Capítulo 1

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Hace mucho tiempo, existía un de zorro de nueve colas

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Hace mucho tiempo, existía un de zorro de nueve colas. Cuando las colas oscilaba, destruía montañas y provocaba tsunamis. Para contrarrestarlo, la gente reunió a los ninjas.

—Manténganlos aquí hasta que los cuatro lleguen—Ordenó un ninja alzando la voz.

—¡¡No los dejen acercarse a la aldea!!—Lo secundó otro.

Un ninja sello al monstruo en un combate de vida o muerte, y murió .

El ninja era conocido como el Cuarto Hokage.

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AÑOS DESPUÉS

Una niña yacía dormida en su amada cama, su larga cabellera dorada estaba desparramada por toda la almohada cubriendo su rostro, podría seguir durmiendo si no fuera por los rayos de sol que alumbraba justamente a su cara.

Soltando más de un bostezo la niña se sentó en su cama aún con sus ojos cerrados, entre abrió un ojo para ver el reloj que estaba en su mesita de noche a su derecha, en el cual señalaban las siete de la mañana, de las cuáles faltaban quince minutos para sonar la alarma.

Regañándose a sí misma por olvidar correr las cortinas anoche se levantó muy despacio, tomándose su tiempo y arrastró sus pies a la única puerta que había en su habitación que la llevaba a un pequeño pasillo que estaba adornada por dos puertas y unas escaleras que se llevaban a la planta baja.

Sin más preámbulos se dirigió a la última puerta mirando de reojo la puerta que estaba al lado de la suya, preguntándose como despertaría a su gemelo esa vez.

Con una sonrisa en el rostro entró al baño a darse una ducha para despertarse del todo no sin antes hacer sus necesidades.

Fueron cuestión de pocos minutos para salir del cuarto de baño con sólo una toalla enrollando su pequeño cuerpo, caminó de regreso a su habitación para ponerse su ropa habitual.

Ya una vez seco su largo cabello lo ató en dos coletas. Una vez ya estando con más ánimo se dirigió a la habitación de su hermano queriendo sorprenderlo pero la que terminó sorprendida fue ella.

Aunque por dentro ya se lo esperaba.

La cama en donde debería estar su hermano gemelo roncando estaba vacía.

Entrecerrando los ojos se acercó a la cama para después agacharse y ver debajo de ella confirmando sus sospechas.

Para madrugar e ir a la Academia eres un caso pero no cuando se trata de tus travesuras, Onii-chan, pensó la niña con una pequeña sonrisa.

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