Pasaron los años y Clara y Marcos se convirtieron en buenos amigos, se podía decir que Clara era el sustituto de Pedro, pero nunca llego a ser lo mismo que con el hermano fallecido ya hace 5 años. Clara era una chica rubia con ojos marrones flacucha pero con una evolución física ascendente, con una personalidad dependiente y con poco carácter, no era capaz de valerse por sí misma, y mucho menos de pensar por sí misma, pero lo único que ella sabía era su amor por aquel chico de pelo castaño y ojos azules que la tenían eclipsada. Ella intentaba acercarse todo lo posible a Marcos, pero este no es que le rechazara, era más bien una manera de que no se interpusiera entre los pensamientos reales del chico, que era salir de aquella miseria de vida y ascender en la escala social.
Marcos empezaba a interesarse por la política, le pregunto a su a padre por el final de la guerra carlista y le dijo a su hijo que ganaron los que apoyaban a la regente Mª Cristina y que los carlistas se habían desplazado al norte, y que habían empezado en el gobierno los moderados con Cea Bermúdez y Martínez de la rosa, pero no le convenció del todo a la regente y se decantó por los liberales pero tampoco convencieron y Mª Cristina huye a Francia y ponen la regencia de Espartero, en la que pone un sistema autoritario y donde bombardea a Barcelona por la industria del textil. Y ya empieza el reinado de Isabel II, que empieza con los moderados con el gran gobierno de Narváez y su constitución. A Marcos le encantaba escuchar a su padre las historias políticas de su niñez y a partir de ahí se empezó a enganchar a la política.
Cuando Marcos cumplió los 16 años, le dijo a su padre que se quería ir del latifundio a probar suerte con los negocios del mercado, a lo que su padre respondió que no, ya que lo necesitaba para recoger las cosechas, pero Marcos no le hizo caso y esa misma noche decidió irse del latifundio a escondidas para probar suerte con otro tipo de negocio. Cuando de repente, en plena fuga, escucho esa misma voz femenina que le cautivo su mente el día del fallecimiento de su hermano, era Clara que le preguntaba dónde iba:
- ¿Dónde vas Marcos? -pregunto extrañada-
- Clara, me marcho, no puedo seguir aquí, se lo prometí a mi hermano que Dios lo tenga en su gloria -aclamo mirando al cielo, como si su hermano lo estuviera escuchando-
- Pero no te puedes ir porque, te tengo que contar una cosa, que siento hace mucho tiempo y es que te amo, y que si te vas, querría hacerte un regalo, que es mi virginidad -dijo Clara con los ojos iluminados y por una vez, segura de sí misma-
Marcos no se esperaba que Clara le dijera eso, ya que él no sentía el mismo sentimiento que ella decía, pero sí que le apetecía el deseo carnal de Clara, así es que accedió a su propuesta.
Consumaron sin ropa sobre el césped y la colina donde se conocieron aquella tarde de 1841, en el que la tierra se mezclaba con el sudor de la pasión con lo que lo hacían, Clara le decía que lo amaba entre gemido y gemido, mientras que Marcos no le contestaba. Cuando terminaron Clara le propuso que se casaran y que vivieran en el latifundio, pero Marcos no accedió, y decidió seguir con el plan de abandonar el latifundio y le dijo a Clara que no podía, pero cuando pudiera la llevaría con ella y vivirían en una buena casa y con dinero, donde no volverían a trabajar, a lo que Clara creyó en la palabra del amor de su vida.
Marcos salió del latifundio con su bolsa con ropa y un poco de comida, salió pensando donde iría, que haría, como conseguiría todo aquello. Pero lo que más ocupaba su mente es la mentira que le había dicho a Clara, el nunca volvería a por ella, ya que no entraba en su plan de futuro, y no sentía remordimiento alguno de haber dejado embarazada a aquella chica que confío en él y que se entregó en cuerpo y alma a él. Estaba demasiado ocupado pensando que nueva aventura empezaría y que le depararía el futuro.