Ethan nunca se había planteado ser vegetariano.
Pero, mirando lo que pretendía ser un trozo de carne en su plato, la idea de solo comer la lechuga y el pan era tentadora.
Era la hora del almuerzo, y había terminado sentándose en la mesa de Azul, luego de que esta le insistiera hasta el cansancio.
En la mesa había otros cuatro jóvenes. Matías y Abel eran dos chicos que hablaban hasta por los codos y eran muy graciosos, y que prácticamente golpeaban todo lo que se movía, y lo que no también; ya fuera porque se reían, por torpeza, o por “calentones”, como decía Azul. Celeste y Uma eran polos opuestos con los chicos; menos ruidosas, y de carácter más apacible.
- ¿Así que ya sabes que todo lo del santo convento es un cuento no? – le preguntó Abel.
- Sí, un poco… - contestó. Le había bastado con presenciar la oración antes de la comida, como para saber que tanto los chicos como las monjas no tenían un pelo de religiosos. – Azul me dijo de los azot…
- Ah, sí. – interrumpió Uma, mostrándole una cicatriz en el hombro. –pasamos por eso. - Ethan pudo observar otra en la pierna de Abel, una en el brazo de Celeste y otra en el abdomen de Matías. – Las nuestras son por desobediencia de primer grado, pero la chica al lado tuyo, - dijo señalando con la cabeza a Azul - cabreó a la Madre, y se ganó una de tercer.
- ¿Grados?
- Es un sistema que armaron los directivos para mantenernos a raya. – dijo Matías, llevándose una hogaza de pan a la boca. – si tu error es menor, como por ejemplo no cumplir con los horarios durante un tiempo prolongado, generalmente, son heridas de primer grado.
Pero si es mayor, como por ejemplo robar comida, o intentar escapar; BAM, azote de tercero para arriba. – si no estuviera tan horrorizado, Ethan seguramente se hubiese reído de su expresión.
- ¿Y esto es... legal? – Todos se encogieron de hombros, pero Ethan ya estaba trazando redes: si esto era ilegal… “Miller desenmascara reformatorio prestigioso” ¿Cómo te suena eso papá?
Echó un vistazo al comedor. Todos esos “delincuentes”, sentados con la cabeza gacha, bajo la mirada de una monja en la puerta.
- Con esto, de seguro que aquí no falta nadie, ¿no? – dijo para destensar un poco el ambiente.
- Sí, si… bueno casi. – la respuesta de Abel lo tomó por sorpresa.
- ¿Casi?
- Si, es decir, falta una compañera, pero no es de extrañarse, suele ausentarse aquí cada tanto. – dijo, Celeste quitándole importancia, pero notó que el tema la incomodaba.
Ethan casi se atraganta con la comida.
¿Había una forma de salir de allí?
- ¿Y porqué sale? – dijo tratando de disimular su entusiasmo.
- No lo sé. A decir verdad nadie lo sabe con claridad. Hay varias opiniones, pero ninguna es demasiado convincente. Es una chica algo… extraña, no te la recomiendo mucho.
- Oh… okey, no importa. – más vale que le importaba, pero decidió no hacer comentarios al respecto.
En ese momento, la puerta del comedor se abrió, y por ella entró un grupito de cuatro chicas que parecían salidas de una novela para adolescentes.
La obvia “líder”, una morocha de pelo largo, caminaba como si fuese la reina de Holanda, mirando a todos con soberbia. De pronto clavó su mirada en Ethan como si fuese digno de su atención, y siguió caminando.
- Dios me libre y me salve de esas pecadoras, amén – dijo él con sarcasmo, al ver las expresiones de los chicos. Estaba acostumbrado a tratar con esa clase de gente.
Matías se desternillaba de la risa.
- Adoro a este tipo – dijo señalándolo – sí son unas rayadas.
- Están así porque Amelia no está. – dijo Uma, revoleando los ojos – A veces agradezco su carácter, si logra bajarle los humos a Natalia.
- Amelia es la chica que no está. – le aclaró Azul, quien ni se había inmutado – y ya conoces a Natalia.
Amelia. Carácter problemático. Evitarla. Podía hacer eso.∆∆∆
Azul se había ofrecido a ayudarlo con sus cosas.
Abrió un cajón, para guardar una campera, y se halló con que este estaba ocupado con ropa negra y una caja.
- ¿Y esto? – le dijo a Azul mostrándole el cajón.
- Debe ser ropa que dejó alguna monja… o ropa de tu compañero. -Dijo pensativa.
- Nop, no tengo compañero.
Azul lo miró sorprendida.
- Espera, ¿no compartes habitación con nadie?
- No, ¿por qué?
Vio que ella trataba de disimular su reacción.
- No por nada, por nada. Hey, en serio es solo que pensé que tenías compañero. – dijo ella al ver su cara de desconfianza - ¿siempre eres tan perseguido?
- La próxima intenta no hacerme pensar que vendrán a secuestrarme por tocar ropa de monja– dijo sarcástico.
Azul largó un bufido, y pronto estaban ambos riéndose a carcajadas, y secándose las lágrimas.
Y Ethan comenzaba a pensar que no la pasaría tan mal después de todo.
Y eso que todavía no la conocía
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Reformatorio 666
Teen Fiction"Escuchó los disparos y las voces al otro lado de la puerta. La miró, con el corazón en la garganta; buscando esos ojos que eran la fuente de su racionalismo, de su tranquilidad. Pero la desesperación y la angustia en la mirada de ella le dijeron...