Capítulo 01

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Holly

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Holly

Ni en mis diecisiete años en este mundo, ni en mis tres años en este hospital he lidiado con una persona tan amargada y negativa. ¡Por Dios! No puede ser que una persona carezca de una sonrisa, de una carcajada ¡Pero este chico no se ríe por nada!

He tratado de hacerle caras bobas, le dije a los médicos que se pusieran pelucas, y también intenté hacerle pequeñas bromas; como traerle una rosa que tiraba agua por ejemplo. Pero nada. Hasta ahora no veo manera en que sonría. 

Hace dos días que no me paso por el hospital, estuve ocupada con trabajos del colegio, pero hoy vengo decidida y con muchas ideas en mi cabeza, para aproximadamente un mes, creo que es suficiente tiempo como para lograr mi objetivo ¿No?. Claramente hoy empezaré con una para asustarlo y ver si cede. 

Por favor no intenten esto en la vida real.

Ni siquiera saludo a los pacientes de la habitación cuando abro la puerta, simplemente camino hasta la ventana y me subo a ella. Estamos en el tercer piso por lo que si da un poco de vértigo. Abro la ventana y me quedo de espaldas a ella y mirando al chico.

— ¡Ya bájate de la ventana! —exclama Josh, un  amigo que se encuentra en silla de ruedas

— ¡No hasta que él ría! —apunto a Addam y le arrojo una almohada que se encontraba a mis pies.

— ¡No reiré sólo porque quieras suicidarte! —grita en respuesta y tranquilamente agarra su celular para dejar de prestarme atención. Resoplo enojada y bajo de la ventana.

No ha funcionado, pensé que al asustarlo un poco cedería y veríamos al menos una pequeña sonrisa. Pero nada. ¡Nada!. Obviamente no hay que reírse en situaciones así pero todos aquí saben que no me iba a soltar, ya que, les había contado de mi plan. Por lo tanto, varios de ellos alentaban a Addam a sonreír.

Me acerco a él con los brazos cruzados y me quedo parada a su lado. Ni siquiera me mira, solo sigue con su vista enfocada en el celular. ¿Qué es más importante en este momento que ponerme un poco de atención?. Le arrebato el aparato y lo sostengo en lo alto. Trata de alcanzarlo pero su dolor al costado de su espalda se lo impide.

— ¡Ya dame eso! —estira su brazo pero no alcanza— Te dije que no me reiré, cada tontería que hiciste Naranja, no me resulta gracioso. —así es, ahora tengo un apodo y es el nombre de una fruta. Genial.

— ¿Que no soy divertida? —llevo mi mano libre a mi pecho y finjo estar ofendida. Él rueda sus ojos— Eres un amargado. —suelto su celular en el aire y para suerte mía, no llega a agarrarlo y cae justo en su cara.

Sonreirás, cueste lo que cueste ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora