Prologo.

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Prologo.

La vida en Silla era aprender a vivir en dos categorías: la clase baja y los huesos auténticos.

Si tenías la mala suerte de nacer en la clase baja, déjame decirte que estabas condenado a criarte en el mismo infierno.

A pesar de ser todos los mismo bastardos que solamente servimos para molestar a los demás, parecía que simplemente por tener un apellido importante o algún cargo ejemplar, nos hacía superiores a los demás hasta el punto de poder tener un pedazo de pan y una jarra con agua todas las noches para cenar, mientras que más allá del muro de cemento y bloques de bloc, que cubría la ciudad, estaban los demás ciudadanos pasando hambre y desesperación todos los días.

Pero... ¿quiénes se suponen que éramos nosotros sino unos esclavos más de la mismísima reina viuda?

Éramos prisioneros de una mujer que no le importaba si tendría que matar a todo el país con tal de que su corona aún se mantuviera en su cabeza, una mujer que ha alejado a su hijo por tantos años sin tan siquiera mostrar su rostro,solamente para que ella estuviera gozando de los lujos absurdos que eran acudido hacia ella cada vez que se le antojara.

Todos sabíamos que el vendedor heredero del trono era su hijo; "el rey sin rostros".

A pesar de que nadie nunca lo ha visto —o al menos alguien haya vivido para contarlo— aún se mantenía la esperanza en los ciudadanos para que algún día,salga de su escondite y nos saque de esta crisis.

Por mi parte, ya he perdido la esperanza hace tiempo. Habla decido concentrarme en mí y tratar de hacer algo que nadie en este país ha hecho.

Ser una guerrera.

Aún que al principio, todos se burlaban de mí y decían que estaba loca, jamás le hice caso, preferiría seguir luchando antes de detenerme a oír los comentarios estúpidos de personas que no tenía fe en mi sueño. Como resultado trajo, convertirme unas de las personas más importantes del la ciudad de Silla. 

—Otras vez lo hizo de maravilla Kim — habló mi superior con una sonrisa —. Quién diría que una mujer ha podido llegar a un alto nivel de fuerza y destreza — el señor Kim miro al hombre quien se mantenía tirado al suelo con una mueca de dolor. Quizás me había pasado con la fuerza, aquel  chico era tan solo un simple aprendiz, pero yo lo habían tratado como si fuera un Guerrero de primera clase.

—Lo lamento — musite entendiendo mi mano hacia el muchacho para que se levantara. El se Kim sonrió de lado con una ligera gracia al notar mi acto de amabilidad. Él siempre decía que esa era mi debilidad.

—Necesito hablar con usted.

— ¿Sobre que señor? — interrogue, pero en vez de darme un respuesta apropiada, solo me hizo un seña de que caminara con él a un lugar diferente de donde ya estábamos.

Camine con el general Kim unos cuantos pasos lejos del centro de combate. Estábamos un sitio lejos de los demás y cuando el señor de mediana edad notó que ya no había personas cerca, decidió hablar.

— ¿Recuerdas tu idea de crear un equipo de guerreros? — Asiento un tanto extrañada — Hace poco me reuní con el consejo Real y les comenté tu idea. A ellos les fascino bastante e intentaron convencer a la reina viuda de que lo hiciera y ¿qué crees?

— ¿Que?

—Le gustó la idea — una vaga sonrisa se escapó de mis labios. Era fascinante, al fin habían tomado en cuenta una de mis tantas ideas —. La reina viuda a pedido que cada chico que sea parte de Hwarang sean los hijos de los generales más importantes.

—Espera — lo interrumpí —. ¿Dijiste "Hwarang"?

—Es el nombre que se la ha otorgado al equipo, ¿qué te parece?

—Es simple pero a la vez elegante... me encanta — el señor Kim hecho una carcajada ante mis palabras.

—Otra cosa, necesitaremos de tu servicios.

—Lo que necesite.

—Eso quería oír — enarcó una media sonrisa —. Como veras. Necesitamos hacer una investigación más allá de la profundidad de cada chico; necesitamos saber cuáles son cada unas de sus debilidades, actitudes y sus comportamientos. Nosotros no nos podemos acercar puesto a que sería muy evidente de que lo estamos espiando, por esa razón queremos te ofrezcas a investigar a los muchachos.

Abrí mi boca intentando quejarme pero fui callada inmediatamente por la mirada matadora del señor Kim. Lo conocía, aquella mirada solo me decía que no tenía ganas de oír mis palabras.

Bufe en silencio y asentí.

—De acuerdo — murmure.

—Bien. Serás mejor que descanses ahora. Tendrás unos días muy agitados — volví a asentir —. Nos vemos luego.

Palmero ligeramente mi mano y se alejó de mi vista dejándome sola con un mal de pensamientos.

Que bobada, ¿ahora se supone que tendría que perseguir el traseros de unos niños mimado que no saben ni como servir ni un vaso con agua? ¡Vaya descaro!

Tome un bocado de aire y agitando mis hombros para intentar calmar mi enojo para así poder seguir con mi día. 

Hwarang [En Proceso De Corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora