Estoy destrozado, el mundo cuelga de un delgado hilo para mí en este instante, cuando pasó ni siquiera me lo pregunte, no era algo que pensará y me parecía completamente estúpido e insensible el solo hecho de preguntarlo, ahora me doy cuenta de que todo fue un juego y destroce un corazón cuando pudo no haber pasado y mi vida hubiera sido otra. Nunca creí que hubiera ese nivel de maldad en el mundo y lo peor es que no lamentaba haberlo criado como mi hijo lamentaba haber sido tan estúpido como para nunca dudarlo, para creer en la palabra de una mujer que tan simple como echar agua en n vaso, me había mentido, me había ilusionado y me había hecho amar a un hijo que ni siquiera era mío. Me dolía saberlo y dudaba poder decirle a Ed en algún momento la verdad el vendría con preguntas y yo no podría contestárselas, me odiaría y ni siquiera sería mi culpa.
Cuando los niños se fueron anoche y mi madre salió con sus amigas, decidí que haría el súper así que me decidí al centro comercial cercano a la casa para comprar algunas cosas, después de sentirme espiado y algo hostigado, me dije a mi mismo que comenzaba a ser un paranoico y regrese a casa, supe que algo malo se aproximaba cuando un reluciente Audi se estaciono frente a la casa y un hombre-toro se apoyaba en él, decidí bajar de mi camioneta y dirigirme al tipo y ver que quería. Bien, ese tipo era el doble de mí, con masculinidad como guarnición y burbujeante intimidación como complemento.
—Perdona, ¿Necesitas algo?
—Sí, quiero hablar con Amanda Jacobs. —Hice una mueca.
—Lo siento, pero creo que es un poco tarde, ella falleció hace cerca de un mes y medio.
—Tú eres el idiota viudo, ¿cierto?
— ¿¡QUE?!
—Lo que oíste niño bonito, eres su viudo, a ti es al idiota que se agarro cuando le dije que no quería a su bastardo.
¿Espera qué? Su… ¿Qué? ¿Quién?
—Sí, idiota, su hijo, Ed creo que se llama… Espera —él me miro con una sonrisa socarrona cuando mi rostro se deformo con el asombro —nunca te dijo nada, que zorra, te encargo a su bastardito y ni siquiera te dijo la verdad.
—Me disculpas un momento tengo que meter el helado a la nevera antes de que se derrita. —Mascullé, la noticia me había golpeado, respiraba aceleradamente y sentía mi corazón hacerse un puño en mi pecho, ese tipo no metía, era igualito a Ed, ojos azules, cabello negro, no sé como nunca lo note, Ed no era mi hijo, mi pequeño, nunca fue mío.
—Te ayudo, muchacho parece que te fueras a desmayar.
—Créelo.
Abrí la camioneta y tome tres bolsas en un brazo mientras que él mastodonte tomaba el resto, acababa de arruinar la poco dignidad que me quedaba abrí la puerta de la casa y me dirigí a la cocina a dejar las cosas y meter el helado en el congelador, lo eche dentro y cerré el congelador con fuerza, quería romper algo, quería llorar, quería correr y disculparse, quería hacer tantas cosas y no podía hacer ninguna. El mastodonte llego dejando todas las bolsas sobre el mesón tomando asiento en la mesilla. Lo copie y lo miré atentamente. Vino y arruino la poca alegría que quedaba en mi vida, pero aun no entendía porque había venido.
—Lo veo en tu rostro estas destrozado, lo siento hermano pero, creí que la zorra te lo diría, de hecho creí que fuiste muy buena gente al casarte con ella. Es decir, hermano ¿Eres idiota?
— ¿Ah?
—El bebé nació 6 meses después de que se casarón y no tuviste ninguna duda.
—Fui idiota, lo sé, la cosa aquí es ¿A qué mierda viniste?
—Tranquilo chico, creí que sabrías que el niño no era tuyo y como yo me negaba a ir a Washington a buscar a la zorra, cuando supe que la familia se vino para acá, quise tomar la ocasión para conocer a mi hijo, pero al parecer solo vine a cagarla.

ESTÁS LEYENDO
Apologize © [SUSPENDIDA]
JugendliteraturEl no la recordaba, pero pronto lo haría y lamentaría todo lo hecho. Ella estaba comprometida pero haría todo por solo volver a verlo. El quería disculparse, y no habría nada que lo detuviera. Ella no podía olvidarlo y no quería hacerlo. "-Te ves he...