Complejos y síndromes

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Atado, frente al tribunal y las miradas de los testigos, contemplaba en silencio mi audiencia militar. Era natural que estuviera así, después de todo, temían que podía convertirme en un titán y acabar con todos. En poco tiempo, todos expresaron sus ideas y preocupaciones, como si se tratara de un discurso elaborado. Tenía dos opciones:

1.- Ser entregado a la Policía Militar quienes acatarían las órdenes de la familia real.

2.- Unirme al grupo de investigación para recuperar la Pared María a cualquier precio.

Ambas alternativas suponían un peligro mortal. Significaba separarme de Armin y Mikasa y, por supuesto, la acción que nadie se atrevía a mencionar:

Asesinarme.

Más no tuve elección.

Como si se tratara de un poderoso cazador, algo se acercó rápidamente. Lo último que supe fue que la gravedad me atrajo agresivamente hacia el suelo. Incluso noté cómo voló lo que parecía uno de mis dientes. Un hilo de sangre se entrevió de mis labios, cayendo lentamente sobre mi ropa. De pronto, recibí otro impacto fuerte en mi estómago que me dejo sin aliento. Los murmullos y exclamaciones fueron reemplazados por un extraño silbido agudo. Unas manos fuertes sujetaron mi cabeza y jalaron de mi cabello, obligándome a reconocer a mi agresor. Para mi sorpresa, se trataba del sargento Levi; el soldado que podía enfrentarse contra cien titanes. Sin aviso, en un ágil movimiento colocó su pierna sobre mi cabeza y me tiró al suelo sin piedad. Sentí la frialdad de su bota sobre mi cuello así como la fuerza que ejercía para que continuara inmóvil.

- Para disciplinar, el dolor es lo más efectivo- exclamó el sargento.

No pude darle mayor importancia a sus palabras. El extraño silbido agudo seguía en mis oídos junto con el sentimiento de humillación y de no saber qué hacer. Incluso el general Dalis Zacurey hizo caso omiso de la agresión. Sin embargo, el sargento continuó presionando su bota sobre mi rostro. ¿Acaso esperaban tratarme así sin esperar una respuesta? 

No obstante, la audiencia se percató de mi enojo, provocando que detuviera la agresión. El sargento dio muy clara sus intenciones de saber "utilizar mi fuerza" así como encontrar los medios adecuados para "destruirla" si fuera necesario. Palabras clave que cualquiera de los bandos estaría conforme de escuchar. Era sencillo: podían usarme y deshacerse de mi. Una estrategia que terminó convenciendo naturalmente al general Dalis y poniéndome en manos de la Legión de Reconocimiento.

"No nos queda más que creer ciegamente en ti"

Fueron las palabras de Hanji, líder del departamento de investigaciones de la Legión de Reconocimiento. Pero ¿qué significaba exactamente "creer ciegamente"?

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Antiguo cuartel central del grupo de investigación

Sótano

La camisa blanca del uniforme comenzaba a incomodarme. Aunque me quité la escarola, sentía mucho calor. Me encontraba en el sótano de un castillo antiguo, hogar del cuartel del grupo de investigación, lejos de Mikasa y Armin. A pesar de ser un lugar pequeño, tenía una cama y una mesa sencilla. El único problema era mi invitado...

No podía dejar de parpadear constantemente. El sargento Levi golpeaba con fuerza un saco equivalente a su tamaño. El tan sólo recordar aquella poderosa patada, hacía que mi cuerpo se contrajera por cada impacto hacia el inocente objeto. Mi cuerpo me pedía a gritos que lo detuviera y lo entendía. Inconscientemente, esperaba que en cualquier momento el sargento dirigiera alguna patada sobre mi... ¡de nuevo!.

Blame it onDonde viven las historias. Descúbrelo ahora