Deberes militares

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Abrí los ojos lentamente. Analizando la información de aquél nuevo día. Identifiqué el aroma de la madrugada combinado con tierra y polvo. Los cálidos pero tenues rayos de sol iluminando el sitio. Las manchas en las paredes desgastadas del sótano. La frialdad agradable producida por el suelo. Parecía ser una mañana común en mi rutina.

Lo primero que surcó por mi mente fue la gran molestia que sentía en mi costado izquierdo. Estaba completamente entumido. Odiaba aquella sensación. Lo segundo fue el sonido de algunos pasos, hacía ruido con lo que parecía ser un objeto, como si estuviera sacudiendo algo. Al principio no le tomé mayor importancia, estaba tan adormilado que desconocía el tiempo o las responsabilidades de un soldado. Quizás volvería a dormir en aquél momento, relajándome a pesar de las condiciones en las que me disponía a descansar. Sin embargo, a veces la vida nos daba un motivo para desistir.

Repentinamente una sucesión de recuerdos aleatorios atravesó mi mente. El entrenamiento en la Torre, el asesinato de los titanes, la plática que tuve con Hanji, el paseo por el pueblo, cayendo al lago a gran velocidad, el sargento saliendo del agua y aferrándose a mí, el sargento quitándonos las cuerdas, el sargento quitándose su camisa, el sargento amenazándome con un cuchillo, el sargento acariciando sin sentido mi piel, el sargento... ¡¿besando mi cuello?! Desperté de golpe. Inhalando una gran bocanada de aire como si fuera la primera vez que respiraba. La cabeza me daba vueltas y mi respiración estaba acelerada. Si me viera un externo creería que estoy teniendo alguna clase de ataque. No estaría tan lejano de la realidad. ¡Quizás estaba experimentando mi primer ataque de pánico! Por inercia, traté de levantarme para respirar mejor. Sin embargo caí nuevamente al suelo ya que mis recuerdos omitieron lo inmovilizadas que estaban mis piernas y manos. Varias dudas surcaban en mi mente pero sólo alguien podía ser responsable de todo.

- Eren.

Como si el universo nuevamente decidiera conspirar a mi favor, identifiqué su voz no muy lejos de mí. Asustándome brevemente. Traté de levantarme más era inútil, realmente me había inmovilizado. Desconocía donde o quién le enseñó pero maldecía en aquél momento su conocimiento. De pronto, tuve un extraño pero familiar presentimiento. El sargento esperaba que le respondiera. ¿Cómo hacerlo en tales condiciones? Me encontraba completamente boca abajo y debido al adormecimiento matutino no me costaba trabajo pensar en qué decirle. Creía firmemente que mi cuerpo se estaba revelando por la forma tan injusta en la que durmió.

- Bu...buenos días, sar...Le-Levi...- dije en un hilo de voz.
- ¿Qué demonios te ocurre?, ¿por qué no me encaras al saludar?
- Me apena decirle que su estrategia para inmovilizarme funcionó muy bien...
- ¿Realmente funcionó en ti?

Desconocía si su pregunta fue sarcástica o era otra forma de obtener información de mi condición. Algo inconveniente porque no sabía cómo responderle. Cualquiera de las dos opciones no quería decirla. Era una forma indirecta de humillación.

- No sé realmente cómo pedirlo...- exclamé bastante nervioso.
- Sólo hazlo - dijo de golpe el sargento - ¿deseas que te las quite?

Con algo de trabajo, afirmé con la cabeza. Realmente me apenaba pedirle algo como eso. Seguramente estaba burlándose internamente de mi debilidad para desatarme. Más para mi sorpresa, el sargento se limitó a ponerse de cuclillas cerca de mí. Alcancé a distinguir sus botas lustradas y los resortes en sus piernas que iban en nuestro uniforme. Incluso... ¿me percaté de su olor corporal?, ¿desde cuándo podía reconocer su aroma o tener tan buen sentido del olfato?

- No te muevas, Eren y te pido de buena manera, no te pongas nervioso. No quiero caerme nuevamente.

Sintiéndome algo apenado, afirmé nuevamente con la cabeza. Tenía justificaciones para pedirme aquello. Las últimas veces que tuvimos contacto físico, algo salía mal. Por lo que tuve que morder levemente mis labios y cerré los ojos para no contemplar sus acciones. Esperando que de esa manera fuera más fácil calmarme. El sargento se levantó un poco, colocándose sobre mí con completa naturalidad. Fue inevitable sentir cómo mi propia respiración incrementaba y una extraña calidez invadía nuevamente mis sentidos. Era una acción sencilla y necesaria para liberarme pero: ¿por qué aquello hacía volar mi imaginación? Súbitamente percibí las manos fuertes del sargento sujetando mis piernas, haciendo varios movimientos y desatándolas. Mis rodillas sintieron alivio inmediato y pude calmarme.

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⏰ Última actualización: Apr 30, 2018 ⏰

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