3.Tiempo juntos

2.1K 202 107
                                    

El asiático-americano veía al otro con la misma curiosidad que emanaba de Miguel momentos antes. ¿Cómo era posible que un niño que parecía a simple vista tan normal y 'x' pudiese despertarle tanta intriga simplemente tocando una canción?

—¿H-Hiro?...— Preguntó con voz quebradiza y sutil la señora, sólo para verificar la escena. A lo mejor su mente le estaba jugando bromas pesadas por la desesperante necesidad de verle pintado un gesto diferente al de la neutralidad otra vez, así que quiso intentar llamarle, pero si el pequeño mexicano lo había visto también... Significaba que era cierto, ¿verdad? Ya ni sabía qué pensar, y sus dudas siguieron así hasta que el adolescente comenzó a girar la cabeza de una forma ni tan rápida ni tan lenta para poder mirar a su querida tía con un poco de pena y confusión por haberse dejado llevar tanto por sus emociones, cosa que no iba acorde a su personalidad y capacidad intelectual, (de hecho aún no estaba del todo bien) como ya se había mencionado Hiro sabía lo que pasaba a su alrededor –o más o menos– y tal vez sí trató de espabilar pero a fin de cuentas era humano y para acabarla, también estaba en plena pubertad, por lo que tenía un lado sensible muy poderoso quisiera o no. No había forma de despertar por su cuenta, pues recordaba el por qué tenía ese estado de ánimo, por qué hacía esos berrinches de mal gusto que causaron tanto dolor a su tutora, por qué no podía salir adelante sin que algún ser amado lo dejase...¿por qué...sólo a él?... Y caía de nuevo, era demasiada carga para su corta vida.

—Tía Cass...¡coff!— El tono de Hiro se había hecho más grave y rasposo, le era difícil pronunciar palabras pues había tenido semanas sin usar su voz, así que necesitó toser y aclararse la garganta varias veces para poder intentar decir algo. Sin embargo Cass se lo impidió envolviéndolo entre sus cálidos brazos, estaba emocionada y aún muy sorprendida por lo que el niño más pequeño entre los tres, casi siendo un desconocido había logrado por ellos. Hiro respondió el abrazo titiritando del gran esfuerzo que le costaba hacerlo. Al no haber comido por tanto tiempo empezaba a perder su vitalidad, de hecho su estómago rugió ligeramente como si también lo hubieran vuelto a encender ya que no había hecho ruido desde entonces, esto sólo logró que su tía se separara y limpiándose un poco las mejillas se le viniera a la mente una chispa — V-vaya, es verdad, tienes hambre, lo siento. Esperen un momento aquí, ¿si? Iré... A la tienda más cerca posible y compraré algo de frutas y cosas para darles — Se levantó de su asiento y posteriormente bajó hasta la altura de Miguel para posar una mano sobre su hombro delicadamente — Cuídalo por mí, por favor - Dijo sonriéndole como pudo. — P-por supuesto señora, no hay problema — Respondió Miguel de igual forma tratando de sonar calmado.

La adulta se fue dejándolos sólos. Por unos minutos hubo un silencio un tanto incómodo, el mexicano se sentó a un lado del contrario justo donde se encontraba Cass anteriormente pero no se miraban. No sabían qué decir ni qué hacer, en consecuencia, para que el tiempo pasara más rápido, el moreno empezó una serie de acordes al azar con un arpegio suave y fino, daba la sensación de tranquilidad que uno experimenta de niño cuando le cantaban arrullos después de una fea pesadilla para poder seguir durmiendo. Pues bien, él ya estaba más relajado y ese momento tan tenso lo estaba dejando libre. En cuanto a Hiro... simplemente miraba atento lo que Miguel hacía, no era por nada pero tocaba demasiado bien para ser tan pequeño, se veía a kilómetros que la música era su todo, muy diferente a él mismo y eso inconscientemente le atraía en el sentido peculiar. Necesitaba decirle algo, quería conocerlo pero no podía soltar una sola letra sin que se estuviese muriendo al instante, y aún así era terco consigo mismo — Mi-gue... ¡COFF! ¡COFF! — El mencionado salió de su mundo un poco asustado y al ver a Hiro sufriendo tanto le ofreció una pequeña botella con agua que tenía en la bolsa de su pantalón.

— To-toma, necesitas hidratarte después puedes hablar — El de cabellos alborotados sujetó el envase y tomó de él. Podía sentir aquella sustancia corriendo por su cuerpo, era algo muy placentero que se había abstenido de experimentar en días y hoy gratificaba. Se lo acabó todo. No hubo ni una sola gota más. Él seguía sediento, pero al menos le ayudó a poder comenzar la plática sin lastimarse. — Gracias y...perdón — Devolvió aquél objeto a su dueño.

Tu "Tierra De Los Muertos"|| HiguelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora