Capítulo 1: La caída

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A ChanYeol siempre le fascinaron las Murallas; tan altas, imponentes e infranqueables. Ni él ni su familia pertenecían al Culto del Muro, pero aun así, con tan solo doce años, ChanYeol podía apreciar el poder que tenían. Los habían protegido durante un siglo, al fin y al cabo.

Sin embargo, a pesar de que le impresionaban cómo podían ser tan grandes y mantenerlos protegidos de los Titanes, ChanYeol siempre se preguntó que habría más allá. Por eso quizás se emocionaba más de la cuenta cuando la Legión de Reconocimiento pasaba por Shiganshina. Todas las veces arrastraba a su mejor amigo SeHun para ver pasar al Comandante Kris. Sus ojos se abrían con admiración al ver las Alas de la Libertad flotar a sus espaldas. Y cada vez, sus ganas de unirse a la Legión de Reconocimiento aumentaban.

Ese deseo también le trajo problemas en casa, sus padres obviamente estaban en contra de la idea y con razón. ChanYeol nunca había visto un Titán. Sabían que eran seres terribles que cazaban a los humanos y los asesinaban sin piedad, pero una cosa era escuchar de la gente lo que hacían los Titanes y otra muy distinta era verlo con tus propios ojos. Por eso a ChanYeol nunca le dio realmente miedo la idea de salir en misiones de exploración. Y aunque cuando la Legión regresaba, sus carros iban llenos de heridos y bultos cubiertos de vendas, el pequeño ChanYeol nunca paró de creer que aquellas personas eran héroes.

Y por ese motivo solía jugar con SeHun que eran miembros de la Legión y salían a explorar lo que había detrás de las murallas.

Aquello se encontraban haciendo ese día.

El sol brillaba por encima por encima de la Muralla María, con el cielo despejado y una suave brisa primaveral removiéndoles el pelo mientras corrían, imaginando que llevaban un Equipo de Maniobras Tridimensionales. Corrían sobre un campo situado cerca de la casa de ChanYeol. Habían aprendido a base de regaños e incluso algunos golpes, que jugar a ser miembros de la Legión por las calles de Shiganshina no era buena idea. A la gente no le gustaba escuchar gritos de "¡Cuidado, un Titán por la izquierda!". Así que siempre que querían jugar a eso, iban al campo donde no había casi gente y podrían gritar todo lo que quisieran.

—¡SeHun, un Titán de 15 metros a las dos! —gritó ChanYeol mientras trazaba una curva grande alrededor de un árbol. Tenía un palo en la mano al que le habían dado algo de punta y que utilizaba a modo de espada.

SeHun también giró, poniéndose al lado de ChanYeol y ambos con un gritó clavaron sus palos en la corteza del árbol. Sin embargo, lo hicieron con mucha fuerza y los palos se fracturaron.

—¡Lo conseguimos! —exclamó SeHun—. Aunque nuestro equipo ha recibido daños importantes —miró el palo que tenían una grieta vertical de varios centímetros y la punta hecha trizas.

—Tenemos que reponer el material —dijo ChanYeol, también observando el daño que recibió su espada. Su pelo castaño se onduló ligeramente bajo la brisa cuando giró la cabeza para buscar algunas ramas que le sirvieran—. ¡Allí, SeHun!

Localizaron un par de ramas tiradas junto otro árbol. Eran más pequeñas que las que tenían antes, pero al menos parecían resistentes, no del todo secas como para romper con facilidad. Lo siguiente que hicieron fue conseguir una piedra lo suficientemente afilada para poder darles algo de punta. Aquello les llevó un buen rato, pero finalmente consiguieron alzar sus nuevas armas, listas para ser utilizadas.

Sin embargo, en ese momento la madre de ChanYeol apareció, llamando a su hijo.

—¡ChanYeol, ven! Necesito que vayas al centro. Se nos acabó el arroz.

El castaño soltó un suspiro y murmuró por lo bajo un "qué rollo", que solo escuchó SeHun.

La familia de ChanYeol tenía una pequeña granja, por eso vivían cerca del campo. No obstante, necesitaban ir de vez en cuando al mercado para poder conseguir aquello que no obtenían de su granja.

El Silencio Oscuro [BaekYeol] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora