Capítulo 3: Entrenamiento

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Tres años más tarde

El sol de mediodía que se filtraba desde las ventanas de la pequeña cabaña, estaba calentando de tal manera la habitación que ChanYeol ya sentía cómo el sudor le recorría la espalda y le empapaba la frente. Además, el uniforme de recluta no hacía nada para aliviar la sensación de sofoco. El chaleco hacía que la camisa blanca se le pegara demasiado a la piel y los pantalones estaban tan apretados que casi parecía que formaban parte de su cuerpo. A pesar de eso, ChanYeol no podía realmente decir que aquella ropa era incómoda, sobre todo por las botas. Se notaban que eran nuevas, su rigidez era prueba de ello, y ChanYeol casi se sentía llorar porque hacía mucho tiempo que no tenía algo que brillara tanto como lo hacía el cuero de esas botas.

A su lado SeHun estaba acabando de abrocharse el cinturón. Tres años habían pasado desde que el Titán Gigante había destrozado la muralla María en Shiganshina. Tres años en los que estuvieron viviendo como pudieron en Trost. Y tres años en los que el odio hacia los titanes no hacía más que crecer en el interior de ChanYeol. Por eso mismo, nada más cumplir los dieciséis, no dudó ni un instante en alistarse para el entrenamiento para combatir a esos monstruos. Tanto su madre como la madre de SeHun (que también hizo lo mismo) se mostraron escandalizadas al saberlo. Se enfadaron y lloraron, pero sabían que no podían convencer a sus hijos para no hacerlo. Ambas vieron el fuego ardiendo en sus miradas. Aunque ellas no se lo permitieran, sus hijos irían al entrenamiento.

Si dentro de las pequeñas cuatro paredes de madera hacía calor, estar fuera, parado de pie sobre una extensión de tierra árida que parecía reflejar los rayos del sol, era otro nivel. A ChanYeol le sorprendió la cantidad de personas que se habían reunido allí. Deberían ser como seis filas de veinte personas por lo menos. Muchos de los chicos y chicas estaban conversando, pero ChanYeol no estaba allí para eso. No paraba de pensar en cómo sería su instructor y los nervios y la emoción bullían en su corazón nada más imaginar en lo que aprendería los siguientes días.

Pronto resonó por toda la explanada el sonido de un cuerno y ChanYeol no tardó en ver a dos figuras que se aproximaban hacia ellos. No tardó en darse cuenta cuál de las dos pertenecía al instructor. El hombre era alto y por debajo del abrigo se podía ver que todavía tenía músculo, pero en su cara se notaba el paso del tiempo. Tenía unos ojos grises y duros, con pequeñas arrugas adornando el rabillo de ambos. Tanto el pelo como la barba eran de un negro que había visto mejores tiempos, porque las canas le estaban ganando terreno. Sin embargo, era su postura firme y su aura intimidante las que lo hacían desatacar frente al otro individuo.

Solo hizo falta que se parara a unos cuentos metros de la primera fila de reclutas para que el silencio invadiera el lugar. El corazón de ChanYeol empezó a latir con más fuerza. Ya no tenía tan claro que los días siguientes fueran a ser tan emocionantes. Ese hombre parecía que iba a ser muy duro con ellos y que no iba a permitir que ninguno se escaquease.

—Mi nombre es DongSun y seré vuestro instructor durante este año. —Comenzó a caminar siguiendo lo largo de la fila, con paso lento pero potente—. Supongo que todos los que estáis aquí es por un motivo común y si no es así, estad preparados porque no me voy a andar con niñeces.

ChanYeol se preguntó que otro motivo podría haber para que alguien quisiera alistarse como recluta si no era para matar titanes.

—Tras la crisis que empezó en Shiganshina hace tres años, el entrenamiento se ha vuelto más estricto. Queremos que de aquí salgan guerreros que sepan defender a su pueblo, no cobardes que se escondan en las profundidades de las Murallas. Pero si es así, como sabréis solo los diez primeros podrán optar a formar parte de la Policía Militar.

El Silencio Oscuro [BaekYeol] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora