Hasta siempre, mi amor

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—¿Sabes qué es lo que más deseo en éste momento?

Erwin le miró curioso, ansioso por conocer la respuesta. Si estaba en sus manos, haría cualquier cosa por complacer a su amado príncipe. —¿Qué es?

—Que la mañana no llegue nunca. —Levi miró al cielo, clavando sus ojos grises en la figura de su madre. Cada noche que pasaban juntos, se preguntaba cómo haría para confesarle la verdad a Erwin, cómo le explicaría su verdadera naturaleza y, sobre todo, cómo le explicaría a su madre que se había enamorado perdidamente de un humano. Eso en el caso de que Erwin no le odiara por haberle mentido. Su corazón dolía de sólo pensarlo.

Erwin le miró un poco resentido, pero a pesar de todo podía entender a la perfección cómo se sentía. Besando su frente, le atrajo en un apretado abrazo que de inmediato fue correspondido. Él podría pedirle a su padre un poco más de tiempo, que prolongara la noche un poco más cada día, pero ¿con qué fin? No había forma en que pudiera pedirle algo así sin tener que confesar que había estado viéndose con un humano por las noches. No sólo eso, que estaba totalmente prendado de él. Y Levi... aun no podía encontrar el valor para decirle la verdad.

Así, unidos en un abrazo, ambos se debatían internamente sus propios asuntos, odiando tener que mentirle a la persona que más amaban pero al mismo tiempo temiendo perder al otro si decían la verdad. Era todo tan difícil que en más de una ocasión habían considerado dejar de verse, pero nunca funcionó.

—¿A dónde vas todas las mañanas? Tal vez podría ir contigo. —Se atrevió a sugerir Erwin, acariciando su mano con ternura para aplacar sus propios nervios.

Luego de pasar casi dos meses juntos, Erwin estaba más que seguro de que Levi era un príncipe de algún lugar cercano. Algunas veces él le hablaba de su madre y de las cosas que hacían juntos durante el tiempo que se iba, pero Erwin estaba convencido de que había algo más que no le estaba diciendo. Tal vez su pequeño amor estaba comprometido... de sólo pensarlo se sentía morir.

—Me gustaría que lo hicieras, estoy seguro de que te llevarías bien con mi madre. Ella te amaría. —Levi sonrió imaginando un encuentro entre ellos dos. Erwin era todo un caballero, amable, elegante, valiente, seductor... tan diferente a todos los demás, a todos esos hombres que noche a noche intentaban conquistarla, a los hombres que tanto temía que le hicieran daño. Estaba seguro de que su madre lo aceptaría. Lo haría si Erwin no fuera un humano. —Pero sabes que no es posible. No ahora, al menos.

—Ya no puedo estar lejos de ti. —Respondió Erwin con tristeza, dejando varios besos en su rostro.

No era la primera vez que tenían esa conversación, pero nunca era fácil despedirse. Con el amanecer ya muy próximo, ambos dejaron de hablar de eso para aprovechar el poco tiempo que les quedaba juntos.

 Con el amanecer ya muy próximo, ambos dejaron de hablar de eso para aprovechar el poco tiempo que les quedaba juntos

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Cuando Levi volvió con su madre, estaba más nervioso de lo usual. Aunque no había vuelto a insistir sobre quedarse después del amanecer, cada día era más difícil inventar cosas nuevas que contarle a su madre e incluso comenzaba a olvidar aquellas que le había contado anteriormente, haciendo que se equivocara algunas veces o mezclara las cosas.

La leyenda del Sol y la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora