Capítulo 9

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Ya en el tren, Eijirou se sienta de golpe en uno de los asientos con una sonrisa adornando su rostro, tan amplia que está seguro de que mañana le dolerá algún que otro músculo implicado; y con un gran sentimiento de plenitud en su interior que nunca antes había experimentado.

¿Confirmamos que hoy ha sido el mejor día de su vida? Confirmamos. Y quién lo diría después de haber empezado tan mal. Ha pasado de estar cagado de miedo por encontrarse con Bakugou a no querer apartarse de él, y ahora lo echa de menos... ¡y eso que no han pasado ni quince minutos desde que se separaron en el andén!

Echa de menos su ceño fruncido, tanto el que tiene normalmente como el que pone cuando trata de ocultar o camuflar el brillo de felicidad o cariño en sus ojos color rubí, cariño que solo va dirigido a él. También extraña cuando la profundidad de su ceño se acentúa al conseguir robarle un beso o decir algo que le avergüenza – cosas que a nuestro explosivo le gustan, aunque no lo admita –, lo cual se ve acompañado por un ligero rubor en su rostro que hace que el corazón de Kirishima se detenga incluso al recordarlo. Es una visión que se le ha quedado grabada en la retina, una que le gustaría atesorar por siempre.

También echa de menos el tacto de sus dedos enredándose en su cabello, o acariciando su baja espalda al introducir sus manos bajo el dobladillo de su camiseta; o aquellas tiernas caricias con las que le sujetaba el rostro con las manos para atraerlo a sí mismo y callarlo juntando sus labios con los propios; o mismo los pellizcos que le propinaba en las costillas cuando "se pasaba de listo" en lugar de sus típicas explosiones... incluso añora el roce cálido y tenue de su respiración contra su piel del cuello y sus labios, y los besos tiernos y mordidas juguetonas que le dedica en esos lugares, haciendo que se le erice la piel de nuevo como si las sintiese de verdad en ese momento.

Joder, lo extraña todo de él. De Bakugou Katsuki. Una droga explosiva y, contra todo pronóstico, cariñosa (a su manera), recién descubierta para su uso exclusivo... Y ahora tendrá que estar en abstinencia todo el fin de semana.

Deja escapar un suspiro mientras se hunde todavía más en el asiento, sin perder del todo la sonrisa. Le esperan dos días muy largos... Entonces, desde el interior del bolsillo externo de su mochila, se empieza a escuchar el pitido que indica que tiene nuevos mensajes. Sin pausa. Se inclina para cogerlo y abre los ojos como platos cuando descubre que tiene más de trescientos mensajes, y subiendo, de un grupo desconocido... aunque ya se imagina quién estará en él al ver la foto de grupo que tiene: un edit cutre de dos chicos teniendo sexo anal, pero con su propia cara y la de Bakugou en lugar de las originales. Ya no se molesta en leer el nombre del grupo y sale de él ignorando también los ahora quinientos mensajes... Serán cabrones...

Comienza a rebuscar sus auriculares en la mochila para ponerse a escuchar música, pero su teléfono comienza a sonar de nuevo, esta vez con una llamada.

- ¿Qui...? – responde sin pararse a mirar quién había llamado mientras sigue buscando sus auriculares.

- ¿¡Como osas salir del grupo, maldito tomate con pinchos!? – es la voz de Mina la que grita al otro lado de la línea, interrumpiéndole. Kirishima resopla para disimular una carcajada.

- Me echasteis vosotros con esa foto. ¿Cómo osáis vosotros hacerles ver a estos ojos vírgenes tal escena? – pretende sonar indignado, pero no le sale bien. Ashido gruñe a otro lado del teléfono.

- O sea, que no habéis hecho nada, ¿no? – pregunta con los mofletes inflados, enfurruñada.

- Ya te dije que solo íbamos a hablar – suspira rodando los ojos.

- Pues muy mal. Ahora le debo dinero a Hanta, jum – frunce el ceño y arruga los labios en una mueca infantil de enfado.

- ¿Habéis apostado y no me habéis avisado? ¡Me habría hecho millonario! – finge ofenderse llevándose una mano al pecho, y suelta una carcajada al escuchar el gruñido de Ashido.

¿Puedo besarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora