con más fuerza.

Momo con ese vestido de noche cargando a su hijo era una visión angelical.

...

Se detuvo frente a los enormes portones de la Yuei, ¿Cuántos años había pasado ya? ¿19? Tal vez más.

"No me tienes que venir a dejar en mi primer día, viejo" Murmuró el adolescente a su lado, claramente avergonzado. Este no pudo evitar remover sus cabellos oscuros juguetonamente. "¡Papá!" Vociferó este mientras un sonrojo se posaba en sus mejillas "Mis nuevos compañeros te van a reconocer, además yo puedo llegar solo, ¡incluso hice todo el proceso de inscripción por mi cuenta!"

"Lo sé" Respondió el hombre "Eres tan inteligente como tu madre" sonrió. Por supuesto, la imagen del amor de su vida se posó en sus pensamientos, seguramente a esa hora estaría peinando a su pequeña hija. Como desearía estar junto a ella, aunque sea para verla hacerlo.

...

"¿Dónde está?" Preguntó alarmado mientras golpeaba repetidamente con la punta de sus dedos el escritorio de la recepcionista del hospital.

"Disculpe, caballero, no sé por quién..." Normalmente no era grosero, pero el nerviosismo y el sentimiento de inseguridad subiendo por su estómago lo hicieron flaquear.

"¡¿Dónde está mi hija?!" Interrogó exasperado llamando la atención de quienes se encontraban cerca.

"¿Shoto?" Una voz muy conocida lo hizo girar sobre sus talones. Apresuró sus pasos hacia la mujer y la atrapó entre sus brazos rápidamente.

"Sabía que no debía ser una heroína, te lo dije Momo, ella no estaba lista" Su voz demostraba todo el pesar que martirizaba su corazón.

"Tienes que confiar en ella, cariño" Aseguró la pelinegra "Los doctores dicen que está bien, solo necesita reposo. Después de todo, este fue su primer villano"

El de cabello bicolor no agregó nada. La luz de sus ojos, su niña, su princesa, había sido herida en combate por primera vez esa tarde. Como héroe que era sabía que había peligro, pero como padre no podía perdonarse el haberla dejado ir.

El rostro delicado de la mujer que tenía en frente, y ese semblante de seguridad, le recordaban que todo estaría bien siempre y cuando ella estuviera allí.

...

"¿Quieres más té, querido?" Interrogó con dulzura su amada mientras sujetaba con toda la firmeza que su cansado cuerpo le permitía, temblando ligeramente.

"Permíteme hacerlo a mí" Se apresuró este a contestar mientras colocaba su arrugada mano sobre la de su esposa.

"Yo aún puedo, Shoto" Inquirió ella inflando ligeramente sus mejillas. Él no pudo evitar mirarla, se veía tan tierna, algunos mechones canosos enmarcaban su rostro, pero sus ojos no cambiaban aún con el pasar de los años.

"Pero yo quiero hacerlo, amor mío" Susurró con dulzura. Momo no pudo evitar sonreír, ambos dejaron olvidada la bebida y se tomaron de las manos. ¿La razón? La melodía que sonó el día de su boda sonaba a la lejanía. Recordaban ese día hace ya 67 años como sí hubiese sido ayer "¿Me permites?" Preguntó caballerosamente guiándola hasta el centro de la habitación.

Bailaron como siempre lo habían hecho, muy juntos y disfrutando simplemente de la compañía del otro, aspirando la presencia del ser más amado y esperando que ese momento durara para siempre.

Nunca se hubiera imaginado que ese sería su último vals al lado de su amada...

...

Día 3: Futuro. Solo un guiño.Where stories live. Discover now