ɨиƒɨиɨтє ℓɨє [001]

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Caminaba con mi cubrebocas tapando la zona inferior de mi rostro. Nadie nunca había visto mi dentadura o mis "preciosos oyuelos" que mi madre aseguraba que se marcaban delicadamente en mi rostro, aunque nunca los vi, no tengo reflejo, por ende, siempre me mantenía despeinado, jamás me había peinado perfectamente por mi cuenta, siempre había un mechón rebelde que estaba fuera de su lugar. Yo tenía la desfortuna de no envejecer. Muchos pueden pensar "es genial no envejecer", pero en realidad no es así, el no tener arrugas de más, o que cada día que despiertes no te veas tan siquiera un poco mayor tambien tiene consecuencias, como cambiar de domicilio cada año, odiaba hacer eso, pero no tenía elección. Estábamos a mediados de Junio, los últimos días de escuela, para por fin salir a mi ciudad natal, donde nací y crecí los primeros años de mi vida, ahí me sentía cómodo, nunca había sonreído fuera de mi ciudad, nunca me quitaba el cubrebocas a menos de que me sintiera totalmente cómodo, lo que solamente sucedía en aquella bella ciudad, la cual no había visto hace más de un siglo, pero este año va a ser la excepción.


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— Hey! Tú! El de pupilentes! — habló un estúpido prefecto a mis espaldas. Lo miré torciendo la mirada — Quítate ese cubrebocas! Y los pupilentes de una vez! — me dí media vuelta y me fuí. El señor siguió hablando, pero me importó un pepino y seguí caminando.

«Pupilentes? Por lo menos no puede pensar antes de hablar? Que se vaya a la mierd*» pensé mientras caminaba de vuelta a la escuela.

Puede que mis ojos rojos sean un tanto extraños, pero no por eso significa que tenga que usar pupilentes.

Al entrar por fin al edificio, pude ver que habían varios grupos de distintos "rangos". Estaban los extraños, los dormilones, los listos, los hijos de Papi, los flojos, y los populares. Yo no pertenencia a ninguno de estos grupos, prefería estar sólo, realmente yo no encajaba en la escuela, ni en ninguno de esos grupos extraños a los que todos tenían uno especial.

De nuevo llegué tarde, gracias a estar caminando por los pasillos como si no hubiera prisa alguna. Todos corrían, algunos hasta me empujaban, pero yo seguía con mi tranquilidad a todo lo que da.

Tocaba la clase de química, como odiaba esa clase, la peor que hay, sobre todo el maestro, es un estúpido, como todos los que están aquí.

— Bueno, hagan éstas páginas — señaló el pizarrón con unos jeroglíficos que se suponían que eran números. Fue lo único que dijo antes de volver a su celular.

Las clases habían pasado, y por fin estaba saliendo de la escuela, hasta que un grupo de chicos se pusieron frente a mi, mientras que uno se quedó al lado, con su cabello gris cual nube de humo. Intenté esquivarlos, pero me fue imposible cuando me acorralaron

— A dónde crees que vas? — dijo el de cabellos negros con todo su cuerpo lleno completamente de tatuajes. No respondí — Te pregunté… A dónde crees que vas!? — elevó la voz. Cerré los ojos evitando las ganas de lanzarlos hacia el pavimento.

ɨиƒɨиɨтє ℓɨє  (BTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora