41. Epílogo

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La vida es dura, y si que lo es, lo aprendí de la mía, también de las personas que me rodeaban.

Nunca sabremos nuestro fin en este plano terrenal, o porque llevamos la vida que Dios nos brindó.
O porque nos levantamos todas las mañanas a hacer lo que tengamos en mente.
Pero, hay cosas que pueden esperar, otras no.

Nunca disfrute los momentos en familia, incluso hasta el día de hoy los anhelo con toda el alma, pero todo el tiempo se consume como una pequeña veladora, y nunca sabremos si se apague derrepente.

Siempre estuve enamorada de Yeray, nunca lo dije, nunca quise hablar de el.
Puede ser, porque creyera que nunca tendría un final feliz con el, pero así es, siempre debemos tener un pie en na tierra y el otro en el cielo, sonó gracioso, lo se pero así son las cosas, aunque a veces es justo engañar un poquito a nuestro corazón.

Pero, simplemente no quise apagar esos momentos de amistad por algo pasajero, además la vida me lo arrebató de la manera más cruel, y aunque hubiera querido decírselo se que se fue sabiendo lo mucho que lo quise.

¿Tuve tropieso en la vida? Si, todos los tenemos.

¿Me levantes antes ellos? Claro, la vida es una consecuente caída de donde hay que levantarse siempre.

Persegui mis sueños, he publicado muchos libros.

Nada me detuvo y me siento orgullosa de ello, tuve miedo no lo niego, pero aquí esto, dando todo lo que tengo.

Todo son mis favoritos, pero mi primero libro y más querido
Es aquel que escribí de niña llamado,
Lápices en la noche

Y que fue escrito cada noche, en un cuaderno viejo, con los lápices mágicos de mi amigo.

Lápices En La nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora