Lo Haré Por Ti Mi Dulce Azabache

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Era un día ordinario como cualquier otro, el cielo estaba cubierto de nubes grises, el viento soplaba con fuerza y estas dos almas seguían en busca de ese calor que se les había arrebatado.
Ya habían pasado algunos años, aún después de haber pasado tanto tiempo desde aquel día Smith y Ackerman no perdían la de encontrarse nuevamente.
Ese día aunque era ordinario era el día mas feliz de la vida de ambos jóvenes pues creían firmemente en que ese día se encontrarían.
El rubio había conseguido la autorización de volver tan solo por 2 días a ese hermoso lugar en Londres, durante el viaje el rubio solo podía pensar en aquel chico de cabellos oscuros, deseaba verlo, tenía tanto que contarle.
Por su parte el azabache también estaba emocionado pues había superado cada prueba por lo cuál se le había otorgado el permiso de ser padre finalmente, ahora mismo el chico estaba viajando a el monasterio en donde supuso vería de nuevo a ese lindo sujeto al que tanto amaba.
Sin embargo el destino ya les tenia una jugada nada justa.
El joven oji azul entro corriendo con emoción a aquella iglesia, mejorada, con nuevas imágenes y nuevo personal, subió hasta aquel lugar y con ímpetu abrió la puerta.

- ¡¡¡Rivaille!!! He vuelt... -

Su voz seso al ver que en aquella habitación solo se encontraba un hombre de edad avanzada ordenando una pila de registros.

Por otro lado, el joven azabache al bajar de el tren corrió hasta aquella edificación y con emoción pregunto por la habitación de el padre Smith, una señorita le indicó.

-es la habitación 18 subiendo las escaleras a la derecha pero.. -

El azabache no le permitió terminar pues ya había impartido su rumbo ha la habitación 18, subió las escaleras y giro a la derecha, al observar la puerta de dicha habitación giro la perilla y con emoción replico.

-¡Erwin te he encontra... -

El chico quedo perplejo pues en esa habitación no había absolutamente nada mas que un pequeño ropero y una cama, el joven con las manos temblorosas y los ojos cristalizados cerro nuevamente la puerta y bajo las escaleras.
Ambos estaban decepcionados mas no podían dejar sus labores por esa situación personal, con valor ambos pidieron extender su tiempo en ese lugar para esperar a que volvieran uno con el otro.
Jamás imaginaron que ambos se estaban esperando en lugares completamente opuestos.
Pasaron algunos meses y seguían sin saber nada el uno de el otro, la esperanza seguía presente sin embargo los dos sabían que las cosas serían aún mas difíciles.
Erwin siguió buscando la manera de terminar con su trabajo de cura, mientras pensaba en este mismo asunto escucho que una voz femenina se dirigió a el.

-¿señor Smith? -

Al escuchar esto, el rubio giro la cabeza para observar a aquella chica la cual era rubia, de ojos claros y nariz achatada, tenia el cabello rizado y era de baja estatura, sus caderas y espalda eran un poco anchas.
El oji azul quedo un poco desconcertado pues no la había visto por ahí anteriormente.

-¿necesitas algo hija?

Respondió el rubio mirando a aquella chica.

-mi padre me hablo mucho sobre usted, realmente mi padre me ha enviado a buscarle-.

Smith estaba confundido pues no tenia idea de quien se tratase, sin embargo siguió a la chica hasta una casa bastante grande y muy lujosa.
Al entrar escucho como una voz muy familiar le daba la bienvenida.

-Erwin Smith cuanto tiempo, ¿qué tal te ha ido?

El rubio pudo observar que era nada más y nada menos que Nail, un sujeto a el que habia conocido en el instituto, siempre había sido arrogante y fastidioso. No sabía que era lo que pretendía sin embargo no le daba un buen presentimiento.

-¿qué necesitas hijo? -

Respondió el rubio con una mirada firme sobre su ex colega.

-vamos sígueme-

dijo el hombre guiando a el rubio hacia una oficina, estando ya dentro cerró la puerta, le sirvió un poco de té en una hermosa taza de porcelana.

-verás, mi pequeña quiere casarse con hombre que la ame y respete.
Estuve pensando quien era merecedor y digno de mi hija,
Tras pensarlo una y otra vez me decidí en que debías ser tú.
-eso es imposible, soy cura -
respondió el rubio sin el mas mínimo interés en la chica.

-esta es mi propuesta, tú aceptas estar con mi hija y yo te libero de el cargo de cura.
¿tenemos un trato?

El rubio analizó la situación por un gran momento, pues sabia que aunque obtendría la libertad se encadenaría con una mujer a la cual no amaba. Acepto la propuesta con el único fin de librarse para volver con el azabache.

Llévame a la condena eterna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora