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—Solo si me prometes, que me  dejarás sentirte un poco más, quiero estar a tu lado, así como lo estamos ahora.

—Esta bien...

Intento caminar, pero siento los brazos de Dylan por mis piernas, haciendo un poco de fuerza logra cargarme.

—Descansa en mis brazos, amor.

Mentiría si dijera que dejaré de llorar, por que en realidad, no he dejado de llorar, como se supone que afronte esto: Mi papá siendo un asesino, mi mamá fue una mujer que me ocultó muchas cosas, un matrimonio forzado en el cual tengo que actuar como la esposa perfecta.

No existe algo que haga que deje de llorar, esto ya fue mucho para mí.

Lloré como niña pequeña en su pecho, no podía aún asimilar que mi padre pudiera hacer algo asi y matar a la mujer que él según amaba, la mujer que presumía antes sus amigos, la mujer la cuál era mi mamá.

—Amor, ya llegamos. —dijo Dylan acariciando mi mejilla y retirando un mechón de pelo que estaba pegado a mi rostro.

Asentí y me dispuse a bajar de sus brazos, pero él me lo impidió.

—Voy a abrír la puerta, te acostaré en la cama, luego iré a comprar algo para poder comer y comeremos, tendremos tiempo para hablar después, ahora descansa, amor. —finalizó.

Como él dijo, las cosas se hicieron de esa manera, me recosto en la cama, me depositó un tierno beso en la frente y salió de la habitación.

—Te odio, te odio me quitaste a mi mamá por tu ego de hombre, idiota. —lloraba y le pegaba a la cama.

Me paré y empeze a dar vueltas por la habitación, me senté en la cama dándole la espalda a la puerta.

No simplemente podía dejar de llorar y hacerme la fuerte, está era una herida que me costó mucho cerrarla y ahora la estaban abriendo a la fuerza, dolía como el carajo, hasta el simple echo de llorar dolía.

De un sólo grito, que solo se podía  escuchar como una vocal, saque todo, grite entre sollozos, mi cuerpo temblaba y mi corazón dolía.

El grito no paraba, mi garganta dolía, miraba borroso, los ojos estaban empañados por completo por grandes lágrimas, sentía como mi cuerpo seguía temblando, la piel la sentía helada pero el interior hirviendo, unas manos se posaron en mis hombros.

—Saca todo, amor llora si quieres llorar, golpeame, gritame, pero saca todo el dolor que hay ahora en ti. —dijo Dylan, sabía que era él desde que me tocó los hombros y tenerlo a mi lado me hacía aún más débil, las ganas de llorar aumentaban.

—Vete por favor...

—No, me fui una vez y no sabes cuanto me arrepiento te haberlo echo y no lo volveré a hacer.

—Por favor, déjame sola. —dije en un hilo de voz casi inaudible, sus manos dejaron mis hombros.

Lloré con más fuerzas al creer que me dejó, sí, le pedí que me dejará pero era lo que menos quería.

—Jamás te voy a dejar, amor.

Me lancé a sus brazos, me sentía débil al tenerlo a mi lado, pero ya en sus brazos toda debilidad acabada y me hacía sentir en casa.

—Mi mocosa, no sabes cuanto te extrañe. Te perdí por idiota pero te recuperare, amor. —dijo en un susurro.

—No hables, déjame sentirte.

Con mis manos torpes acerce su rostro al mío y uni nuestros labios en un dulce beso.

—¿Prometeme tú también algo, sí?

El mejor amigo de mi papáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora