7. ¿Borrachos?

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Al fin había llegado el día. El día donde se nombraran aquellos jóvenes encantadores que se integraran al nuevo linaje de los Hwarang.

Estaba emocionada, hace alrededor de una semana luego de tener la conversación con Ah Ro sobre el extraño comportamiento que Ji Dwi había adoptado ese mismo día, recolecte toda la información que pude encontrar de los chicos y se lo lleve al señor Wi Hwa encargado de guiar a los Hwarang y de una o otra parte mi socio.

Debo recalcar que la conversación que tuve con él en ese día no fue de lo más agradable. De cualquier forma eso no me quita ni un poco la alegra que sentía en este momento porque tal y como pedí, acompañare a los chicos en su ceremonia.

— ¿Estas lista? —preguntó el señor Wi Hwa entrando de repente a la sala donde se suponía que estaba yo esperando. No dude ni un segundo en agitar velozmente la cabeza en señal de confirmación, mi actitud tan eufórica solo hizo que mi mayor sonriera burlesco—. Fantástico, la Reina Madre ha venido y dice que no tolerara ningún retraso. Yo que tú estaría corriendo por mi vida para evitar ser agarrada por las enormes garras del dragón —se burló mientras emitía una especie de gruñido simbolizando ser este temido animal.

Rodé mis ojos al escuchar como este empezaba a reírse de su propio gesto y me concentre mejor en sus primeras palabras; si la Reina Viuda estaba aquí era porque el evento era uno muy honorable, lo que significa que hay que ir presentable y muy bien visto.

Rayos.

¡Yo soy todo menos eso!

—Oiga —llame al viejo quien había parado de reír luego de un largo tiempo—. ¿Cómo me veo? —indague haciendo un vago intento de mostrar mi mejor lado, el señor Wi me miro detenidamente mente para después generar una mueca de desagrado.

—Como un cerdo —aseguró sin ningún rastro de remordimiento en su expresión—. El viejo perro de mi padre lucia mejor que tú aun estando al borde de la muerte —y ahí otra vez se oía aquella risita agobiante que tanto me irritaba.

Solté un gruñido y lo mire mal. Suficiente no me quedare aquí parada ni un segundo más escuchando cada estúpido comentario que salía de la cabeza de ese estúpido hombre. Sin decir una sola palabra, me di media vuelta en sí y salí de mi cuerpo con la poca dignidad que habitaba en mi cuerpo.

« ¿De verdad me veía tan mal? » Pensé pero aleje cualquier distractor que anduviera por mi mente una vez que llegue al patio de la Casa Hwarang. Lo primero que captaron mis ojos fue la silueta de la reina Jiso sentada en un gigantesca silla en el medio de todos, a su lado como he de esperarse se haya su comandante el cual siempre la acompañaba. Camine discretamente a mi lugar no sin antes dar una reverencia por la presencia de la reina, segundos después apareció Hwa Wi con una reluciente sonrisa que siempre lo acompañaba.

Mire a adelante y visualice la imagen de los Hwarang parados en filas frente unos tablones de maderas con su nombre indicando claramente cuales era su lugar. Llevaba sus respectivos uniformes, presumiendo de su grata carisma y elegancias bastante propias de cada joven; todo iba bien hasta que me fije que había dos puestos desocupados generando mucha intriga y a la vez enojo por aquellos misteriosos irresponsables pertenecientes de ese espacio.

¿Quién demonios eran lo suficientemente holgazanes como para llegar terriblemente tarde a una ceremonia donde literalmente seria a su honor?

— ¿Podemos comenzar ya? Tengo cosas que hacer —pidió la Reina aunque siendo sinceros sonaba mas como una orden.

—Paciencia majestad, aun faltan dos Hwarangs por llegar —según su expresión, la reina parecía igual de ofendida que yo, con la pequeña diferencia de que ella no le importaba mostrárselo al mundo en cambio a mí prefería guardarme todas mi emociones para más tarde.

Hwarang [En Proceso De Corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora