DRUGS.

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—¿Lo has entendido? Te mandaré la dirección y su número, ya sabes lo que tienes que hacer. Todo depende de ti Jimin, tenlo muy en cuenta.

El rubio bufó y colgó la llamada, a continuación se dispuso a marcar al número que le había mandado su compañero. Después de cuatro tonos suspiró frustrado, lo que le faltaba era que ese imbécil no le contestara. 

—Park.—Esa voz hizo que un sudor frío recorriera su columna vertebral de arriba a abajo.

—Min.

—Tengo muchas ganas de que nos veamos pequeño.

—Kim me ha contado cosas.— Contesta tratando de parecer cortante, mas su respiración irregular le delata.

—Totalmente ciertas, cariño.

Ante lo dicho por el otro lado del teléfono, Jimin mordió su labio.

—No voy a ser tu puta personal Min Yoon-

Se interrumpió cuando una risita se escuchó del otro lado:

—Las quejas a Kim. Lo acordado es lo acordado.

—¿Y porqué yo?—Suspiró con resignación y sintió como empezó a picarle la lengua debido a los insultos que querían salir de sus labios pero que tenía que callar.

—Porque quiero y puedo. A las nueve en mi casa, te mandaré la dirección.

Jimin quiso protestar pero el sonido de la llamada siendo cortada le hizo soltar un grito de desesperación.

—¡Será-! Joder...

El rubio suspiró e intentó calmarse:

—Puedes con esto Jimin, probablemente me suban de puesto después de esto. Min Yoongi entre rejas, ¡y gracias a Park Jimin! ¿Quién lo diría?

Se acarició el entrecejo con cansancio y peinó su cabello con los dedos. A continuación se dio un baño de una hora. Pensó en como le hablaría a Min, pues todos conocían su temperamento. Frío, terriblemente irónico y egocéntrico. Pero también era irresistible, un maldito Dios del Olimpo.

Unas horas después Jimin llamó  con nerviosismo a la puerta de su "cita". Efectivamente, poco después Yoongi le abrió la puerta y le sonrió galán. Jimin sintió como la baba se deslizaba por su barbilla. Entonces cerró sus ojos por un segundo y pasó a la acogedora casa.

—Hola nene, no perdamos tiempo.—El azabache miró su reloj de muñeca—queda media hora para que Namjoon y sus secuaces vengan a por mi.

Ante lo escuchado Jimin abrió los ojos sin poder creerlo:

—¿C-Cómo-?

—Vamos agente Park, ¿realmente cree que soy tonto? Puede que Kim pase por contrabandista, pero tú no. Sólo recordar el primer día que te ví, con tu carita inocente, Dios mío, no sabes cuanto te deseo desde entonces. Tal vez eso conteste a tu anterior porqué.

El rubio traga saliva con dificultad, se plantea la posibilidad de irse corriendo pero la de abalanzarse contra el cuerpo contrario y besarle es mucho más plausible.

«Maldito seas Min» piensa Jimin y muerde su labio inferior.

—Así que sabes quienes somos...

—Claro, agente Park y Kim, de los mejores de Seúl. No dejan un caso sin cerrar. Debo aplaudir a Kim, además de ser observador a sabido mover las fichas correctamente. Por eso estamos aquí ahora. Más de dos malditos meses infiltrados en la mafia, más de dos malditos meses viendote casi cada día, resistiendo la tentación de follarte contra cualquier pared o en cualquier lugar. Te preguntarás como lo averigüe: lo supe al seguirte por la mañana, al ver como entrabas con tranquilidad a la comisaría con un café y vestido con ese traje ceñido. Me has hecho enloquecer mocoso, tanto tiempo siendo tu sombra y observandote que al final decidí entregar mi libertad a cambio de poder probarte aunque sea una vez.

—N-No voy a entregarme a tí.—no debía mostrarse débil ante Yoongi, no debía decirle que él también estuvo desde el primer día loco por él. Sería demasiado doloroso, ya lo era.

Yoongi rio y en un rápido movimiento se puso de rodillas:

—¿Prefieres que lo haga yo primero?

Sus manos fueron al pantalón del rubio y sin pensárselo mucho se lo bajó. El otro jadeó y se cubrió la cara con sus manos, sus mejillas se tiñeron de un suave rojo.

—M-Min,  yo que tu correría. Tienes tiempo de escapar. —susurró.

—¿Acaso no me has escuchado? No me importa entregar mi libertad a cambio de tenerte. Al fin y al cabo soy un mafioso— dicho eso dejó un beso sobre la tela que cubría el ya erecto miembro del rubio.

«Mierda, ¡mierda!» gritó este en su interior, revolviendose de placer pero formando una línea con sus labios para no mostrarlo.

—Vamos Jiminie, entregate a mi, no escondas más tu deseo.

Y eso hizo, se tiró a los brazos del azabache que le miraba con deseo y quizás algo más desde abajo y atrapó sus labios con las ganas que le llevaba desde que le conoció.

Perfecto.

Sus labios danzaban apasionadamente el uno sobre el otro, encajaban perfectamente, sus lenguas se acariciaban con sensualidad y sus manos recorrían cada parte del cuerpo del otro con un extraño anhelo.

Era la primera y la última vez que se sentirían el uno al otro.

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Lo dejo así porque yolo

Final más abierto que el ano de Jimin, dejen sus teorías(? alv

one shots; yoonmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora