Cuando el doctor Cullen regresó para chequear mis heridas después del almuerzo, aproveché para hacerle preguntas. Después de todo, aunque no tenía muy claras las intenciones de aquella gente, al parecer no querían matarme (o ya lo habrían hecho). Temía que fuera porque no sabían que yo sabía su secreto, de modo que no dije nada al respecto.
- Edmund me había dicho que quería venir aquí porque ustedes eran conocidos suyos. ¿Es cierto? - aventuré, lo más despreocupadamente que pude.
Carlisle asintió, su mirada fija en la muñeca que me estaba revisando. Gracias a Dios era la izquierda, de modo que no sería un gran problema durante mi escape. Mi tobillo era agua de otro costal.
- Sí, podría decirse así. Nos conocimos en un viaje que hicimos a Francia por separado, hace bastantes años ya. No hay mucho que decir, honestamente. Simplemente cruzamos caminos y, al ser nuestros modos de vida incompatibles, decidimos despedirnos y seguir viaje.
Estaba tan sorprendida que me costó concentrarme en las preguntas que tan cuidadosamente había planeado.
- ¿Francia? ¿Estuvo en Francia? - mi voz sonaba incrédula. Carlisle me miró a través de sus rubias y largas pestañas con curiosidad.
- Pues sí. ¿Le sorprende?
Sacudí la cabeza en un intento por entenderlo.
- A decir verdad, sí. Cuando nos conocimos, tanto él como yo estábamos en la ruina económica.
Vivíamos en un pequeño apartamento zaparrastroso lleno de agujeros y humedad, trabajábamos todos los días en empleos de medio tiempo y, por la noche, estudiábamos arte en la universidad. Me resultaba difícil imaginármelo unos años atrás siendo capaz de pagar un viaje a Francia y conociendo a gente como este cirujano tan obviamente rico.
Un escalofrío me recorrió cuando descubrí mi error. "Bastantes años atrás"... Los vampiros eran inmortales, ¿no?
Santo cielo, ¿cuántos años tenía Edmund?
Carlisle debió de ver algo en mi cara, porque me miró con ojos preocupados e inquirió:
- ¿Está usted bien? ¿Le duele algo?
Tardé un segundo en recomponerme. Esbocé una sonrisa que me salió más temblorosa de lo que me habría gustado.
- Estoy perfectamente, gracias a usted. Además, si no le molesta, podríamos dejar de tratarnos tan formalmente, ¿no? Me salvó la vida.
Él pareció gratamente sorprendido.
- Es mi trabajo, no tiene nada que agradecerme. De todos modos, si usted desea, podemos informalizar un poco la relación.
Asentí, satisfecha. Entonces recordé, con un sobresalto, las demás preguntas que tan cuidadosamente había planeado. Carlisle terminó de vendarme la muñeca con dedos ágiles y helados.
- Entonces, ¿aquí solo vives tú y tu esposa? - me esforcé por aparentar mera curiosidad. Tenía que saber con cuántos me enfrentaba.
El doctor negó con la cabeza en un movimiento fluido y lleno de gracia. Su rubio cabello reflejó la luz del sol como oro líquido.
- No, somos una familia bastante grande - su voz, tranquila y comedida, no podía más que inspirarme confianza muy a mi pesar - Vivimos aquí yo, mi esposa y nuestros hijos adoptivos. Jasper y Rosalie son hermanos de sangre, lo mismo que Edward, Emmett y Alice, y Bella y Renesmee.
Me entró el pánico mientras las matemáticas se me subían a la garganta. ¿¡Cuántos...!? Nueve. Había nueve malditos vampiros en esa casa. Mis planes de huida comenzaron sufrir modificaciones a gran velocidad.
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La Tercera es la Vencida · [Carlisle Cullen x Tú]
Fanfiction¿Alguna vez han escuchado ese famoso dicho que dice "la tercera es la vencida"? No sé cómo les irá a ustedes con él, pero en mi caso mi vida se tomó la parte de "vencida" demasiado literal y al parecer asumió que tiene que acabarse en medio de gran...