En la vida hay todo tipo de historias que siempre encontraremos: existen los clichés, de miedo, suspenso, aventura. Millones de momentos de los cuales solo miles son contados y los demás desechados. Y todos los días existe esa pequeña voz en tu cabeza que te repite una y otra vez: cuéntame, dile al mundo sobre mí. Pero son pocos los que se atreven a decirla —o tal vez mínimos los que pueden escribirla—.
Cuando Anabelle Rings tenía 7 años, ni siquiera ella misma podía explicarse su propia historia. Sabía todo el proceso: nació, creció y ahora estaba allí, en el parque, pero su inocencia seguía, palpable, notoria a la vista de cualquiera. Su cabello castaño hasta los hombros le daba un aire de dulzura que hacía a todos detenerse, y sus ojos color miel creaban una atmósfera de calidez, que hasta los abuelos le sonreían, interrumpiendo su camino para felicitar a sus padres por la hermosa niña que tenían —como si fuese un premio haber procreado una chica linda, vaya vida—. Había veces que ella se preguntaba por qué pasaba eso, si siempre mantenía su cabeza gacha y sus hombros caídos. Le faltaba confianza a tan corta edad y la timidez la sobreponía año con año, pero eso no le importaba a los demás: lo exterior era lo importante, lo más notorio, lo bonito.
Desde pequeña Anabelle fue la chica perfecta: esa a la que su madre metía en concursos de belleza y su padre halagaba con barbies y vestidos para muñecas. Durante meses todo lo que le fue enseñado se trataba de lo físico, de la extraña e irónica hermosura que hay al ver a alguien a los ojos y caer ante sus pies con una simple mirada. Bell —como le decían sus allegados—, hasta ese día nunca entendió todo el concepto. ¿Qué era, después de todo, algo precioso? ¿Una cara linda? ¿Iris llamativa? ¿Ropa bonita? ¿Qué importaba realmente? Tantas preguntas atormentaban la cabeza de la pobre chica que, si alguien hubiese podido leer sus pensamientos, se habría dado cuenta de lo rara y poco usual que era esa jovencita. Cualquiera habría sabido que su futuro, no sería muy común.
Alejándose de esa cadena de pensamientos, había que concentrarse en el presente. ¿Qué mejor que un día en el parque, con la tarde brillando por el sol? ¡Nada! Su familia estaba feliz, sus tíos reían y ella por primera vez no se sentía tan cohibida. Sus primos tenían ese efecto: la hacían olvidarse de lo de afuera y centrarse en lo que pasaba alrededor, en lo verdadero. Obviamente jugaron al escondite, a las carreras, a casi absolutamente todo y Bell disfrutó, aún cuando no pudo mojarse con ellos porque su madre no quería que arruinara su vestido. Casi rueda los ojos en el instante en que se lo dijo, pero no lo hizo, porque según todos los mayores eso era de “mala educación” y ella no lo era, por lo que sí, se aguantó.
Si lo pensaba bien, después tendría que agradecerle a su mamá por no dejarla ensuciarse, porque gracias a ello pudo sentirse bien minutos después, cuando finalmente, después de 7 años de hacer el intento de comprender lo que era realmente la belleza, vio la cosa más hermosa que, a sus ojos, Dios pudo haber creado: un niño.
Curioso que Anabelle pensara de esa forma, ¿no? Sin embargo, así lo hizo. Fue la forma en que el cabello del chico brillaba, la delicadeza de sus pómulos y la gentileza en la creación de su nariz lo que le llamó la atención, pero lo que la hizo detenerse y admirarlo fue su sonrisa. La sonrisa más pura y amable que jamás alguien podría ver: era la curvatura perfecta, los dientes más finos. La belleza personificada.
Aún siendo tan niña, Bell se dio cuenta de la respiración que tomó y la cantidad de veces en las que su corazón latió. Contó los golpeteos de éste solo para estar segura de que estaba viva y, con sorpresa, colocó la mano en su pecho izquierdo, dándose cuenta de que nunca, en sus pocos años de vida, se había sentido de esa manera. Ni aunque hubiese querido habría podido despegar la mirada de ese iris color verde ni de la forma en que caminaba. Él fue el ejemplo en su vida de que el amor a primera vista sí existía —por lo menos para ella—.
![](https://img.wattpad.com/cover/17287855-288-k745779.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La belleza del amor
Cerita PendekApuesto a que si vas caminando por la calle y ves a un chico guapo, te fijas en todo: su cuerpo, labios, ojos (a lo mejor en ese orden), y no, no en su personalidad. No hay necesidad de mentir. Sé que si te preguntase si crees en el amor a primera v...