02- Min Yoongi

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"She sent him scented letters,

And he received them with a strange delight.

Just like his wife

But how she was before the tears"

Kate Bush – Babooshka.

No sabía cuántas horas llevaba sentado allí ni tampoco me atrevía a mirar el reloj de pared que tenía frente a mí, me dediqué a tocar mi piano por horas y horas aprovechando que Hoseok se había levantado temprano para ir a ver a su familia en Gwanju y volver por la tarde para ensayar las coreografías. La habitación era muy grande y con paredes pintadas de un blanco perturbador, aún no lograba sentirme a gusto allí, con mi ropa esparcida por el suelo y un par de discos rotos por mí. Mierda, tendré que pagárselos a Jung. Las camas estaban deshechas y mi piano estaba en el centro del cuarto con una que otra abolladura, debería aprender a controlarme. Todo esto no estaría pasando si no me hubiera ido del cuarto que compartía con Jimin, si no hubiera terminado con él.

Ah... Jimin.

Aún sueño con él y desearía que no fuesen pesadillas como suelen serlo, solo veo su precioso rostro cubierto de lágrimas mientras me grita, no logro escuchar lo que dice, solo veo como sus ojos se abren más de lo normal y grita hasta quedarse sin aire.

Últimamente habíamos tenido muchas discusiones, desde las más estúpidas por el desorden que yo tenía en el cuarto hasta las más graves, cuando él sufría de depresión. Él siempre tenía la razón y no me molesta confesarlo, siempre he sido un flojo y él un loco por la limpieza y el orden cosa que me encantaba, el cuarto siempre estaba impecable hasta que yo llegaba de los ensayos un poco más tarde que los demás por mis lecciones de piano, pero su depresión sí que fue un problema.

Mis dedos ya comenzaban a doler de tanto tocar pero aún faltaba mi canción favorita; "I Need U" Cerré los ojos y comencé a tocar imaginando las voces de mis compañeros, cuando la voz de Jimin aparecía en mi cabeza no podía evitar sonreír, dios, cantaba hermoso.

Cuando la canción acabó miré a mi alrededor y le dí uno que otro golpe a las blancas teclas de mi instrumento, completamente furioso al recordar que ya no estaba a mi lado, que había dejado ir a la persona que me acompañaba cada vez que yo comenzaba a tocar, sin que se lo pidiera el solo se sentaba a mi lado y cantaba mientras acariciaba mi cabello con delicadeza. De vez en cuando él me grababa con la excusa de que cuando me extrañara, vería el vídeo. Tomé mi celular y reproduje el vídeo el cual tenía guardado desde hace ya un tiempo, esta vez siendo yo el que lo extrañaba.

Y allí se veía él en el reflejo de un espejo que estaba a mi derecha, en ese entonces Jimin tenía el cabello naranjo y yo de un verde desteñido, era invierno, aún lo recuerdo, ambos decidimos teñirnos de colores brillantes por una estúpida apuesta. Ahora el cabello de Jimin era rubio y yo volví al negro, mi color natural.

—Se me había olvidado lo precioso que eres Yoongi. —decía cuando la melodía ya había acabado al igual que la grabación, luego, me miraba a los ojos y me daba un suave beso demostrándome que no eran solo palabras, sino un gran amor.

Volví a dejar el móvil sobre la caja de resonancia del piano y por fin pude mirar el reloj, ya eran las una de la tarde, solo faltaban dos horas para ir a la empresa y debía apresurarme si quería ducharme y comer algo antes de irme, por eso, me levanté de mi asiento con pereza y me acerqué a la puerta esquivando una que otra cosa botada en el suelo, en ese entonces, escuché la voz de Jimin susurrar algo.

—Te amo, —dijo— nunca olvides eso.

Y quizás debí haber reaccionado más rápido, porque cuando abrí la puerta provocando que esta chocara con la pared ya no había nadie, el pasillo estaba vacío y él no estaba allí, como siempre, había sido una torpe ilusión.

De vez en cuando imagino que tengo el valor y voy a paso firme a su habitación, lo encuentro sentado frente a su escritorio como siempre y me mira con duda, en ese momento yo me acercó y lo beso como tanto he querido durante estas semanas. Sonrío al pensar que es un buen plan y que podría funcionar, nosotros si podríamos volver a ser la hermosa pareja que alguna vez fuimos, pero de inmediato me retracto y siempre la misma frase viene a mi cabeza.

"Pero ya no lo amas, por eso decidiste dejarlo."

Y es verdad, a pesar de que sea el chico más guapo y perfecto que he conocido en mi vida aún tengo dudas, aún no sé si realmente es el mismo del que me enamoré. La gente cambia y lo tengo muy claro, Jimin aún seguía siendo romántico y tierno conmigo, pero ya no era lo mismo. Yo ya no veía ese brillo en sus ojos cuando me miraba, antes Jimin me contaba todo lo que le sucedía, por lo más vergonzoso que fuese y ahora, me escondía solo a mí cosas importantes mientras a los demás se las contaba sin problema alguno. Aquello me dolía bastante en ese entonces, odiaba que los chicos supieran más de él que yo, su propio novio.

Con mis manos revolví mi cabello con brusquedad y caminé hacia el baño para darme una ducha fría y despejarme de todos los pensamientos que estaba teniendo, cuando salí los chicos se encontraban almorzando menos Jimin, el cual no sale de su habitación durante todo el día ni siquiera para ensayar o ir a programas de televisión.

Hoseok había vuelto y ya estaba sentado frente a la mesa, al verme trató de sonreírme pero solo hizo una mueca para luego desviar la mirada hacia su plato de arroz y jugar con él con sus palillos, con tan solo esa mirada supe que había ido al cuarto y había visto el desastre que dejé. Me senté a su lado como generalmente lo hacía y me acerqué a su oído.

—Lo siento mucho, yo ordenaré y pagaré todo. —le susurré recibiendo un movimiento de cabeza negando.

—No te preocupes, —respondió también entre susurro.— ya está todo en su lugar.

Y una sonrisa de su parte fue suficiente para que no me preocupara más del tema y pudiera comer tranquilo, siempre con la esperanza de que Jimin apareciera por la puerta del pasillo en algún momento y volviera a comer con nosotros como en los viejos tiempos.

Como siempre luego de comer una buena comida debía fumarme un buen cigarrillo, por eso, luego de tomar mi bolso salí de casa sin decir nada más, una de mis costumbres recientemente era caminar hasta la agencia y pensar en todo, pensar en Jimin hasta cansarme.

Por el camino nadie pudo reconocerme gracias a la ropa que utilizaba, llevar una sudadera gigantesca y una gorra era un completo camuflaje. Luego de subir algunos pisos en ascensor fui directo a la sala de música, donde me encontraría con Ahn, uno de los mejores pianistas más jóvenes de Corea, el cual afortunadamente era mi maestro y mi amigo.

Cuando entré al cuarto las luces estaban apagadas y había una carta sobre las teclas del piano del lugar, con curiosidad la tomé y leí el sobre.

"De: Little Prince.

Para: Min Yoongi."

La carta era nada más ni nada menos de alguien anónimo, alguien que decía amarme y que tenía ganas de besarme. Arrugué el papel y lo tiré al cesto de la basura con enojo, esto era una muy mala broma. Me senté en una silla cercana y esperé a mi maestro durante algunos minutos.

Por supuesto, Ahn nunca llegó.

Siempre Tuyo, Little Prince. / YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora