Cartas a los abuelos I

205 6 1
                                        

Últimamente he pensado muchas cosas y todas llevan a la misma conclusión:

La vida se pasa volando.

Un día, estás sentada al frente del  televisor riendo a carcajadas, sintiendo la energía vital fluyendo descaradamente por tu cuerpo y al otro, estás en el mismo lugar, viendo el mismo programa y riendo levemente, porque sientes que la vida se te escapa de las manos, porque en un abrir y cerrar de ojos las arrugas hicieron acto de precencia, porque enfermas a cada instante... porque tu familia te nota una carga.

Sí, la vida pasa volando y de repente estás vieja, ya no haces lo mismo que antes, ya no sueñas con hacer esto y lo otro, simplemente esperas. Esperas a que pasen los días, a que tu vida se vaya lentamente, esperas a que te sientas lo suficientemente cansada para ya no querer levantarte, ya no querer comer y te dejas llevar, te dejas llevar por esa sensación de paz que sientes al dormir y deseas dormir para siempre,  porque al dormir, no te duelen los huesos, no sientes ése vacío en tu pecho cada vez que miras a tu alrededor y te das cuenta de lo sola que estás, simplemente, sientes paz y tranquilidad, lo que hace tiempo se te arrebató y por décima vez o más, lo deseas, deseas la muerte.

Y es aquí donde vuelves al mismo punto de partida de todos los días, de arrepentimiento de no hacer ciertas cosas, de no disfrutar plenamente tu libertad, de no haber amado lo suficiente y de hacer ciertas cosas, de odiar siniestramente a alguien, de haberte vuelto hipócrita; porque la sociedad en la que vives está lo suficientemente podrida como para haberte traicionado, una y otra y otra vez; de mentir para salvarte a ti misma, porque te diste cuenta que la gente jamás pondrá las manos al fuego por ti, de desear morir, porque cada vez que amaste te traicionaron, porque rompieron tu corazón una y otra vez, siendo los seres que has o que te han jurado amar, tu padre, tu madre, tus hermanos, tus amigas, tu esposa/o,  tus hijos y tus nietos, porque cada uno de ellos ha traicionado tu confianza, tu amor y tu respeto... has pasado por tanto que ya no quieres más guerras, más discusiones horribles, más lágrimas llenas de hipocresía, más insultos, más pérdidas y más odio... simplemente deseas la muerte y poder reencontrarte con aquel a que tanto amaste.

Es entonces que me doy cuenta, comprendo que si te pierdo a ti, perderé una parte valiosa de mí misma, que si no te disfruto lo suficiente, después me arrepentiré de no haberlo hecho. Porque sé que si te pierdo; el miedo irracional a olvidar tu rostro, tus ojos, tu voz al cantar una canción de cuna para mí, tu risa y tus chistes malos... tengo miedo de olvidarte y que más adelante tenga que inventar el cómo eras tú.
Yo no lo quiero, simplemente te quiero aquí un poco más, sí, suena egoísta, pero sin ti yo me pierdo y nadie podrá salvarme... porque siempre has sido tú la que ha conseguido salvarme una y otra vez de aquella oscuridad que me invade al recordar...

Siempre has sido mi cable a tierra y perderte a ti... es perderme a mí misma.

Y la gente no comprende éste sentimiento, de sentir y decir esto de tu abuela. Es que no han pasado por lo que yo y no te han conocido como yo, ésa faceta que tienes cada día, de contenta a alguien triste, de triste a alguien furiosa... de pensativa a alguien con dolores en cada esquina de tu cuerpo... sí, no te conocen, nunca te han visto llorar como una niña pequeña y escuchar como deseas morir y poder encontrarte con tu amado... de reír hasta más no poder o de contar cada detalle de una película, porque no son capaces de estar tanto tiempo a tu alrededor...
Si tan sólo supieran, no pensarían  que exagero, si supieran que esto va más allá de la razón humana y que con tan sólo vivencias de toda una vida los  llevarían a sentirse así por alguien.

No quiero verte morir, porque ya sé lo que se siente perder a alguien así de importante y mi corazón débil y joven, no soportaría tu pérdida.

Te quiero y aunque no te lo diga a menudo, te quiero con toda mi alma, porque con el corazón es algo medible, alcanzable, pero el alma de una persona no se puede medir ni tocar, simplemente sentirla.

Soy una persona débil tratando estúpidamente de aparentar ser alguien fuerte y valiente.

Frases Donde viven las historias. Descúbrelo ahora