FIRST LOVE (I)

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Mis dedos acarician las teclas del piano con melancolía. Intento hacer memoria, recordar la melodía; pero cuando mis dedos parecen estar dispuestos a presionar las teclas, se forma un gran nudo en mi garganta, se me enredan los dedos unos con otros y acabo con lágrimas en los ojos.

Me levanto a por un cigarro, a él no le gustaría verme fumando, pero ya no está así que no importa. Enciendo el cigarro y doy caladas profundas, tratando de sustituir el vacío que siento por humo. Me vuelvo a sentar, cierro los ojos y suspiro. Intento hacer memoria, pero me resulta imposible. Es como si las notas nunca hubieran existido, como si nada de esto hubiera pasado.

Tal vez me niego a recordar, tal vez la culpa que siento es demasiada. JiMin llegó, se fue y revolvió mi vida como si de un huracán se tratara. ¿Quién iba a pensar que caería por él? Yo apenas luchaba por mis sueños. Era un cuerpo, sólo eso. Respiraba, sí, pero me sentía tan muerto por dentro que sólo quería terminar con todo.

«Algún día...» me repetía constantemente.

Ahora decidme: ¿Para que respirar por respirar? ¿Para qué seguir luchado si no hay razones para hacerlo? Soy un fracaso, pero también soy un cobarde por lo que estoy en un punto medio. Sin fuerza de voluntad para terminar con todo y sin fuerzas para seguir luchando. ¿Entonces qué?

Fue un nueve de marzo cuando mi vida dió un gran giro. Era mi cumpleaños y mis amigos me sacaron de casa a la fuerza. Me llevaron a una bonita cafetería que no conocía.

Sonará cliché, pero sentí mi corazón latir con fuerza cuando le vi. El chico traía una tarta y me la puso en frente. Entonces me felicitó con dulzura y todos me cantaron. Recuerdo como me tendió la mano y con voz segura y dulce dijo: «Park Jimin, encantado. Deberías sonreír, es tu cumpleaños.»

Me enfadé y le grité que no era nadie para decirme lo que tenía que hacer y simplemente me fui.

Unas horas después Jungkook vino a dejarme un pedazo de pastel. No lo quería pero lo terminé aceptando. Entonces de detrás suya salió Jimin y comenzó a regañarme. Estaba perplejo, un desconocido me estaba regañando, me estaba diciendo sin remordimientos lo que ni mis mejores amigos me dijeron alguna vez.

No pude evitar enamorarme un poco.

Le observaba parlotear y hacer pucheros desde la puerta. Jungkook se reía detrás de él.

—¡Min Yoongi! Fuiste realmente molesto, dediqué horas a esa tarta. ¡Y te fuiste! ¡Eres un desa...!

Le cerré la puerta en las narices y apoyé la espalda en la puerta. Escuché como golpeaban la puerta y reí suavemente recordando sus mejillas rojas de rabia y sus labios haciendo pucheros.

—Precioso.

Miré el plato entre mis manos y probé el pastel, estaba buenísimo.

~

—Jimin, un chico quiere que le atiendas. —Dice Seulgi al rubio sonriéndole cálidamente.—Ve tranquilo, yo te cubro aquí.

Jimin le devuelve la sonrisa a su compañera y agradece para después rascarse la cabeza confundido, ¿quién sería?

Se sorprende cuando ve de quién se trata y sonríe en grande tal vez emocionándose un poco.

—Te ha costado una semana pero aquí estás.— el azabache salta en su asiento y después mira a sus dedos, empezando a jugar con ellos.

—Ah, si. O-Obviamente me...obligaron. - Balbuceó y el rubio rio sintiendo mucha ternura.

Jimin sabía que eran pamplinas, al fin y al cabo tenían los mismos amigos pero el azabache era algo despistado y no se dio cuenta.

—¿No tienes nada que decirme?— Sugirió Jimin levantando una ceja con una preciosa sonrisa.

El azabache subió la mirada hasta encontrar la otra. Los chicos se quedaron mirándose a los ojos por segundos, minutos para ellos, hasta que Yoongi apartó la mirada cohibido y Jimin miró al suelo sientiendo calor en sus mejillas.

«Es precioso» pensaron ambos chicos y se ruborizaron aún más.

Yoongi aclaró su gargarta y con tono frío dijo:

—Sí, que tu tarta estaba asquerosa. Creo que necesitas clases de cocina.

Jimin sintió sus mejillas arder pero esta vez por cólera.

—¡Agh!¡Eres imposible! — se tironeó de un mechon de pelo y se fue a paso rápido soltando humo por las orejas.

El azabache rio ante la adorable reacción del otro y se levantó. Caminó hasta la barra donde Jimin atendía dulcemente a dos chicos. Hizo una mueca de asco al escuchar el tono dulce con el que hablaba y cuando los chicos se fueron apoyó las manos en la barra. Ambos chicos se retaron con la mirada y esta vez fue Jimin quien la apartó, sonrojándose nuevamente.

—¿Qué?—dijo el rubio de mala gana.

—Primero, eres borde. No es un trato justo para mí que soy tu cliente. Segundo, no me has tomado nota y he tenido que levantarme yo y tercero, si te llamé especialmente a ti fue para que te quedes conmigo, no para que te vayas a ser dulce con otros. Ni siquiera tendría que estar aquí, ¿qué hago aquí? Que estupidez, no tiene sentido intentarlo...— lo último lo dijo más para sí mismo, como si ir allí hubiese sido un gran error. Se interrumpió a sí mismo cuando subió la mirada hacia el menor y se dio cuenta de que le miraba ruborizado y sus ojitos brillaban.

Jimin no pudo evitar enamorarse un poquito ante lo que escuchó.

—¿Q-Qué?

—No me hagas repetirlo—gruñó el azabache nervioso y terriblemente avergonzado por aquella confesión, por aquellos celos infantiles y por hablar en voz alta lo que no debía. Se golpeó mentalmente y se felicitó con ironía.

Jimin ríe levemente y da la vuelta y se marcha. Al otro lado de la barra el azabache suspira y se dispone a irse cuando la voz de Jimin le detiene.

—¡Espera Yoongi!

Este se da la vuelta y ve a Jimin con un batido y un plato con galletitas. Sientió cómo su corazón martilleó con fuerza en su pecho, se sintió más vivo que nunca.

~

Con el paso del tiempo, fueron cayendo el uno por el otro casi sin darse cuenta. Yoongi con su conocida faceta de pasota y vago había logrado calentar el corazón del menor aunque a veces fuera realmente insoportable. El otro con su dulzura y alegría logró mejorar los días del azabache y consiguió que hiciera algo más que respirar. Le volvió a enseñar a sentir, a amar y a ser feliz entre otras cosas. Consiguió completarle, darle el empujón que necesitaba para despegar hacia la belleza de la vida.

Por su parte Yoongi le dejó adentrarse en el fondo de su ser, le confió sus temores y le prometió que lucharía por la felicidad de ambos. Caían y se levantaban el uno con la ayuda del otro.

Yoongi retomó sus sueños rotos convirtiéndolos con esfuerzo en realidades. Había conseguido volver a sentirse alguien gracias a ese pequeño rubio que le entregó todo de él sin miedo, confiando plenamente en él...

Que gran error.

*****

Bueno, de todas maneras esto no acaba aquí, en el título puse (I) así que esperen por más e.e

one shots; yoonmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora