"Señorita Park JaeRi, el señor Jung pide verla en su oficina en cinco minutos."
Ser la becaria en un periódico no estaba nada mal, exceptuando el hecho de que siempre tenías que andar buscando cualquier cosa o haciendo todo tipo de trabajos menos el que te gustaba, lo cual se estaba volviendo cada vez más común y cansado. Y eso era una de las cosas que me molestaban más, en el fondo sentía que era una chica con mucho que aportar y creía firmemente que no estaba destinada a vivir en cuatro paredes redactando las mismas historias todo el tiempo.
En el instante en el que me llamaban iba un poco apretada de tiempo y con muchas cosas por hacer en el día. Pero mi jefe era alguien estricto y exigente en cuanto a los horarios, y no podía hacerle esperar. Dejé mis papeles en el cubículo y corrí como pude en dirección al despacho del señor Jung, encontrándome con la agradable sorpresa de que quien me esperaba era nada más ni nada menos que mi mejor amigo Hoseok, el hijo de mi jefe.
Hoseok era un chico cálido y amigable, de sonrisa dulce y personalidad deslumbrante. En pocas palabras, uno de los humanos más increíbles que existen. A pesar de ser un año mayor que yo logramos entendernos perfectamente. La verdad era difícil imaginar que él y el señor Jung fueran de la misma familia, aunque el chico sonrisa asegurase que su padre era un sujeto comprensible y benévolo.
- Oye, Jung Hoseok ¿en qué líos me metiste ahora?- Le miré inquisitiva, tratando de maquinar por qué este chico sonreía de esa forma tan particular.
- ¿Pero quién te creíste para hablarme así, mi hermana?- Preguntó con una falsa molestia bastante notoria.- Ni siquiera ella me trata así.- aunque hubiera querido contenerme, empecé a reír a causa de sus ocurrencias.- No es chiste, respétame.
- Vale, vale... No me estoy riendo- pero si lo hacía, es que nosotros jugábamos todo el tiempo y ahora venía a hacerse el digno.- Bueno, ya paro. Entonces, dígame para que me necesitaba Hoseok sunbaenim.
- Ummh...- entrecerró sus ojos a medida que avanzaba hasta rodear el amplio escritorio para quedar justo frente a mí y sonreírme como un chiquillo de seis años. -Me gustaba mucho más cuando me llamabas oppa.- el chico hizo un puchero de lo más tierno y no tuve otra opción que abrazarlo. Pasaban los años y yo estaba segura cada vez más segura de que él siempre sería así.
- ¿Hobi oppa?- Hoseok peino mi cabello con sus delgados dedos muy delicadamente, acariciando mis sienes cuando estos daban leves roces contra la piel de esa área, mientras él me observaba desde arriba- O me dices ya a qué diablos se debe el hecho de que alteres mi ocupada agenda o me largo de aquí y cancelamos la salida del sábado próximo.
- Joder no, ya no me pueden devolver el dinero de las entradas del cine.- me soltó de repente entre risas. También reí con él, preguntándome que pasaba por su mente cuando me miraba así, como ahora, sus ojos parecían querer transmitir una calidez y alegría inmensa, no solo a mí, sino también a todas las personas a su al rededor.
- No me dejes solo. Por favor toma asiento.- le hice caso y empezó a hablar.- Te he citado aquí en la oficina de mi padre por un asunto realmente importante.
- Oh vaya. ¿Y qué es, por que no comenzaste por allí antes?
- Tenía pensado hacerlo, pero cierta personita empezó a interrumpirme mientras lo hacía.- clavó sus oscuras orbes en mi persona con un deje de diversión.- Tal y como ahora.
- ¡Pero si el que se desvío del tema fuiste tú! Yo no soy la que va por la vida dándosela de alguien digna.
- Ya decía yo que te faltaba algo- Empezó a molestarme de nuevo, a mí, quien he sido su única amiga normal en toda la vida, según él. Bufé algo inteligible pero a pesar de no entenderlo soltó una leve risita y usó su mejor tono apaciguador, conociendo de antemano lo que le esperaba si no ponía un alto.- Vale, vale... solo estaba jugando preciosa, no te enfades... ¿¡¡Me dejarías decirte la noticia ya!!?
