Me acomodé en su regazo,
donde siempre encontraba consuelo.
Me envolvió con cariño entre sus brazos,
y con aquel gesto se fueron mis miedos.Comenzó a hablarme con su dulce voz
y me apartó el flequillo con ternura.
En sus ojos solo se veía amor,
no había maldad alguna.Sus palabras enseñan y curan,
sus palabras bailan como el fuego;
lentas, brillantes, cálidas y esenciales,
pero son transparentes y puras.Ella continúa mirando al frente,
con su mirada sabia.
Es tan hermosa y poco frecuente...
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No soy escritora, y esto no es un libro
PoesíaPoemas de como nos sentimos, cuando nada tiene sentido.