Océano & Tetis

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—Océano tus dominios serán todos los cuerpos de agua salada, por lo que tus dominios serán bastos —dijo Gea.

—Gracias madre, pero no quisiera tener tan basto poder y estar solo, si me concedes podría elegir a una Titánide para que sea mi esposa —dice Océano con respeto y un algo sonrojado por la petición.

Gea sonríe, al recordar que ella había pedido lo mismo a su padre.

—Claro está que realizar un trabajo solo, puede ser muy triste, por eso te lo concedo, pero no la elegirás como si fuera un dulce, la elegirás por amor, por lo que sientes por ella cuando la veas. —dijo con seriedad.

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Luego de hablar con los titanes, Gea se fue a la habitación de las Titánides.

—Tetis eres la diosa del agua, al igual que Océano, pero tu dominio serán las aguas dulces, los ríos, riachuelos, lagos y lagunas —dice Gea.

—Está bien madre, protegerá cada cuerpo de agua sin ningún problema —dice Tetis con confianza.

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Un día mientras Tetis dirigía a un río y guiaba su desembocadura en algún lugar del océano, volteo hacia la anchura y belleza de ese océano y quedó prendada de la belleza que ofrecía, podía ver el cielo y el océano en su esplendor, quedo hipnotizada de esa hermosa vista y no se percató del joven que caminaba pensativo y que si alguno no volvía de su ensimismamiento chocarían. Y así fue...

—¡Oh! ¿Pero qué ha pasado? —Exclamo asombrado Océano para sí mismo, sin pensar que podía chocar con alguien.

—¡Pues habéis chocado conmigo! ¿No ves por dónde andas? —dice Tetis molesta y levantándose de la arena.

—¡Por el cielo! —Exclamó Océano, al ver a aquella chica— ¡Caos! —La chica era tan bella; tenía el cabello castaño, ojos color verde turquesa, labios carmesíes y piel canela, llevaba un vestido blanco de tela ligera que bailaba con el viento a su alrededor.

—¿Qué sucede contigo? ¿Solo sabes unas cuantas palabras? ¿En tu corto vocabulario existen las palabras lo siento, disculpa, no vi por dónde iba? —Siguió refunfuñando la chica, se dio la vuelta para verle la cara a su atacante y quedó paralizada, —es un hombre —pensó y no cualquiera, era uno muy atractivo, cabello negro, ojos azul marino, músculos y bronceado como si viviera en esa playa.

El primero en romper la admiración hipnótica que tenían uno del otro fue Océano, con voz casi en susurro.

—¿Quién eres? ¿Cómo te llamas? —pregunto curioso.

Tetis se sonrojo y oculto su rostro mirando a sus pies.

—Yo soy Tetis Titánide del agua —Océano le miró con duda y levantó una ceja, Tetis continuó— específicamente de las aguas dulces como los lagos, ríos, riachuelos. —Sonrió— ¿Y tú? ¿Quién eres?

—Yo soy el dios del océano, de las aguas saladas. —Dijo Océano con orgullo.

—¿No te parece raro? —pregunto de repente Tetis con la mirada fija en donde desembocaba su río.

—¿El que...? —pregunto Océano confundido.

—Que mis aguas dulces terminen en tu océano salado —dijo ensimismada en sus pensamientos.

—Bueno —dijo con la mirada en el inmenso océano— no todos los ríos desembocan en el océano, algunos de ellos lo hacen por la fuerza de gravedad y la inclinación de la tierra.

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