II

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Decir que no esperaba ver la línea WW en manos de todas y cada unas de las habitantes de Hogwarts, era decir que Voldemort tenia una nariz o que Snape no tenía el pelo más grasoso del mundo.

Pues sí, ella sabía que las últimas afirmaciones eran tan falsas como lo eran los habitantes de la casa de Salazar Slytherin. Aún así tendría que haberse dado una idea de que la línea WW iba a ser tan demandada que los gemelos no dudarían en venderlas a las demás chicas de las otras casas. Si bien ya podría imaginarse quien fue el porta voz y el difusor de que todas se enteraran de WW. Solo tenia que ver la cara de satisfacción de Lavender para saber que ella había orquestado todo. Por lo menos las pociones pasarían desapercibidas para los ojos masculinos y los ojos del profesorado, porque como explico Fred en las instrucciones, las pociones iban a ser disfrazadas para aparentar ser perfumes y pociones para la tos.

En el camino al gran comedor había oído a unas chicas de tercer año de Hufflepuff que usarían las burbujas de la seducción o como unas chicas de Slytherin, que juraría que eran Pansy Parkinson, Millicent Bulstrode y Daphne Greengrass, usarían el brebaje besador. Entornando los ojos por la rapidez que tuvo de venta la línea WonderWitch, se dirigió a pasos apresurados hacia la mesa de Gryffindor, donde Harry y Ron la esperaban ansiosamente.

— ¿Notaste que las chicas están raras?— preguntó Ron sin despegar la vista de la mesa de Ravenclaw, cuando Hermione se ubicó al frente suyo. Ella lo miró con sorpresa. Ron, siendo una persona con la misma perspicacia de una piedra, había captado el revuelo que había entre las féminas del castillo. Harry secundo asintiendo.

—No, no lo había notado— dijo finalmente fingiendo no saber nada y prestar mas atención a la tostada que estaba untando con mermelada en ese momento.

— ¿Segura?— volvió a preguntar el pelirrojo.

—Si Ron— dijo con toda la tranquilidad que no poseía —te vas a quedar sin desayuno— agregó finalmente llamando la atención de su amigo. Éste saliendo de quien sabe en donde estaba pensando, metió todo lo que pudo en la boca. Hermione frunció la nariz en molestia. Había hábitos de los que uno nunca podrá deshacer. Y luego dirigió la mirada a Harry quien le sostuvo por un buen rato. Finalmente se rindió y se encogió de hombros —no lo sé, Harry— aseguró para luego hundirse en su desayuno. Al menos hoy tenía el permiso para ir a Hogsmeade.

—En serio Harry. No tengo la menor idea de lo que esté sucediendo— insistió Hermione por quinta vez. Harry la había abordado cuando iba de camino a la sala común después del desayuno. Él seguía con la idea de que algo estaba pasando con las chicas, cosa que estaba en lo cierto pero que ella no estaba de humor en aclarar.

—Pero es que algo raro está pasando. ¿No notaste como andan susurrando cosas, miran raro y andan en grupos?; es como en cuarto año cuando había que buscar una pareja para el baile de navidad, pero mucho peor— Hermione bufó por la paranoia de Harry pero no lo culpaba. El comportamiento de algunas era un tanto sospechoso. Ni ella misma se fiaba de unas que otras.

—No— respondió sin más. Tenia que encontrarse con Ginny en media hora. Había quedado en ir con ella a Hogsmeade por unos chocolates de Honeydukes, cosa que empezaba a arrepentirse a último momento.

—Por favor— la tomo del brazo deteniéndola —Sé que lo sabes— agregó lanzándole una mirada suplicante. Lanzó un suspiro.

WonderWitch— Harry enarcó una ceja instándole a que dijera más —pociones amorosas y otras cosas para San Valentín. Cortesía de los gemelos— agregó frunciendo el ceño. Aún estaba molesta porque ellos hicieron de las suyas, nuevamente, importando su línea por todo Hogwarts. Y más porque siendo prefecta, dejó pasar todo aquello.

— ¿Pociones amorosas?— preguntó a lo que Hermione respondió con un simple asentimiento — ¿Y esa es la razón por la que todas andan actuando raro?

—Si.

Hermione observó como Harry analizaba lo dicho en silencio. Enarcó una ceja curiosa al ver que una pequeña sonrisa aparecía en su rostro.

— ¿Y Ginny también tiene eso?

—Y-yo... — No supo que contestar. El rostro esperanzado de su amigo la había descolocado por completo. Por otro lado, había prometido a la pelirroja no hablar sobre sus planes a nadie. Ni siquiera comentarlo con Ron, ni menos con Harry —Tal vez si, tal vez no— dijo sin querer soltar mucho. Al parecer Harry lo había tomado bien porque la sonrisa desconcertante que tenia en un principio, empezaba a agrandarse.

—Genial.

¿Genial?

— ¿Harry, no te molesta que vaya a usar una poción en ti?— preguntó alarmada, y preocupada a la vez, por el juicio de su mejor amigo. Él se encogió de hombros.

—No tengo problema si es que ella lo usa en mi— agregó divertido. Hermione se cruzo de brazos mientras negaba —Pero tendré que tomar precauciones— agregó más serio. Ambos eran consientes de lo popular que era entre la comunidad femenina del castillo.

— ¿Contento?— preguntó retomando el paso.

—Si— contestó satisfecho de que todas sus dudas hayan sido aclaradas. Se encaminó junto con la castaña hacia la torre de los leones.

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— ¿Crees que le vaya a gustar?— preguntó la pelirroja sosteniendo en alto una caja de bombones de chocolate con nueces. Según sus fuentes Harry era un aficionado al chocolate con nuez, pero aun así necesitaba la confirmación de la castaña. Hermione asintió en silencio, para la satisfacción de su amiga.

—Es lo único que come— agregó recordando las pocas veces que Harry compraba esos bombones cuando iban a Hogsmeade.

— ¿Y no vas a comprar nada?— enarcó una ceja al ver que la castaña no tenía nada en sus manos.

—No lo sé— comento insegura. Echó un rápido vistazo a la tienda. HoneyDukes estaba repleta de estudiantes, algo común para cualquier día, a excepción que el día siguiente iba a ser el día de los enamorados. Los tonos rosados acompañados de ornamentos como burbujas de corazones, guirnaldas danzarinas y confetis, estos último estallaban cuando los alumnos entraban al local, Cupidos en miniaturas que lanzaban flechas, las cuales se deshacían dejando un agradable rastro a chocolate, y otras cosas más, llenaban el lugar dándole la sensación a Hermione de que era el lugar más denso y cursi, según su juicio, de todo Hogsmeade. Por supuesto que superando el salón de té de Madame Tudipié, que hasta ahora no había un lugar más ridículo como tal.

—Podrías comprar unos cuantos chocolates— sugirió la pelirroja señalando el escaparate donde se encontraban los mismos.

Hermione se acercó dudosa al lugar. Había una gran variedad de chocolates que no sabía cuales comprar. Después de meditarlo por unos minutos, finalmente se decidió por llevar chocolates con menta. Si para el resto del día no se decidía qué usar de la línea WW, podría quedarse con los chocolates. Al final el chocolate con menta era uno de sus favoritos.

— ¿Chocolate con menta?— preguntó Weasley con una pequeña sonrisa. Hermione se encogió de hombros, portando una sonrisa idéntica a de la pelirroja —Sólo esperemos que a él también le guste— agregó de manera enigmática.

—Lo que digas— susurró rodando los ojos e ignorando el tono burlón de su amiga.

Un San Valentín de locosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora