"Detective Jeon, el señor Jung le espera abajo."
Había pasado varios días intentando armar un rompecabezas prácticamente imposible. Solía pensar que todas las incógnitas tenían solución hasta que se topó con esta. Y era algo que le costaba enormemente admitir puesto que no había nada que Jeon Jungkook no pudiera hacer.
Después de meditarlo un tiempo, cayó en cuenta de que tal vez sí podría resolver esto, al menos no solo. Por eso acudió a Hoseok en busca de ayuda. No solía pedir favores, le gustaba trabajar solo. Así lo había hecho desde que cumplió los dieciséis años y se había encontrado envuelto por todo este mundo, y así estaba bien. Pero claro, para todo siempre existe una primera vez así que una semana atrás él y aquel chico castaño de facciones sonrientes estuvieron deliberando sobre la situación durante mucho tiempo y acordaron verse luego cuando alguno de los dos hubiera hallado una posible solución al problema.
Pero estaba pensando que seguramente un "nos veremos luego" para Hoseok significaba un "iré a verte a tu oficina cuando se me venga en gana" puesto que el muchacho no se había molestado siquiera en llamarle veinte minutos antes.
Restregó su rostro con ambas manos, conteniendo las ganas de matar al joven que aguardaba afuera al escuchar a su recepcionista hablarle al intercomunicador de su oficina, recordando que todo aquello tenía su razón de ser.
-Rebecca, por favor dile que espere un momento.
-Oh, mira ese pez. ¡Se parece a Nemo! Dame mi teléfono, quiero hacerle muchas fotos.
-Entendido... S-señor Jung, por favor manténgase alejado de la pecera.
Quién sabe, a lo mejor se lo pensaba un poco más y terminaba realizando uno de esos tantos actos denominados por la sociedad como atroces y de los cuales había resuelto muchos casos de manera sumamente exitosa. A diferencia del actual, en este al menos tendría la certeza de quién fue el asesino.