La Amistad de Amy y Troy (Capítulo 3)

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Tras lo ocurrido con el peligroso Troll, Amy fue hacia la casa de Sanaél en compañía de ella y Troy, el Guerrero Legendario, a quien conoció tras ser salvada por él y de quién tuvo una impresión inicial algo desagradable (discutieron al primer contacto).

La casa de la bruja era en realidad una especie de cabaña derruida, atravesada por un milenario árbol, por medio del cual dejaba escapar humo desde uno de los conductos de aquella extraña casa.

— Bien, aquí es donde vivo —Decía Sanaél—. Aquél árbol que atraviesa mi casa existe desde que surgió este bosque. Me ha protegido desde que nací y desde entonces ha sido mi escudo contra las atrocidades que posee este lugar.

Al llegar al hogar de Sanaél, Amy y Troy se sorprendieron por la elegancia de su interior. Tenía muebles lujosos, animales disecados y al centro, como es característico en una bruja, un caldero negro, donde creaba sus pócimas.

— ¡Es increíble! —Exclamó Amy asombrada—. Nunca pensé que viviera tan cómodamente.

— Bueno querida, una bruja debe tener sus comodidades también. —Decía risueña Sanaél.

— Se ve que te gustan mucho los lujos, a mí me encantaría poder tener esto algún día —Decía Troy.

— ¿Crees que con eso vas a ser feliz? —Le preguntó irónicamente Amy al joven guerrero.

— ¿A qué te refieres con eso niña? —Le replicó Troy a la joven.

— ¡No me llames niña! ¡Ya soy una mujer, niño! —Exclamó Amy.

— ¡Pues tú no me llames niño, que tampoco lo soy! —Exclamó Troy.

— Vaya, veo que ustedes dos se pelean constantemente, eso significa que se quieren mucho —Decía Sanaél.

En eso tanto Amy como Troy se pusieron colorados por los dichos de la bruja, separando distancias, poniendo cara de enojados.

Sin embargo, a medida que transcurrían los minutos, el joven guerrero legendario comenzaba a dar señales de calma y se puso servicial tanto con la bruja Sanaél como con Amy, aunque esta última seguía tratándolo indiferente (por obvias razones).
Pero a pesar de ello Amy tenía curiosidad por saber algo acerca de Troy y le preguntó a Sanaél sobre su origen, cuando lo conoció y algunas cosas acerca de su vida.

— Bueno querida, si me preguntas por eso, es porque te interesa —Decía la bruja.

— ¡No es eso, es solo que...! —Exclamaba sonrojada Amy.

— A mí no me engañas querida. Te gusta. —Decía Sanaél.

— No lo sé, es solo que es tan creído y arrogante que ni siquiera es capaz de entablar una conversación —Decía enojada Amy.

— Sabes querida... —Decía Sanaél—. Troy siempre ha sido orgulloso de sí mismo, tiene un carácter tan fuerte que no deja que nadie lo avasalle, pero no siempre fue así. Hubo un tiempo en que él era igual que tú, inocente, humilde y hasta incluso más servicial que lo que es ahora. Lo conocí bajo circunstancias muy particulares.

— ¿Cómo lo conoció? —Preguntó Amy.

— Bueno, lo conocí cuando comenzó a entrenarse como guerrero. Apenas tenía 12 años y era un simple escudero. A diferencia de otros que al ver a una bruja salían corriendo como gallinas, él se acercó y me preguntó simplemente si era una bruja poderosa y le contesté que sí, y desde ese instante le caí bien —Contaba Sanaél.

— ¿En serio? —Preguntó la joven sorprendida—. ¿Y ni siquiera manifestó un ápice de miedo?

—No, para nada. Siempre fue un chico muy valiente y no se asustaba con nada. Desde entonces hemos sido muy buenos amigos. —Respondió Sanaél.

— Vaya, no sabía que Troy fuera tan cercano. —Decía risueña Amy.

— Bueno, después de un tiempo conocí su lado arrogante y creído como dices, cuando se convirtió en guerrero, puesto que su meta era llegar a ser el mejor guerrero de toda la historia. Verás, él siempre ha sido muy seguro de sí mismo y nunca ha permitido que nadie lo avasalle, ni siquiera un "sin alma" —Seguía contando Sanaél.

— "Ya entiendo, por eso se comportó así cuando supo que yo era una "sin alma" —Pensó Amy al comprender la verdad.

— Y no solo por eso —Decía Sanaél—. Hace muchos años, los padres de Troy fueron asesinados por un grupo de "sin alma" que entraron al bosque a causar desmanes y provocar dolor y sufrimiento entre los habitantes. Desde ese día Troy odia a los de tu mundo, y es porque carga con un dolor muy grande en su corazón.

Después de escuchar todo esto, Amy se sintió muy mal consigo misma por como trató a Troy, y es que su natural egoísmo como persona no le permitió comprender como se sentía realmente el joven guerrero y las razones de su rabia contra "los sin alma", hasta ahora por los relatos contados por Sanaél.
Luego de eso, Amy pasó la noche en casa de la bruja. Aunque trataba de conciliar el sueño, no podía dormir. Tenía una extraña sensación de congoja, como si estuviera preocupada por Troy, por lo que salió afuera a buscarlo.
Hacía mucho frío en el bosque y producto de ello Amy estornudó, parecía que se iba a resfriar, cuando llega Troy, quien la observó salir de la casa de Sanaél.

— ¿Qué estás haciendo aquí tan tarde? Deberías estar adentro o si no, te vas a resfriar —Decía Troy.

— Bueno, es que yo... —Decía Amy algo nerviosa—. Yo solo... quería saber cómo estabas.

— Pues yo estoy bien, creo. ¿A qué viene esa pregunta? —Decía Troy.


— Bueno, es que... la verdad, no he me portado muy bien contigo. Venía a disculparme...—Decía Amy.

— ¡No es necesario, yo soy quién debería disculparse! —Exclamó sorprendido Troy- Siempre me comporto así, es que soy muy orgulloso y no me gusta mostrarme tan comprensivo, para no mostrar debilidad ante nadie.

— Pero si lo eres Troy, no deberías sentirte avergonzado de ello —Decía tiernamente Amy.

— Bueno sí, la verdad es que no suelo mostrar esa faceta de mí, así que... —Decía Troy nervioso.

En ese momento Amy sonrió a Troy. Lo encontraba sincero, a pesar de su altivez, y humilde, a pesar de su orgullo. Troy también le sonrió, puesto que comenzaba a conocerla.

— Oye... —Dijo de pronto Troy—. Eres muy extraña, para ser una "sin alma".

— Pues tú eres muy raro para ser un guerrero, ¿no lo crees? —Le replicó Amy.

Y en eso se rieron ambos. Al parecer comenzaba a nacer en ellos un lazo de unión y de amistad, que con el paso del tiempo se fortalecería. Por eso ambos se miraron a los ojos fijamente durante algunos minutos.
Luego Amy estornudó de nuevo, parecía que esta vez sí se iba a resfriar, pero Troy se sacó el chaleco y se lo puso encima a la joven para que se abrigara.


— ¡Gracias! —Exclamaba Amy sonriente.

— De nada. —Le respondió Troy galantemente—. A propósito, tu nombre es...

— Amy... me llamo Amy, y tú eres... —Decía ella.

— Troy —Decía él.

Sanaél observaba a ambos desde el interior de su casa muy sonriente. Era más que claro que ella suponía la fuerte amistad que había nacido en ellos, producto del destino que forzaba este encuentro. Sin embargo, también ella suponía que la llegada de Amy al bosque de las almas perdidas vaticinaba terribles acontecimientos y revelaciones que provocaran que ambos jóvenes, la recién llegada y el guerrero que la cobija, deban superar obstáculos para descubrir los misteriosos secretos que oculta el bosque y las insondables verdades que encontrarán a lo largo del camino.

El viaje de Amy apenas comienza.

El Bosque De Las Almas PerdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora