Capítulo 9: Él y yo.
Dedicado a : @lena_Avedejo 15 ❣
Kayte.
Sabía que en ese tiempo no era correcto, que debía amarlo con lo alma en vez de odiarlo, pero ¿Se puede amar un padre que te ha decepcionado? ¿Es posible no sentir desagrado, asco y resentimiento hacia él? No lo sé, pero a mis casi dieciséis años no me interesaba saberlo. Pensar en como mamá se sentía después del divorcio me había aclarado muchas cosas como que ella y papá ya no eran los mismos de antes. Ese amor se apagó hace tiempo, pero solo en le corazón de papá. Recuerdo haber caminado de regreso a casa con mi nueva amiga Tamy mientras disfrutábamos de unos conos de helado. Son reíamos y hablamos sobre la única clase que compartíamos en toda la academia hasta que lo vi pasar con una niña. Seguro seis años menor que yo de ojos verdes y pelo rubio. A su lado una mujer con las mismas características que besaba a mi padre en los labios. Desde ese momento lo entendí todo llegando a la conclusión de que mi padre solo era un dolor de cabeza en mi vida y la de mi madre. Sin embargo, para dejar aquel dolor de cabeza decidí tomar mi medicina: Thomas.
Esa noche llegue más temprano de lo normal y con mi tutu puesto, unas zapatillas viejas, un poco de música y la luz de luna comencé a bailar ignorando el fuerte sonido de los grillos. El mundo se me iba y venía con cada paso quedaba, pero no fue hasta que escuche la triste melodía de mi compañero violinista que el mundo se me vino encima. Sus ojos azules estaban rojos de tanto llorar, sus manos temblaban con cada nota y se podía escuchar sus sollozos atrás vez aquel pañuelo negro. Entonces sin hacer preguntas, sin escatimar nada y con una breve sensación de duda en el pecho deje de bailar. Mi cuerpo se volvió más pesado, en el corazón sentía pinchazos y mis ojos también se aguron, y era él.
Él estaba sufriendo.
Entonces pude verlo dejar caer el violín que tanto amaba. Lo abraze y se dejó caer entre mis brazos. Solo éramos nosotros dos, él y yo.
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Como Zapatillas y Violines.
Romance"Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper. " El hilo se enredo en la zapatilla de ballet de Kayte...