Sus labios sabor Miel

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El oji azul no pudo mantener la emoción, sus hermosos ojos azules se cubrieron rápidamente de una capa de cristalinas lágrimas, su corazón latía fuerte como si fuera a salir de su pecho.
Con una gran sonrisa miro a el hombre con detenimiento y acarició su rostro con delicadeza, al instante pudo sentir como las mejillas de su pequeño azabache ardían en calor mientras que se teñían de un hermoso color rosa.

-así es de que... Te vas a casar-

Dijo el azabache con un nudo en su garganta mientras mantenía un semblante serio.
Su mirada reflejaba angustia aunque su ceño dejaba en claro su confusión.
Aquel dulce azabache de el que se había enamorado no era mas el mismo, su semblante era diferente esa mirada de dulzura se había desvanecido con los años, físicamente no había nada nuevo pues su estatura seguía siendo mínima.
El rubio al escuchar aquella pregunta, bajó la mirada y con la voz quebrantada respondió.

-lo he hecho por ti, me ofrecieron la oportunidad de alejarme de el camino religioso, así podre estar contigo, no tienes idea de cuanto te busq...

Sus labios fueron silenciados con un cálido beso, el azabache tomo el rostro de el oji azul entre sus manos y acariciando su cabello termino el beso.
En ese justo momento el azabache sintió nuevamente esos labios que tanto que había extrañado, nuevamente se encontraban tranquilos, no había mas distancia.
Lograron olvidarse de todo, de el tiempo, la religión, la boda, el fraude.
El rubio solo quería estar junto a su amado por y para siempre, solo deseaba que esos hermosos ojos grises jamás se alejaran de el, que esos labios sabor miel solo fueran para el.
Cruzaron sus miradas y con una reconfortante sonrisa fundieron sus cuerpos con un abrazo largo y cálido.
El azabache cedió el asiento de el pequeño confesario a el rubio para después tomar asiento en sus piernas, sus rostros quedaron frente a frente, Cruzaron miradas por unos momentos.
Las horas pasaron y éstas dos almas no sentían el tiempo correr, sabían que sin importar el riesgo debían estar juntos.
Su silencio fue interrumpido por la voz una voz femenina la cuál preguntó.

-¿podría confesarme padre? -

-claro que si hija mía-

Respondió el azabache con naturalidad mientras miraba a el rubio con atención.
El rubio por su parte permaneció en silencio mientras besaba con dulzura el cuello de el azabache.

-Ave María Purísima -

-sin pecado concedido-

-dime tus pecados -

-padre, verá voy a casarme pronto, o bueno eso es lo que yo creo, mi padre dice que el hombre con el que me voy a casar es un buen hombre pero.. El es distante conmigo ¿es correcto casarme? -

Al escuchar esto, el oji azul pensó rápidamente en la rubia.
-esa es tú decisión hija, si hay amor de por medio te va a ir bien, de lo contrario su matrimonio será terrible. -

Respondió el azabache aún mirando a el rubio.
La chica se levantó y salió sin decir palabra alguna, esa noche el rubio no volvió a su casa, pues se había quedado a dormir con el azabache en un mesón lejano.
Se amaron como si fuese la primera vez, como si no hubiese un mañana, como si el mundo fuera a terminar ese día.

Llévame a la condena eterna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora