Capítulo 2.

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Capítulo 2 : Pequeña Albina.

Thomas

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Thomas.

Un hombre no llora, un hombre no se quiebra, un hombre no se desmorona, un hombre es fuerte. Mentira, todo eso era una maldita mentira. Un hombre si llora, un hombre si se quiebra, un hombre se desmorona, un hombre es humano. Recuerdo llorar cuando mi madre murió, recuerdo quebrarme cuando mi padre me abandonó, recuerda dejar de ser fuerte cuando ella me dejó. Recuerdo tantas cosas que puedo jurar que ya no cabe nada más en mi cabeza. Sin embargo, los verdaderos momentos que nunca dejarán mi cerebro empezaron cuando tenía quince años. Cortaba patatas para la tienda de mi tío, tarareando una canción de Oasis, escuchando cumplidos de numerosas mujeres por mis extremadamente claros y vistos ojos azules. Puedo verme allí partiendo patatas cuando mi mejor amigo dejó un folleto sobre el mostrador. La alegría en él se sentía por todos lados y su sonrisa era contagiosa. "¿Qué pasa Marcus?" Mi pregunta hizo que su sonrisa se anchara hasta más no poder "Hay un concurso para una beca en la academia de música. Puedes concursar". En ese momento estallé en una carcajada, pero al ver su rostro pude darme cuenta de que él no estaba jugando. Él muy puto ya me había inscrito y que a pesar de mis múltiples insultos no acepto ir a cancelar la inscripción ¿Lo gracioso de eso? Es que esa locura hizo que mi vida diera un giro de 180° grados que hasta el sol de hoy sigo agradeciendo.

Después de pasar el día entre tomates, patatas, zanahorias y demás, por fin llegó la noche, mi parte favorita. Mi tío se iba todas las noches a beber un par de cervezas en la cantina de la calle trasera y me dejaba fregando los trastes o cerrando la tienda cosa que en cierto punto me gustaba por que podía práctica el violín sin terminaba temprano. Antes de que mi madre muriera me enseñó a tocar el violín, el piano y el saxofón, pero solo pude quedarme con unos de sus violines. Mi tío por otra parte nunca le interesó la música aunque mi mamá decía que tenia un gran talento en eso del canto. La mayoría de las veces no practicaba delante de él por el simple hecho de que era un hombre muy perfeccionista y el mínimo error, lo estresaba a tal punto que ese estrés me lo transmitía a la hora de tocar algún instrumento.

Pero ese día fue diferente, no fue a la cantina, no ceno ni siquiera pidió que le diera una cerveza, solo cerró la tienda y se fue acostar dejándome todos los trastes de la cena y la comida a mi sólo. Los carderos era tan grandes que dure hasta las once y cincuenta fregando. Sin embargo, no estaba cansado y la emoción de tener alguna oportunidad me daban ganas de practicar por eso después de terminar me cambie con un abrigo negro con capucha y un pañuelo cubriendo mi boca. Tomé mis llaves y me lleve mi violín para luego salir por la puerta trasera. Recuerdo que pase un rato entre el espesos árboles para encontrar un buen lugar para tocar.

Cuando inicie no sabía lo que hacía y simplemente toque, pero luego de un rato, y dejarme fluir por unas cuantas notas pude crear la melodía perfecta dejándome llevar. Todo sonaba tan bien que aunque suene afeminado para mi era algo meramente mágico.

Pero en realidad todo cobro el verdadero sentido cuando una niña entró a mi sona de música. Era albina con unos ojos casi tan claros como su color de piel, pero los excepcionaba esos toques grises cerca de sus pupilas. Usaba un uniforme de ballet y su pelo estaba muy mal recogido tendría que tener como unos once o doce años. Sus labios formaron una "O", pero al acercarme salió corriendo como un rayo.

Al verla solo pude reír y sentir una curiosidad inexplicable por conocerla...Por conocer aquella niña Albina.

🍀🍀🍀

Buenos días/ tardes/noches💕

- Si alguien te dice que no eres suficiente, no le hagas caso, tú vales más que mil palabras 🌸.

Daimita🌹

Como Zapatillas y Violines.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora