Capítulo 1

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Esta es mi historia.

Todo empezó digamos que un día cualquiera, en una mañana cualquiera, en un año cualquiera del mes de julio. Ese día lo recuerdo muy bien, hacia un calor descomunal y mi familia no era muy adinerada por lo tanto amanecí empapada por el sudor. La luz entraba por las pequeñas rajas de la persiana de mi habitación y por mi mala suerte, caían directamente encima de mis párpados los cuales empezaron a moverse aún estando completamente dormida. Soñaba con la recuperación de mi abuelo, siempre solía hacerlo, ese era mi mayor sueño y una expectativa a cumplir. En la calle se escuchaban ya las voces de los vendedores ambulantes anunciando sus productos.

"¡Pescado fresco!", "¡Pan, pan recién hecho!", "¡Fruta recogida está misma mañana!"

Las voces de cada Mercader se mezclaban haciendo un sonido muy peculiar en la ciudad. Entraba un rico olor a mojado por la rejilla que había abierta en la ventana. Se sentía bien. Pronto empecé a escuchar el cacharreo en el piso de abajo.

Comencé a arrugar la nariz como un conejo acariciandose el hocico y de Ahí pasé a murmurar.

-mmmm....

Di dos o tres vueltas en la pequeña cama y abrí los ojos muy lentamente. Me quedé mirando a la nada hasta que la luz que pegaba a mis ojos se volvió insoportable y me incliné un poco echándome en el cabecero de la cama. Casi sin fuerzas y aún somnolienta, acerqué mis manos a los ojos y los restregué un poco haciendo que de estos brotaran unas cuántas lagrimas. Me incliné hacia atras estirazandome y bostecé al mismo tiempo.

-¡auch!

Me asesté un duro golpe contra el cabecero lo que provocó una pequeña sonrisa. Toqué mi cabeza en el lugar del golpe para asegurar de que no había nada allí. Aún dudé un poco en levantarme, sólo de pensarlo, me volvía la persona más vaga del mundo. Juguetee un poco con las sábanas y al cabo del rato cuando no hubo más que hacer, puse un pie en el suelo
"Mierda el izquierdo" pensé, no era muy escéptica en esas cosas pero algo presentía que no iba a salir muy bien.

Me vestí y peine un poco, no demasiado, hoy iría a cortarme el pelo y me dispuse a bajar las escaleras para llegar a la cocina donde olía a pan recién hecho.

-Mmm.... mamá nunca me cansaré de decirte que eres la mejor cocinera del mundo.

Ella me contestó con una sonrisa y me senté preparada para desayunar.

[...]

"Ve con más cuidado" me gritó un hombre con mucha prisa por la calle principal que daba lugar a todos los comercios. La peluqueria no quedaba muy lejos de allí y aunque no me quedase más remedio, tenía que ir sola puesto que mi madre cuidaba de mi abuelo. Entré al local y decidí cambiar por completo, dirigí a la empleada y acabé con el pelo bastante corto. Salí de allí y antes de volver a casa pasé por el mercado para comprar algunos alimentos los cuales necesitaría para el almuerzo.

Llamé a la puerta y nadie contestaba, volví a llamar y al cabo de unos minutos mi madre abrió la puerta con una expresión en la cara la cual me indicaba que algo no iba bien.

"Pequeña, el abuelo ha empeorado..."

Esas palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez mientras me dirigía a mi cuarto a encerrarme como siempre hacia cuando tenía algún problema que no sabía solucionar por mi misma. Miles de ideas se barajaban en mi cabeza pero no era lo bastante valiente para realizarlas. Cogí mi libro de medicina natural y comencé a leer página tras página, confiaba plenamente en él puesto que en mi cabeza siempre había estado la idea de que si una enfermedad de produce en la naturaleza, la cura debe hallarse en el mismo lugar y a cabezona no me ganaba nadie.

Mi expresión quedó perpleja
"Plant caelo" después de largos meses de trabajo en busca de miles de libros había encontrado lo que necesitaba. Cerré el libro con una sonrisa en los labios, preparé un poco de equipaje y me dispuse a ir en busca de lo que tanto soñaba sin antes no olvidarme de despedirme de la persona por la cual estaba dispuesta a arriesgar mi vida.

-abuelo, todo saldrá bien, no te preocupes.

No me escuchaba, ya no podía o al menos eso aparentaba. Nadie sabía de mi escapada por lo tanto tenía que tratar de hacer el menor ruido posible. Crucé los dedos y al salir por el umbral de la puerta suspiré hondo y eché a correr hacia el bosque profundo.

En lo más profundo de EmelfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora