◍Capítulo Trece◍

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–Dos horas después–

“Un frappé de oreo, por favor”.-Pidió Sydney.

“Claro, y ¿usted, joven?”-Preguntó educadamente.

“Umm, yo quiero...”-Dijo leyendo con cautela el menú.

Pasaron varios segundos y la mesera expresaba cansancio al estar esperando la respuesta del castaño.

“Que sean dos frappés de oreo, por favor”.-Dijo Sydney ya también algo cansada por el asunto.

“Claro”.-Sonrío falsamente, la mesera.

“Yo no quiero frappé de oreo, Syd”.-Se quejó, Harry.

“Lo siento, pero ya me estaba abrumando esperando tanto tiempo tu pedido, aparte, la mesera estaba peor que yo, así que...Shh”.-Poso su dedo índice sobre sus labios al pronunciar las tres últimas letras.

“Pues ese es su trabajo”.

Sydney suspiro levemente con los ojos cerrados.

“Entonces, ve y dile a las mesera que quieres, pero ya, porque en esta cafetería te dan los pedidos rápido”.-Dijo Sydney con una media sonrisa.

“Eso haría de todos modos”.-Dijo entrecerrando sus ojos color esmeralda.

Harry se paro de su asiento dejando a Sydney sola, este se dirigió a la mesera que les había atendido hace unos momentos. Toco levemento su hombro llamando su atención. La mesera volteo y cambio radicalmente su expresión, de una cara feliz a una cara seria.

“¿La hice esparar tanto como para que se pusiera así?”-Se dijo a sí mismo, Harry.

“¿Qué se le ofrece, joven?”-Alzó ambas cejas.

“Me preguntaba si podría cambiar mi pedido por un latté machiatto”.

“Lo siento, joven pero no”.-Dijo cortante.

“Pero si el que va a pagar soy yo”.

“¿Y eso qué?”-Preguntó indiferente, la mesera.

“Una mesera como de 18 años y amargada, quiero mi latté, si no lo tiene haré algo que a usted no le resultará nada bie...”

“¡Harry!”-Regañó Sydney a sus espaldas.

“Mire joven, yo no voy a discutir, pero no me amenace porqu...”

“¿Qué pasa aquí, Carmen?”-Intervino un señor alto.

“Señor”.-Sus manos temblaron.-“Es que, ommm...”

“Esta mesera que tiene no me quier...”

“Lo que pasa aquí es que pedí dos frappés para los dos”.-Señaló Sydney, a Harry y a ella misma.-“Pero él no quiere frappé y pues quiso cambiar la orden y la mesera no estaba seguro si eso se podía hacer y pues...Aquí estamos”.-Intervino la rubia. 

“Oh, perdonen a mi asistente, es nueva, y claro que se puede cambiar, en un minuto estará su pedido”.-Dijo amablemente.

“Gracias, y eduque bien a su asis...”

“Harry”.-Golpeo Sydney su brazo.-“Muchas gracias”.-Sonrío tiernamente lo que causó que Harry sonriera.

“A ustedes”.-Sonrío abiertamente y se despidió con un ademán de mano.

“Gruñón”.-Dijo Sydney, divertidamente.

Este soltó una pequeña risa.

(...)

Los dos jovenes caminaban por las calles de NY; compartiendo momentos lindos, chistes, historias, risas, besos, abrazos y algunas que otras miradas pícaras, pero mucho más por lado del castaño, obviamente.

El cielo tenía mucho de que expresarse, era simplemente hermoso, muy admirable, teñido de preciosos colores del atardecer.

El día fue increíblemente especial, que ninguno de los dos quería  arruinarlo o simplemente que  se terminara, pero lamentablemente ya estaba anocheciendo y cada uno debía ir a sus casas a descansar, lo que estos dos temían era pronunciaran las palabras ‘adiós’, ‘buenas noches’, ‘sueña lindo’, etc...

En unos cuantos minutos estos ya se encontraban en frente de la puerta de Sydney. Sydney volteó a ver a Harry, y a ambos se les dibujo una gran sonrisa en su rostro, esta dejaba a Harry pasos atrás. Harry abrió sus brazos, y esta entro en ellos, plácidamente, Harry al sentir contacto, envolvió sus brazos alrededor de su cintura y beso detenidamente su cabeza.

A Harry no le cabía en la cabeza como pudo querer tanto a Sydney en unos simples días. Algo tiene, algo muy especial, que lo amarra a ella con mucha facilidad. De algo que estaba profundamente seguro era que no la dejaría salir de su vida, no hoy, no mañana, ni nunca. Los sentimientos que creo dentro de él son indescriptibles.

Por otro lado, Sydney, estaba llena de preguntas rondando por su cabeza, no pensaba ni quería responderlas por el día de hoy, aparte de que tenía que responderlas con Harry y no solo ella misma. Dejando a lado aquello, a kilómetros se le veía la alegría de esta, ella se sentía querida, tenía años de no sentir y experimentar los abrazos, los mimos, las risas, etc...Y se dio cuenta de algo muy cierto, no necesitas que muchas personas te amen o te quieran, con tan solo una persona puedes ser feliz. Y obviamente esa persona era Harry, y esperemos que siempre sea él.

Pero recuerden que no todos los finales tienen que ser...Felices.

|✞Dark Life✞|H.S.|Lágrimas|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora